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LA VERDAD RESTAURADA

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EL DIVORCIO

EL DIVORCIO

Recibí la impresión de hablar sobre el divorcio. Éste es un tema delicado porque provoca emociones muy fuertes en las personas a las que ha afectado de alguna forma. Algunos se ven a sí mismos o a sus seres queridos como víctimas del divorcio, mientras que otros se ven como sus beneficiarios. Algunos ven el divorcio como prueba del fracaso, mientras que otros consideran que es una compuerta esencial para escapar del matrimonio. En una forma u otra, el divorcio afecta a la mayoría de las familias de la Iglesia.

Sea cual fuere su perspectiva, tengan a bien escuchar mientras intento hablar con franqueza sobre los efectos del divorcio en las relaciones familiares eternas que procuramos obtener de acuerdo con el plan del Evangelio. Hablo de ello por preocupación, pero con esperanza.

I.
Vivimos en un mundo en el que el concepto total del matrimonio está en peligro y en el que el divorcio es común.

Muchos han reemplazado el concepto de que la sociedad tiene un fuerte interés en preservar los matrimonios para el bien común, así como para el bien de la pareja y de sus hijos, por la idea de que el matrimonio sólo es una relación privada entre adultos que están de acuerdo y al cual se le puede dar fin cuando cualquiera de los dos así lo desee1.

Las naciones que no tenían leyes de divorcio las han adoptado, y la mayoría de las que permiten el divorcio han hecho que sean más fáciles de obtener. Lamentablemente, según las leyes actuales de divorcio por consentimiento mutuo, puede ser más fácil dar fin a una relación matrimonial con un cónyuge no deseado que dar fin a una relación laboral con un empleado no deseado. Algunos incluso se refieren al primer matrimonio como el “matrimonio inicial”, como una pequeña casa que uno utiliza por un tiempo antes de conseguir una mejor.

El debilitamiento del concepto de que los matrimonios son permanentes y de gran valor tiene consecuencias de gran alcance. Algunos jóvenes rechazan el matrimonio, influenciados por el divorcio de sus padres o por las ideas populares de que el matrimonio es un grillete con cadenas que impide la realización personal. Muchos de los que se casan retienen su dedicación completa, y están prestos para huir cuando se les presenta el primer desafío de carácter serio.

En contraste, los profetas modernos nos han advertido que ver el matrimonio “como un simple contrato que se puede firmar cuando se desee… y romper a la primera dificultad… es un mal que amerita una condenación severa”, especialmente en los casos en los que se hace sufrir a los hijos2.

En la antigüedad, e incluso bajo algunas leyes tribales en algunos países donde ahora contamos con miembros, los hombres tienen el poder de divorciarse de sus esposas por cualquier cosa trivial. El Salvador rechazó este tipo de opresión perversa hacia las mujeres. Él declaró:

“Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.

“Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mateo 19:8–9).

El tipo de matrimonio que se requiere para la exaltación, de duración eterna y de calidad divina, no considera el divorcio. En los templos del Señor, las parejas se casan por toda la eternidad; pero algunos matrimonios no progresan hacia ese ideal. A causa de “la dureza de [nuestros] corazones”, el Señor actualmente no hace valer las consecuencias de la norma celestial. Permite que las personas divorciadas se vuelvan a casar sin la mancha de inmoralidad especificada en la ley superior. A menos que un miembro divorciado haya cometido transgresiones graves, él o ella puede reunir los requisitos para obtener una recomendación para el templo en base a las mismas normas de dignidad que se aplican a los otros miembros.

II.
Hay muchos buenos miembros de la Iglesia que se han divorciado. Les hablo primeramente a ellos. Sabemos que muchos de ustedes son víctimas inocentes: miembros cuyos ex cónyuges continuamente faltaron a los convenios sagrados o abandonaron o rehusaron llevar a cabo responsabilidades del matrimonio por largo tiempo. Los miembros que han experimentado este tipo de abuso saben por experiencia propia que hay algo peor que el divorcio.

