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LA VERDAD RESTAURADA

LA SOLEDAD DEL LIDERAZGO

LA SOLEDAD DEL LIDERAZGO

Un discurso dado al cuerpo de estudiantes de la Universidad de Brigham Young

4 de noviembre de 1969.

 

 

Aprecio mucho la música de la banda [la Banda sinfónica de BYU, dirigida por Richard Ballot]. Todos ustedes están ahora bien despiertos después de eso, así que haré lo que pueda para regresarlos a su estado anterior.  

He venido aquí hoy sin un discurso escrito. Tenía uno, pero lo descarté. Me desperté a las cinco de la mañana pensando en algo más, pero cuando termine supongo que ustedes dirán “debería haber seguido durmiendo”. 

No estoy aquí para predicar, y no les quiero predicar a ustedes. Es fácil predicar y lo hacemos bastante a la gente joven. Simplemente quiero hablar con ustedes. Creo que valen el tiempo que pase con ustedes. Creo que valen que razonemos juntos. 

Este es un servicio devocional. Tengo solo un deseo y es compartir algunos pensamientos en una manera muy informal, con la esperanza y ruego de que pueda traer alguna pequeña medida de inspiración hacia ustedes que los inspire. Pienso que lo necesitan, que todos lo necesitamos. Oré esta mañana para poder ser capaz de hacerlo, para ser guiado por el Santo Espíritu, y espero que sus oraciones acompañen a la mía.

 

Presidente Nixon

 

Supongo que muchos de ustedes al igual que yo, miraron anoche al Presidente Nixon dirigirse a la nación y ser escuchado por el mundo. Lo observé con mucho interés. Lo observé al limpiar el sudor de su rostro, dándome cuenta, estoy seguro, de la importancia de lo que decía. Al verlo así pensé en la terrible soledad del liderazgo.

 

La soledad del Liderazgo

 

Es verdad que el tiene consejeros. Los tiene a su disposición y puede llamar a cuantos hombre pueda para consultar, pero cuando todas las astillas han caído, tiene que enfrentarse solo al mundo, como debe ser. Los consejeros no enfrentan el fuego de cañón de la opinión pública. Eso recae en el líder. 

Al sentir yo la soledad del liderazgo por observarlo vinieron a mi mente palabras atribuidas a la Reina Victoria: “Sin calma descansa la cabeza del que lleva la corona”.

 

La guerra de Vietnam

 

Si el Señor me inspira querría hablar brevemente sobre eso. Se me preguntó cuando alguien supo que iba a hablar aquí, que dijera algo sobre la guerra de Vietnam. Estoy no muy bien dispuesto a hacerlo, pero pensando en términos del tema en general expresaré algunos pensamientos. Tengo muchos sentimientos en cuanto a este conflicto. He estado en Vietnam del Sur un número de veces. He presenciado el crecimiento de nuestras fuerzas de ser un puñado la primera vez que fui en 1961 a los 540.000 que había la última vez. Tengo un poco de sentimientos amargos sobre los aspectos del conflicto. En conversaciones privadas he hablado calmadamente, nunca en público, con cierto criticismo incisivo por algunas cosas que observé. He estado en situaciones en donde traté de consolar a aquellos que dolían sobre la pérdida de hijos escogidos. He llorado al retirarme de la cama de aquellos que han sido mutilados de por vida. Pienso haber sentido muy agudamente los sentimientos de muchos de nuestros jóvenes concerniente a este terrible conflicto en el que estamos embarcados, pero estoy seguro que estamos allí por causa de un gran espíritu humanitario en los corazones de esta nación. Estamos ahí en el espíritu de ser guardas de nuestros hermanos. Tengo confianza en que hemos sido motivados por consideraciones de este tipo más allá de las actitudes sobre la conducta de la guerra, de nuestros sentimientos sobre la diplomacia de nuestra nación, y debemos vivir con nuestra conciencia por aquellos cuya libertad hemos luchado por preservar. Estamos allí, y nos encontramos en una posición muy solitaria como líderes en el mundo, criticados tanto en el hogar como en el extranjero.

 

Vivir con nosotros mismos

 

Hay una gran soledad en el liderazgo, pero repito, tenemos que vivir con nosotros mismos. Un hombre tiene que vivir con su conciencia. Un hombre tiene vivir a la altura de sus sentimientos profundos, como lo hace una nación, y debemos enfrentar la situación. Se de pocas alternativas, si hay algunas, con las que tenemos que vivir más allá de la alternativa con la que nos vemos inmediatamente enfrentados. Pienso que es eso de lo que quiero hablar hoy. 

Hay soledad en cada aspecto del liderazgo. Pienso que de alguna manera lo sentimos en esta Universidad. BYU está en boca de discusión en toda la nación hoy en día por algunas de nuestras prácticas y políticas, y por nuestros procedimientos, pero quiero ofrecer el pensamiento de que ninguna institución ni ningún hombre jamás ha vivido en paz consigo mismo en un espíritu de compromiso. Debemos mantenernos por las políticas que hemos adoptado. Podremos preguntarnos [maravillarnos o cuestionarnos] en nuestros corazones, pero debemos mantener esa posición establecida ante nosotros por aquel que nos guía, nuestro profeta.

 

El Salvador caminó solo

 

Siempre ha sido así. El precio del liderazgo es soledad. El precio de adherirse a la conciencia es soledad. El precio de seguir principios es soledad. Pienso que es ineludible. El Salvador del mundo fue un hombre que caminó en soledad. No conozco de cualquier otra declaración que remarque más este hecho que esta patética [triste] oración: DESCARGAR DISCURSO COMPLETO

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