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LA VERDAD RESTAURADA

Sé en Quién he confiado

Sé en Quién he confiado

" Cada vez que me dispongo a leer, tomo mis lentes y observo los cristales para ver si estos están limpios. En muchas ocasiones he creído que sí lo están, pues eso es lo que aparentan. Sin embargo, al ponérmelos queda claro que no era así. Luego, al ponerlos a contraluz, se hace evidente la presencia de manchas sobre las que es necesario trabajar, manchas que a simple vista parecían no existir. " 

Lo que puede parecer por un momento una tarea adicional e indeseada que no estaba considerada y que retrasa el inicio de lo que queremos hacer, es en realidad una muy buena noticia, pues al final permitirá disfrutar de mucha mejor manera del objetivo buscado, que en el caso del ejemplo es el disfrutar de la lectura.

Ocurre algo parecido con nuestras vidas cuando las contrastamos con la rectitud que nos enseña el evangelio de Jesucristo. Al poner a contraluz nuestros hechos diarios con el comportamiento esperado de un verdadero discípulo de Jesucristo, con seguridad encontraremos "manchitas" que es necesario limpiar, actitudes que debemos mejorar, acciones que debemos tomar y otras que debemos abandonar.

En el Libro de Mormón encontramos el ejemplo del gran Nefi, quien expresa sus sentimientos respecto de su amor y deleite por las Escrituras y por las "cosas del Señor" (véase 2 Nefi 4:15-16). La lectura y meditación de las Escrituras por parte de Nefi lo guiaron a hacerse un análisis introspectivo más profundo, el que lo llevó a exclamar: "¡Oh, miserable hombre que soy! Sí, mi corazón se entristece a causa de mi carne. Mi alma se aflige a causa de mis iniquidades... de las tentaciones y pecados que tan fácilmente me asedian" (2 Nefi 2:17-18).

¿"Iniquidades", "tentaciones" y "pecados" de Nefi? ¿Cómo puede ser esto? ¡Pero si él es uno de nuestros mayores y mejores ejemplos, uno de nuestros modelos, uno de nuestros héroes! Aquí vemos que él, al igual que cada uno de nosotros, también tuvo luchas contra la tentación y el pecado. Nefi se sintió afligido y entristecido al enfrentarse cara a cara con sus debilidades. Él mismo nos informa que sus desafíos y debilidades tenían que ver con el enojo que le producían las acciones de sus enemigos (véase 2 Nefi 4:27-29).

Sin embargo, Nefi tenía siempre presente el amor de Dios, el que le infundía una total confianza en Él. ¿Acaso no se lo había evidenciado el Padre en episodios tan importantes de su vida tales como la obtención de las planchas de bronce, el quitarle la vida a un hombre y la construcción de un barco, entre muchos otros? No es de extrañar, entonces, que luego de comunicar esas profundas y sinceras expresiones de debilidad, Nefi exclamara: "... no obstante, sé en quien he confiado. Mi Dios ha sido mi apoyo; él me ha guiado por entre mis aflicciones... Me ha llenado con su amor hasta consumir mi carne" (2 Nefi 4:19-21). En esencia, lo que Nefi nos dice es que el amor de Dios es más importante para él que los deseos de la carne, que las tentaciones del mundo, que los brillos del mundo, que la aparente felicidad que no es duradera.

Recordar quienes somos siempre será una fuente de fortaleza, especialmente cuando nos encontremos en medio de momentos difíciles que tiendan a hacernos sentir solos, miserables o carentes de valor. Refiriéndose al contenido del himno "Soy un hijo de Dios" (Himnos 1992, N°196), el élder Dallin H. Oaks dijo que la poderosa idea de que somos verdaderamente hijos de Dios "es un potente anti-depresivo". Este concepto puede fortalecernos para hacer decisiones correctas y para buscar lo mejor que está dentro de cada uno (véase "Powerful Ideas", General Conference, Octubre 1995).

Otros personajes registrados en las Escrituras habían llegado a sentirse abatidos por sus circunstancias, aun cuando se encontraban sirviendo intensamente al Señor. Por ejemplo, Ammón dijo "Cuando nuestros corazones se encontraban desanimados... el Señor nos consoló" (Alma 26:27). Cuando Nefi, hijo de Helamán, se hallaba "muy desanimado", meditó en las revelaciones del Señor y una voz vino a él diciendo: "Bienaventurado eres tú, Nefi" (Helamán 10:3-4). Así es también con nosotros. El volvernos al Señor puede ser un poderoso anti-depresivo.

Como lo expresó Nefi, "¿por qué ha de llorar mi corazón, y permanecer mi alma en el valle del dolor... y mi fuerza desfallecer por causa de mis aflicciones?... ¿y por qué sucumbiré a las tentaciones, de modo que el maligno tenga lugar en mi corazón para destruir mi paz y contristar mi alma?" (2 Nefi 4:26-27).

El tener presente el amor que Dios le había prodigado tantas veces en su vida le permitió a Nefi salir de su estado de lamentación proveniente del recuerdo de sus debilidades, errores cometidos y desafíos que enfrentaba. De la misma manera, nuestro mayor deseo debiera ser obtener y retener el amor de Dios, alcanzar el fruto del árbol de la vida (véase 1 Nefi 11:21-23), beber de las aguas de vida (véase Juan 4:14), participar del pan de vida (véase Juan 6:35). En otras palabras, recordar permanentemente quienes somos, Quien es nuestro Padre, Quien es nuestro Redentor y vivir según lo que Ellos nos han instruido, según los convenios que hemos hecho por medio de las ordenanzas de salvación y exaltación y según lo que nuestro Padre espera de cada uno de nosotros.

Que junto a Nefi podamos decir: "¡Despierta alma mía! No desfallezcas más en el pecado. ¡Regocíjate, oh corazón mío, y no des lugar al enemigo de mi alma!" (2 Nefi 4:28). 

1 comentario

Givanildo Sosa -

Muy buen discurso, me ha hecho evaluarme a través de las luz del evangelio. Te agradezco por compartir el mensaje.