Cuando un matrimonio está muerto y no tiene esperanza de renacer, es necesario tener un medio para darle fin. Vi ejemplos de ello en las Filipinas. Dos días después de su matrimonio en el templo, un esposo abandonó a su joven esposa y no se ha sabido de él por más de diez años. Una mujer casada huyó y obtuvo el divorcio en otro país, pero su esposo, abandonado, todavía está casado ante la ley filipina. Ya que no hay estipulación para el divorcio en ese país, estas víctimas inocentes del abandono no tienen manera de dar fin a su condición de casados y seguir adelante con su vida.

Sabemos que algunos contemplan su divorcio con remordimiento por su culpa parcial o predominante en la separación. Todos los que han pasado por el divorcio conocen el dolor y la necesidad del poder sanador y de la esperanza que proviene de la Expiación. Ese poder sanador y esa esperanza están al alcance de ellos y también del de sus hijos.

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EL MATRIMONIO ETERNO

EL MATRIMONIO ETERNO

Si queremos que algo dure para siempre, debemos tratarlo de forma diferente... llega a ser algo especial porque en eso lo hemos convertido.

Hace algunos años, mi esposa y yo fuimos a una recepción nupcial que se llevó a cabo al aire libre. Horas antes, habíamos estado en el templo, donde la joven pareja que conocíamos se había casado por esta vida y la eternidad. Se amaban mucho y las circunstancias en las que se conocieron habían sido casi milagrosas. Se derramaron muchas lágrimas de felicidad. Al final de un día perfecto, esperábamos nuestro turno para saludar a la pareja. Delante de nosotros estaba un amigo cercano de la familia; se acercó a los recién casados y con su hermosa voz de tenor les cantó las conmovedoras palabras del libro de Rut: “...a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo...” (Rut 1:16–17).

Nos sentimos profundamente conmovidos y animados al pensar en su futura felicidad, supongo que, en parte, porque mi esposa y yo hemos tenido colgadas esas mismas palabras en la pared de nuestra casa durante muchos años.

Lamentablemente, la importancia de esas hermosas palabras está disminuyendo; hoy día demasiados matrimonios terminan en divorcio; el egoísmo, el pecado y la conveniencia personal a menudo se anteponen a los convenios y al compromiso.

El matrimonio eterno es un principio que se estableció antes de la fundación del mundo y se instituyó en esta tierra antes de que la muerte se introdujese en ella. Adán y Eva fueron dados el uno al otro por Dios en el jardín del Edén antes de la Caída. La Escritura dice: “...El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo...” (Génesis 5:1–2; cursiva agregada).

Los profetas han enseñado de manera uniforme que el elemento máximo y culminante del gran plan de Dios para bendecir a Sus hijos es el matrimonio eterno.

El presidente Ezra Taft Benson declaró: “La fidelidad al convenio del matrimonio trae el gozo pleno aquí en la tierra y recompensas gloriosas en el más allá” (The Teachings of Ezra Taft Benson, págs. 533–534). El presidente Howard W. Hunter describió el matrimonio celestial como la “ordenanza suprema del Evangelio”, y aclaró que aunque el lograrlo tome “más tiempo [para algunos], tal vez más allá de esta vida terrenal”, no será denegado a ninguna persona digna (Teachings of Howard W. Hunter, págs. 132, 140). El presidente Gordon B. Hinckley ha dicho que el matrimonio eterno es “una cosa maravillosa”, un “don más precioso que todos los demás” (“The Marriage That Endures”, Ensign, mayo de 1974, pág. 23).

Sin embargo, a pesar de la magnificencia y la gloria de este don, no es gratuito; de hecho, es condicional, y aunque haya sido otorgado, puede ser retirado si no guardamos las condiciones del convenio que lo acompaña. En la sección 131 de Doctrina y Convenios se nos dice:

“En la gloria celestial hay tres cielos o grados; y para alcanzar el más alto, el hombre (esto significa la mujer también) tiene que entrar en este orden del sacerdocio [es decir, el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio]...” (D. y C. 131:1–2).

Un convenio es una promesa sagrada; nosotros prometemos hacer ciertas cosas y Dios se compromete a hacer otras. A aquellos que guarden el convenio del matrimonio Dios les promete la plenitud de Su gloria, vidas eternas, progenie eterna, la exaltación en el reino celestial y una plenitud de gozo. Todos sabemos esto, pero a veces no pensamos mucho en lo que nosotros tenemos que hacer para recibir estas bendiciones. Las Escrituras parecen decir claramente que hay por lo menos tres obligaciones inherentes a este convenio.

