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LA VERDAD RESTAURADA

BIENESTAR : TRABAJAR ORDENADAMENTE

BIENESTAR : TRABAJAR ORDENADAMENTE

Cuando participamos de una reunión de consejo de barrio es probable que tratemos temas de bienestar según las necesidades que algunas familias pudieran tener en nuestra unidad. Planteado el problema, que en general llega por medio de las Maestras Visitantes, empiezan a surgir las ideas para ayudar a la familia. Por alguna cuestión todavía no descifrada de la naturaleza humana, pareciera que las primeras que surgen suelen ser de compleja ejecución o implican mil factores que deben confluir para que la mayor cantidad posible de personas se vean involucradas. Es así que puede sucedernos como a un amigo mío.

En una reunión de consejo de barrio se había planteado el estado de salud de una hermana que esperaba ser operada de una pierna. Se le hacía muy difícil caminar, debido al dolor, y no asistía seguido a la capilla por la dificultad que le representaban las escaleras de acceso.

Entre todos los miembros del consejo intercambiaron ideas para ayudarla, hasta que alguien recordó la existencia de una silla de ruedas que utilizaba un hermano que ya había fallecido. La silla en cuestión había cambiado de paciente, pero en ese momento estaba disponible.

Mi amigo tuvo que realizar un viaje de 60km para buscar la silla. Él tenía la asignación de llevársela a la hermana.

Al llegar a la casa con la silla de ruedas, ella le abrió la puerta y sorprendida preguntó el motivo de la silla. No existen palabras para describir la cara que puso. Ella no necesitaba una silla de ruedas. Es más: debía estar en movimiento a tiempos muy breves. Hacía una dieta especial preparándose para la operación y todo era cuestión de esperar con paciencia y buen ánimo. Cuando el dolor se lo permitía, iba caminando a la Iiglesia, si bien demoraba mucho tiempo, era parte de la recomendación de su médico.

“Si necesito ayuda no dudaría en pedirle al obispo"-- dijo ofuscada –"pero por ahora me puedo arreglar bien con la ayuda de mi familia. Sí extraño a mis Maestras Visitantes, especialmente las semanas en que el dolor se hace insoportable y no puedo asistir a la iglesia”

La intención de ayudarle era buena, pero nadie había consultado con la familia sobre la manera en que podían hacerlo. La lección se aprendió por la experiencia, lo cual es bueno. Entonces arreglaron cómo ser un buen instrumento en momentos de necesidad teniendo en cuenta todos los aspectos de la misma, y en especial las ideas o propuestas sugeridas por la familia.

Velar por los pobres y necesitados

Cuando las Maestras Visitantes o los Maestros Orientadores visitan las casas de los miembros, estos se convierten en los ojos del Obispo. Ver las necesidades espirituales, físicas o emocionales es tan importante como llevar el mensaje a las familias. Buenas hermanas diligentes y caritativas, ayudarán en el momento a quien esté confundida por el problema que la agobia, a buscar soluciones. Le enseñarán a ser su propia generadora de ideas para sobrellevar los problemas, ordenar su vida, organizar sus prioridades.

Buenos hermanos, podrán enseñarle a quien no pueda resolver sus problemas económicos cómo presupuestar sus ingresos. No es necesario saber cuánto dinero reciben por su trabajo, pero sí es importante que con amor y paciencia puedan hablar de prioridades, gastos fijos, gastos innecesarios y otras maneras de ahorrar.

Cuando la urgencia acosa a una familia entonces tanto Maestros Orientadores como Maestras Visitantes, se convierten en mensajeros y le avisan al Presidente del Quórum o la Presidenta de la Sociedad de Socorro, quienes a su vez se comunicarán con el obispo. Si estos hermanos son diligentes en todas las cosas, además del pedido de ayuda brindarán ideas para posibles soluciones.

Enseñar principios de Autosuficiencia

Los líderes de la Iglesia necesitan de la inspiración de hermanos y hermanas dedicadas para ayudar. Muchas veces son ellos quienes podrán hacer más que si mandamos al necesitado a hablar con el obispo. Esto no implica que debamos tomar decisiones por nuestra cuenta. Pero el trabajo más difícil y que lleva más tiempo es enseñarles a las personas a solucionar sus propias dificultades y resolver sus problemas a la manera del Señor.

