"Quizás la lección más importante que el joven José Smith aprendió en la Arboleda Sagrada es esta importante verdad eterna: Los cielos no están cerrados. Dios sí se comunica con los seres mortales; Él nos ama en la actualidad como amó a los que vivieron en la antigüedad. ¡Qué consuelo brinda este conocimiento en un mundo de confusión y desaliento! ¡Qué paz y seguridad obtiene el alma que comprende que el Dios de los cielos nos conoce y se preocupa por nosotros, tanto en forma individual como colectiva, y que se comunica con nosotros, ya sea directamente o por medio de Sus profetas vivientes, de acuerdo con nuestras necesidades!"

Información sobre el autor no disponible.