Primero, el matrimonio eterno es para siempre. Eterno implica un desarrollo y un progreso continuos; significa que el marido y su esposa tratarán sinceramente de perfeccionarse; significa que la relación matrimonial no se abandonará frívolamente cuando surja el primer desacuerdo o cuando los tiempos se pongan difíciles; significa que el amor será más y más fuerte con el tiempo y que se extenderá más allá de la tumba; significa que cada cónyuge será bendecido con la compañía del otro para siempre, y que los problemas y las diferencias tendrán que solucionarse porque no van a desaparecer. Eterno significa arrepentimiento, perdón, longanimidad, paciencia, esperanza, caridad, amor y humildad. Todas esas cosas forman parte de todo lo que sea eterno; y, por cierto, las tenemos que aprender y practicar si queremos lograr un matrimonio eterno.

Segundo, el matrimonio eterno es ordenado por Dios. Esto significa que los contrayentes del convenio del matrimonio están de acuerdo en invitar a Dios a ser parte del mismo, en orar juntos, en guardar los mandamientos, en mantener los deseos y las pasiones dentro de ciertos límites que los profetas han señalado; significa que son compañeros iguales y que serán rectos y puros fuera y dentro del hogar. Esto es una parte de lo que significa ser ordenado por Dios.

Tercero, el matrimonio eterno es una clase de asociación con Dios; Él promete una continuación de las vidas a aquellos que se sellen en el templo. En el mandamiento que se dio a Adán y Eva de multiplicarse y henchir la tierra va implícito un lazo de unidad con el Creador. Hay una obligación de enseñar el Evangelio a los hijos porque también son hijos del Padre Celestial. Por eso tenemos la noche de hogar y el estudio de las Escrituras, conversamos sobre el Evangelio y prestamos servicio al prójimo. También parece haber una obligación de apoyarse y sostenerse mutuamente en los llamamientos y en la función que cada uno tiene que desempeñar. ¿Cómo podemos decir que somos uno con Dios si no nos sostenemos el uno al otro cuando se llama a la esposa a servir en la Primaria y al esposo en el obispado?

De manera que el convenio del matrimonio implica por lo menos estas cosas y probablemente otras. No creo que me equivoque cuando digo que aquellos que maltratan a su cónyuge en forma verbal o física, o los que degradan, rebajan o  DESCARGAR ARTICULO

EL EX MISIONERO Élder L. Tom Perry

EL EX MISIONERO Élder L. Tom Perry

En esta tarde deseo dirigir mis palabras a un grupo en particular. Durante los últimos años, cientos de miles de ustedes han regresado de haber servido en una misión regular y cada uno prestó oído al mismo llamado que el Señor dio a Sus discípulos:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19– 20).

Ustedes tuvieron el privilegio de ir a muchas partes del mundo con objeto de llevar el mensaje del Salvador: una invitación para venir a Él y gozar de los frutos de Su Evangelio; tuvieron el privilegio de vivir en diversas culturas y de aprender diferentes idiomas.

También fue una época para edificar su testimonio personal de la misión de Jesucristo. Con los años, siempre ha sido un honor para mí conversar con ustedes, ex misioneros; muchos añoran regresar y visitar a la gente a la que tuvieron el privilegio de servir; anhelan compartir momentos de sus experiencias en el campo misional; en sus invitaciones de bodas y en el currículum de trabajo escriben algo que los identifica como ex misioneros.

A pesar de que ya no llevan una placa misional, parecen ansiosos de identificarse a sí mismos como alguien que ha servido al Señor como misionero; además, recuerdan eso con afecto puesto que descubrieron el gozo del servicio en el Evangelio.

También he aprendido por nuestras conversaciones que la adaptación después de salir del campo misional y el regreso al mundo que dejaron atrás a veces es difícil. Tal vez sea difícil mantener vivo el espíritu de la obra misional cuando se deja de ser misionero regular de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Permítanme ofrecerles algunas sugerencias:

Uno de los recuerdos más vívidos que tengo del ser misionero es lo mucho que me acerqué al Señor mediante la práctica regular de la oración. En aquel entonces, la casa de la misión estaba en la calle State, en Salt Lake City; era una casa espaciosa que se había convertido en el centro de capacitación misional. Tenía amplios dormitorios con más o menos 10 camas por habitación. Ingresé un domingo por la noche.