No debemos caer en la trampa de convertirnos en médicos de almas afligidas, sino que debemos fortalecer a quien está necesitando ayuda. Fortalecer su vista espiritual, para que su fe no desfallezca. Fortalecer su amor propio, para que sepa que puede salir adelante por sus propios medios. Fortalecer su sentido de responsabilidad, para que entienda que es él o ella, quien debe velar por las necesidades de su familia.

Muchas veces la rápida respuesta ante un problema es: ‘Hable con el Obispo para que le dé alimentos’. Pero esa sería la parte urgente de una necesidad que aparece de pronto, ante la falta de trabajo, o una tragedia, o la enfermedad de quien mantiene el hogar. Pero no debemos creer que sea la primera respuesta a dar.

En primer lugar, debemos considerar qué tenemos a mano para pasar el problema. La familia es quien está primero para ayudar al necesitado. Cuantas veces nos enteramos después que el resto de la familia estaba dispuesto a ayudar, pero nunca se había enterado del problema.

Los recursos gubernamentales que están dentro de la ley son buenas ayudas para muchas familias.

Los servicios médicos de los Hospitales Públicos de Argentina, asisten sin cargo a quienes allí se atiendan. Algunos servicios sociales de municipios proponen trabajos comunitarios a cambio de alimentos.

Enseñar a buscar trabajo también puede ser un desafío. En una oportunidad un obispo entrevistaba a un joven que no encontraba trabajo. Este obispo se sintió inspirado a preguntarle al joven a qué hora se levantaba y en qué momento leía los avisos clasificados. Grande fue su sorpresa al descubrir que el muchacho se levantaba a las 9 de la mañana, desayunaba tranquilo con su madre y a eso de las 10:30 iba a comprar el diario. Luego del almuerzo se disponía a ir a los lugares que le interesaban, pero al llegar se encontraba con una larga fila de espera o en el peor de los casos ya habían terminado las entrevistas.

Fue necesario que en un papel el obispo le enseñara una rutina diaria que incluía: hora para despertase; hora para comprar el diario; hora para desayunar mientras  marcaba los avisos clasificados que le interesaban; hora de salida a buscar trabajo. Cada vez que se encontraban, el obispo le preguntaba por su rutina.

La idea principal en enseñar a valerse por si mismos, a no depender de la ayuda del gobierno o de la iglesia. Ser nuestros propios agentes significará entonces que debemos ser nuestros generadores de soluciones a las situaciones que se nos presenten difíciles.

Gratitud 

Un aspecto que muchas veces pasamos por alto al enseñar los principios de autosuficiencia es que debemos tener siempre un corazón agradecido. Ese sentimiento será el motor para estar dispuestos a asistir a otros. La ayuda que recibamos volverá en ayuda que demos a otros. No debemos sentirnos mal cuando el obispo nos invite a retribuir en servicio la ayuda recibida. Debemos enseñar que siempre estamos en deuda con el Señor. El Plan de Bienestar es parte del servicio que pone el Señor por medio de sus siervos y líderes. Es un plan que nos coloca a todos en las diferentes posiciones: seremos necesitados en algún momento y necesitarán de nosotros en muchos otros.

La oportunidad de ayudar por medio de nuestra diligencia en nuestros llamamientos, de participar en proyectos de bienestar o servicio del barrio o la estaca, de enseñar a otros a valerse por sí mismos nos permitirá crecer como verdaderos discípulos de Cristo.

No se puede explicar el sentimiento que surge en el corazón cuando vemos a quien asistimos ‘caminar por sí mismo’. Al igual que un padre, sentimos que somos parte de un gran proceso de crecimiento y madurez espiritual y emocional. Uno muy parecido al que nosotros pudimos haber recorrido antes.

Por eso, en la próxima reunión de consejo sería bueno que presentemos las cosas ordenadamente habiendo considerado antes las ideas más sencillas, evaluando las propuestas hechas por las mismas personas afectadas. Así no caeremos en la trampa de organizar la megasuperayuda e ir a la casa de una familia a cambiarle el techo, cuando lo que necesitaba era tapar una gotera.

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