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LA VERDAD RESTAURADA

El Don de Interpretar

El Don de Interpretar

En una ocasión se preguntó a un hombre muy erudito cuál de las traducciones de la Biblia le agradaba más. Respondió que de todas, la que más le satisfacía era la interpretación de su madre. Esta mujer había interpretado la Biblia mediante su propia vida. Esta es la interpretación que realmente es de importancia. Para este hombre de erudición, la Biblia parecía cobrar más importancia según se manifestaba en la personalidad, fe y conducta diaria de su madre. Vio aquella a quien más reverenciaba en esta vida, arrodillada delante del ser más reverenciado del cielo. La vio vivir de acuerdo con los preceptos de la Biblia. El espíritu del libro era el de ella. Era la representante visible del mensaje y actitud de la santa palabra escrita. Y ese mensaje penetró con inmensa fuerza en su propio corazón.

Un discípulo fiel del Maestro sabrá interpretar las ideas de un idioma a otro, pero hay otros que saben interpretar las palabras de las Escrituras en hechos, y espíritu del evangelio en sus corazones. Hay algunos directores ilustres que pueden tomar las verdades eternas y actividades religiosas, y tornarlas productivas en su vida.

Uno de nuestros problemas más grandes consiste en tomar al cristianismo de las Escrituras e implantarlo en la gente, particularmente en nosotros mismos. Debemos tener la habilidad para interpretar el espíritu y la vida del Maestro en efectuación real, donde estará alcance de otros. “La única Biblia que algunas personas leen es la Biblia de nuestras propias vidas.” ¿Qué significado más benéfico puede darse al término interpretar, que concebirlo como el acto de trasladar las ideas más importantes de la página impresa a nuestra conducta diaria? ¿O qué fracaso mayor puede venir a nosotros que tener un libro o una mente llena de planes e ideas maravillosos, ninguno de los cuales jamás se ha manifestado en nuestros asuntos diarios?

Se afirma, para vergüenza nuestra, que muchos cristianos son únicamente “cristianos” bíblicos, con lo que dan a entender que el cristianismo permanece mayormente en la Biblia y sólo una parte muy pequeña entra en nosotros.

Algunos se concretan a un cristianismo que es meramente verbal, pero el cristianismo que se limita a la página impresa o a una mera expresión oral, no tiene mucho valor práctico. Por cierto, a menudo es pecado, pues “la mayor blasfemia no consiste tanto en hablar palabras profanas, como en prestar servicio únicamente de boca”. Refiriéndose a los que son como el hijo del señor de la viña que dijo: “Sí, señor, voy”, y no fue, el Señor declaró: “De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.” (Mateo 21:30-31)

 

Uno de nuestros mayores defectos es nuestra incapacidad para dar una aplicación práctica a las ideas grandes. Hay algunas personas que pueden escuchar un mensaje inspirador sobre el evangelio sin sentir mucha emoción. Hay algunos que pueden pisar lugares santos sin sentir el deseo de quitarse los zapatos. Aun puede haber algunos que leen la Biblia de cabo a cabo, y luego siguen con sus asuntos usuales como lo hacían antes, sin ningún cambio notable en su actitud, conducta o devoción. Hay algunos que pueden ser sumamente eficientes en su trabajo diario, mas carecen de la habilidad para desempeñar la obra del Señor eficazmente.

Sin embargo, hay algunos que, al igual que la madre del hombre instruido, han desarrollado la habilidad para tomar las ideas e interpretarlas en actitudes, actividades y santidad.Descargar articulo

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