La semana antes de entrar al campo misional fue emocionante: hubo muchas fiestas y despedidas y me temo que no había descansado ni me había preparado debidamente para la capacitación que iba a recibir en la casa de la misión. Al finalizar ese primer día en la casa de la misión, estaba agotado y mientras esperaba que los demás misioneros se prepararan para acostarse, me tiré en la cama y me quedé dormido; sin embargo, mi sueño se vio interrumpido con el sentimiento de que había gente a mi alrededor. Al despabilarme, escuché las palabras de una oración.

Abrí los ojos y, para mi sorpresa, noté que todos los élderesde nuestro dormitorio se habían arrodillado alrededor de mi cama para finalizar el día con una oración. Cerré rápidamente los ojos y me hice el dormido. Sentía demasiada vergüenza para salir de la cama y unirme a ellos. A pesar de que mi primera experiencia al orar como misionero fue vergonzosa, fue el principio de dos años maravillosos de invocar frecuentemente la guía del Señor.

Durante la misión, oraba con mi compañero cada mañana al comenzar un nuevo día. El proceso se repetía cada noche antes de acostarnos.

Decíamos una oración antes de estudiar, una oración antes de salir a golpear puertas y, por supuesto, oraciones especiales cuando necesitábamos guía especial para dirigir nuestro trabajo misional. La frecuencia de nuestras súplicas al Padre Celestial nos daba la fortaleza y la valentía para seguir adelante en la obra a la que se nos había llamado.

Las respuestas venían, a veces asombrosamente, de manera directa y positiva. La guía del Santo Espíritu parecía magnificarse cuanto más acudíamos al Señor en procura de dirección en un día determinado.

Al contemplar mi vida después de la misión, me doy cuenta de que hubo periodos en los que pude mantener la misma cercanía que tuve Ver o Descargar

MATRIMONIO CELESTIAL

MATRIMONIO CELESTIAL

A fin de que todos podamos estar unidos en pensamiento y estemos capacitados para edificar el mismo fundamento, teniendo presente los mismos principios eternos, comenzaré por citar tres o cuatro pasajes breves de las Escrituras. Ruego que seamos uno en sentimiento y actitud, en lo que concierne a estos grandes principios de doctrina, y que hayamos afianzado en nuestras almas la determinación de hacer todas las cosas que deben hacerse durante nuestra probación terrenal para heredar la plenitud de la gloria del reino de nuestro Padre.

Tomo como texto estas palabras de la sección 42, la revelación intitulada "La ley de la Iglesia":

''Amarás a tu esposa con todo tu corazón, y te allegarás a ella, y a ninguna otra." (D. yC. 42:22.)

Y con el espíritu de esas palabras, tomo del libro de Rut, en el Antiguo Testamento, estas expresiones, que aunque originalmente no fueron pronunciadas con referencia al matrimonio, contienen un principio que es totalmente aplicable:

''No me niegues que te deje, y me aparte de ti; porque a donde quiera que tú fueres, iré yo, y donde quiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.

Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aún me añada", y ahora haré un leve cambio: que ni "la muerte hará separación entre nosotras dos." (Rut 1:16-17.)

Un pasaje de la sección 49 de Doctrinas y Convenios resume la declaración respecto al matrimonio para nuestra dispensación. El Señor dijo:

"Y además de cierto os digo, que quien prohibiere el matrimonio, no es ordenado de Dios; porque el matrimonio es instituido de Dios para el hombre.

Por lo tanto, es lícito que tenga una esposa, y los dos serán una carne, y todo esto para que la tierra cumpla el objeto de su creación;

Y para que sea henchida con la medida del hombre, conforme a la creación de éste, antes que el mundo fuera formado". (D. y C. 49:15-17.)

Cuando nosotros como Santos de los Últimos Días hablamos acerca del matrimonio, estamos hablando acerca de una orden celestial y santa; estamos hablando acerca de un sistema del cual puede emanar el mayor amor, gozo, paz, felicidad y serenidad que la humanidad haya conocido; estamos hablando acerca de crear una unidad familiar la cual tiene el potencial de ser perpetua y eterna, una unidad familiar donde el hombre y la mujer pueden continuar en esa asociación por toda la eternidad, y donde la madre, la hija, el padre y el hijo están unidos por lazos eternos que nunca serán destruidos. Estamos hablando acerca de crear una unidad más importante que la Iglesia, más importante que cualquier otra organización que existe sobre la tierra o en los cielos, una unidad la cual conduzca a la exaltación y la vida eterna; y cuando hablamos acerca de la vida eterna, nos referimos a la clase de vida que lleva Dios, nuestro Padre Celestial.

En esta última y gloriosa dispensación del evangelio hemos recibido la verdad más básica de toda la eternidad, y dicha verdad concierne a la naturaleza y clase de ser que Dios es; la vida eterna es conocer al Padre y al Hijo. ( Juan 17:3.) No hay manera posible de avanzar grado por grado, paso por paso a la exaltación que buscamos, a menos y hasta que lleguemos a un conocimiento de la naturaleza y clase de ser que Dios es; por lo tanto, cuando hablamos de la vida eterna, nos referimos a la clase de vida que Dios, nuestro Padre, vive; y cuando hablamos acerca de El, nos referimos a un hombre santo, perfecto, exaltado y noble, un individuo, un personaje, un ser con "un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre" (D. y C. 130:22). Nos referimos a alguien que es un padre literal, que es el Padre de los espíritus de todos los hombres. Todos nacimos como miembros de su familia; hemos visto su rostro;DESCARGAR

EL DAR EL TESTIMONIO

EL DAR EL TESTIMONIO

En mis experiencias en casa y en la Iglesia, aprecio cada vez más el poder de dar testimonio. Pocos relatos sobre la historia de la Iglesia han surtido un impacto más profundo en mí que las siguientes palabras del presidente Brigham Young (1801–1877), sobre quien el testimonio puro ejerció una gran influencia:

“Si todo el talento, el tacto, la sabiduría y el refinamiento del mundo descansaran sobre una única persona, y esa persona fuera enviada a mí con el Libro de Mormón y me lo presentara y me declarara la verdad de él empleando la más excelsa elocuencia terrenal, intentando corroborarla mediante su conocimiento y la sabiduría del mundo, para mí habría sido como el humo que asciende y se desvanece. Cuando vi a un hombre sin elocuencia o talentos para hablar en público y que sólo pudo decir: ‘Yo sé, por el poder del Espíritu Santo, que el Libro de Mormón es verdadero, que José Smith es un Profeta del Señor’, el Espíritu Santo que procedía de aquel individuo ilumin[ó] mi entendimiento y [percibí] la luz, la gloria y la inmortalidad manifiestas ante mí”1. Empleemos las Escrituras y las palabras de los profetas para examinar qué es el testimonio y cómo deberíamos expresarlo. 

Qué es un testimonio 

El testimonio suele definirse como el conocimiento o la certeza de una verdad que una persona declara mediante el poder convincente del Espíritu Santo. El apóstol Pablo enseñó: “...nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo” (1 Corintios 12:3). Dado que las cosas de Dios sólo pueden conocerse mediante el poder del Espíritu, del mismo modo sólo se pueden declarar por el Espíritu, y eso es testificar.

Puesto que el testimonio es personal, al compartirlo solemos emplear el verbo en primera persona del singular (por ejemplo: sé; aunque a veces los padres, los misioneros o los líderes de la Iglesia tal vez emplean la primera persona del plural: sabemos). El testimonio se puede reconocer por el empleo de verbos poderosos, como son: saber, testificar, creer, dar fe, declarar, afirmar, dar testimonio. A menudo comprende la declaración de lo que uno sabe, siente, experimenta o cree, como por ejemplo: “¡Escuchamos!

¡Contemplamos! ¡Admiramos!” (José Smith— Historia 1:71, nota). Habitualmente, un testimonio es una declaración breve, precisa y concisa.

El presidente Boyd K. Packer, Presidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles, compartió la siguiente observación: “En el campo misional tuve una experiencia que me sirvió para aprender mucho en cuanto al testimonio. A pesar de que todo parecía estar bajo control, no progresábamos como debíamos. No se trataba precisamente de algo que estábamos haciendo cuando en realidad no debíamos hacerlo, sino de algo que debíamos hacer y que no estábamos haciendo.

“Llevamos a cabo una serie de conferencias de zona para incrementar la espiritualidad en la misión. En vez

de programar instrucciones sobre la mecánica de la obra misional, decidimos efectuar reuniones de testimonios. En la última conferencia, en el testimonio de uno de los humildes élderes, encontré la solución al problema. Hubo algo diferente en cuanto a la declaración de aquel atemorizado y nuevecito misionero. No estuvo de pie por más de un minuto, pero pese a ello, por medio de su expresión comprendí qué era lo que faltaba.

“Los testimonios que escuchamos de todos los demás misioneros se ajustaron, más o menos, a las siguientes palabras: ‘Estoy agradecido por estar en el campo misional. He aprendido muchas cosas. Tengo un buen compañero. He aprendido mucho de él. Estoy agradecido por mis padres. Mi compañero y yo tuvimos una experiencia interesante la semana pasada. Estábamos folleteando y...’ Entonces el misionero relataba la experiencia y después decía algo más o menos así: ‘Estoy agradecido por estar en el campo misional. Tengo un testimonio del Evangelio’, y terminaba diciendo ‘en el nombre de Jesucristo. Amén’.

“Pero el testimonio del misionero que mencioné fue diferente. Sin el más mínimo interés de tomar mucho tiempo dijo simple y rápidamente con voz temblorosa: ‘Sé que Dios vive. Sé que Jesús es el Cristo. Sé que tenemos un profeta de Dios guiando esta Iglesia. En el nombre de Jesucristo. Amén’. “Ése fue un testimonio. No fue simplemente una experiencia ni una manifestación de agradecimiento, sino que se trató de una declaración y de una testificación.

“La mayoría de los misioneros habían dicho que tenían un testimonio pero no lo habían declarado. Este otro joven élder lo había declarado en pocas palabras, en forma directa y elemental, pero al mismo tiempo poderosa.

“Fue entonces que comprendí lo que estaba funcionando mal en la misión. Nos estábamos limitando a relatar experiencias, a expresar agradecimiento, a reconocer que teníamos un testimonio, mas no estábamos testificando”2.

La Primera Presidencia ha recalcado la importancia deser breves y concisos al dar testimonio: “Nos preocupa que haya miembros que desean compartir su testimonio durante una reunión de ayuno y testimonios y no tengan la oportunidad de hacerlo. Se insta a los obispados a ayudar a todas las personas a aprender cómo expresar un testimonio breve y sincero del Salvador, de Sus enseñanzas y de la Restauración, para que haya más miembros que tengan la oportunidad de participar”3.

Lo que no es un testimonio 

En ocasiones se puede aprender mucho acerca de un principio al determinar lo que no es. He aprendido que un testimonio:

• No es una exhortación. Las personas que se ponen de pie durante la reunión de ayuno y testimonios y exhortan a los demás o incluso tratan de llamarlos al arrepentimiento, aun con la mejor de las intenciones, usurpan la autoridad y con frecuencia ofenden a los presentes y perturban el espíritu de la reunión.

• No es una experiencia, a pesar de que las experiencias pueden ilustrar creencia y convicción.

• No es una manifestación de gratitud o de amor, aunque frecuentemente esos sentimientos se incluyen apropiadamente cuando se comparte un testimonio.

• No es una confesión pública.

• No es un sermón ni un discurso sobre un punto de doctrina, aunque alguien podría citar un pasaje de las Escrituras y a continuación dar testimonio de él.

• No es una larga explicación de cómo es que se sabe sino de lo que se sabe.

• No es simplemente pronunciar las palabras: “Tengo un testimonio”

. No es incorrecto decir eso, pero es de esperarse que, después de pronunciarlas, se exprese algo acerca de las doctrinas, de las verdades y de los principios de los que se tiene un testimonio. 

Cómo dar testimonio durante las lecciones y los discursos  

Después de impartir una lección o dar un discurso, por lo general la persona debiera concluir su mensaje con un testimonio formal, como punto culminante de todo lo que se haya dicho. Los misioneros de tiempo completo suelen incluir un testimonio breve y conciso al final de cada principio clave que enseñan y luego concluyen la charla con un testimonio a modo de resumen de los principios clave que se enseñaron.

Aconsejo a los maestros que actúen con cautela en el aula o desde el púlpito a fin de no abusar del uso del testimonio durante sus lecciones y discursos. Es posible que los miembros no escuchen con atención, ni por medio del Espíritu, a testimonios demasiado frecuentes, y los investigadores podrían quedar confusos. Peor aún, podrían interpretar el testimonio como una especie de expresión legal o jurídica. Sencillamente, podríamos hacer que lo sagrado se volviera trivial, con lo que se perdería la fuerza de nuestro testimonio. El Señor nos advierte: “...lo que viene de arriba es sagrado, y debe expresarse con cuidado y por constreñimiento del Espíritu” (D. y C. 63:64). 

Ejemplos de testimonios 

En las Escrituras hay numerosos ejemplos de testimonios puros. Alma sabía que, a fin de rescatar a su pueblo, debía expresar un testimonio puro (véase Alma 4:19). Primero dice a su pueblo cómo es que sabe (véase Alma 5:45–46) y luego da testimonio puro de lo que sabe: “Os digo yo que sé por mí mismo, que cuanto os diga concerniente a lo que ha de venir es verdad; y os digo que sé que Jesucristo vendrá; sí, el Hijo, el Unigénito del Padre, lleno de gracia, de misericordia y de verdad. Y he aquí, él es el que viene a quitar los pecados del mundo, sí, los pecados de todo hombre que crea firmemente en su nombre” (Alma 5:48).

Otro poderoso ejemplo de un testimonio puro se halla en el relato del profeta José Smith y de Sidney Rigdon de la visión de los tres grados de gloria: “Y ahora, después de los muchos testimonios que se han dado de él, éste es el testimonio, el último de todos, que nosotros damos de él: ¡Que vive! “Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es el Unigénito del Padre; “que por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios” (D. y C. 76:22–24).

El libro José Smith—Historia, en la Perla de Gran Precio, se publica en formato de folleto para la obra misional con el título El testimonio del profeta José Smith (artículos 36081 y 32667 002). En este relato, el Profeta declara de manera sencilla pero directa: “...había visto una visión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo, ni osaría hacerlo; por lo menos, sabía que haciéndolo, ofendería a Dios y caería bajo condenación” (José Smith—Historia 1:25). Sabemos que Juan el Bautista expresa un testimonio puro cuando emplea la expresión doy testimonio: “Y yo, Juan, doy testimonio de que vi su gloria, como la gloria del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad, sí, el Espíritu de verdad que vino y moró en la carne, y habitó entre nosotros... “Y yo, Juan, doy testimonio, y he aquí, los cielos fueron abiertos, y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma y reposó sobre él; y vino una voz de los cielos, que decía: Éste es mi Hijo Amado. “Y yo, Juan, testifico que recibió la plenitud de la gloria del Padre” (D. y C. 93:11, 15–16).

En algunos pasajes de las Escrituras, el Padre o el Hijo también dan testimonio. Por ejemplo, Nefi oyó el testimonio de Dios el Padre, que declaró: “...Sí, las palabras de mi Amado son verdaderas y fieles. Aquel que persevere hasta el fin, éste será salvo” (2 Nefi 31:15).

El Salvador testificó del profeta José Smith y de la traducción del Libro de Mormón: “Y ha traducido el libro, sí, la parte que le he mandado; y vive vuestro Señor y vuestro Dios, que es verdadero” (D. y C. 17:6).

El Salvador testificó de Sí mismo: “Soy el primero y el último; soy el que vive, soy el que fue muerto; soy vuestro abogado ante el Padre” (D. y C. 110:4).

Siento un profundo agradecimiento por el poder del testimonio puro. Sigo examinando la forma en que expreso mi propio testimonio a fin de que se ciña a los principios correctos que se enseñan en las Escrituras y que imparten los profetas de los últimos días. Testifico que la expresión de un testimonio puro va acompañada de poder divino. 

NOTAS
1. Deseret News, 9 de febrero de 1854, pág. 4; véase
Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia:
Brigham Young, 1997, pág. 73.
2. Véase Enseñad Diligentemente, 1985, págs.
283–284.
3. Carta de la Primera Presidencia, 2 de mayo de 2002;
véase también M. Russell Ballard, “Testimonio puro”,
Liahona, noviembre de 2004, págs. 40–43.

ABRID VUESTRAS BOCAS

ABRID VUESTRAS BOCAS

Los Santos de los Últimos Días son el pueblo mas bendecido sobre la faz de la tierra, más que cualquiera otro que jamás vivió sobre ella. Porque como todas las otras personas que existen hoy día vivimos en una época de progreso material sin precedentes. La gente tiene más cosas que en cualquier época de la historia. La ciencia médica ha podido lograr y avanzar mas que nunca. Las enfermedades que antes eran pestilencias trágicas ya no constituyen problemas, y parece que con el tiempo todas las enfermedades serán conquistadas. El transporte es mas eficaz, rápido, y seguro que en toda la historia registrada. La comunicación se utiliza en un nivel que ni se imaginaba posible hace dos décadas. Hoy es el día del cual los profetas soñaron, hablaron y que tanto anhelaban ver. Y nosotros vivimos en medio de todo esto.

Además de esto, el Señor nos ha concedido el reino de Dios en la tierra. Leamos sus palabras y escuchémoslas: ‘‘De cierto os digo, que sois escogidos de entre el mundo para declarar mi evangelio con el son de alegría, como con la voz de trompeta. Elevad vuestros corazones y alegraos, porque yo estoy en medio de vosotros, y soy vuestro abogado ante el Padre; y es su buena voluntad daros el reino. ’’ (D & C 29:4-5) ‘‘No temáis pequeña grey, el reino es vuestro hasta que yo venga. He aquí, vengo pronto. Así sea. ’’ (D & C 35:27) El reino es nuestro.

Y otra cosa que contribuye a la singularidad de nuestros días es que tenemos un profeta viviente quien nos ayuda a transitar este corto tiempo de probación. Así que no seamos impedidos por nuestras tontas equivocaciones. La ignorancia es costosa. Hay tantas decisiones que aparentan ser igualmente virtuosas que es casi imposible tomar decisiones correctas. Cuán generoso y bondadoso es el Señor por haber mandado un profeta para guiarnos. Debemos diligentemente buscar y hacer casa a sus palabras, porque se nos dan simplemente para proporcionar la felicidad.

Ahora, entre los milagros de la humanidad moderna, hemos sido milagrosamente escogidos para declarar el evangelio. ¿Y cómo estamos desempeñando actualmente esta tarea bajo el peso de tal responsabilidad? Escuchemos las palabras del profeta viviente: ‘‘Mis queridos hermanos y hermanas, me parece muy clara y de hecho me pesa la impresión, que la Iglesia he llagado al punto de crecimiento y madurez tal, que finalmente se nos permitirá avanzar de una manera mucho mayor. Hemos vacilado sobre el mismo nivel por mucho tiempo. Reanudemos nuestra jornada hacia arriba. Pongamos fin a nuestra renuencia en socorrer a los de más, ya sea en nuestros hogares, barrios, o vecinos. ’’

Aparentemente, esto es nuestro problema. Somos renuentes a ayudar a los de más, y el ayudar es lo que se requiere de nosotros si hemos de servir al Señor. Estoy convencido de que el auxiliar a los de más es la única forma en que rendimos servicio al Señor. La doctrina del rey Benjamín es verdadera todavía ‘‘…Cuando os halláis en el servicio de vuestros semejantes, sólo estáis en el servicio de vuestro Dios. ’’ (Mosiah 2:17)

En base a las palabras de Dios, tanto a los profetas antiguos como a los modernos, nuestra gran responsabilidades es la de llegar a los demás. De acuerdo con las palabras del profeta viviente esto incluye:

(1) los miembros de nuestra propia familia, aunque sea un grupo comparativamente pequeño.

(2) Nuestro barrios o ramas incluyendo a los inactivos y futuros elderes, que es un grupo un poco más amplio. Y la categoría más grande es:

(3) Nuestros vecindarios: la gran muchedumbre de los no-miembros del mundo, a la cual Dios ama tanto como a aquellos de sus hijos que han aceptado su evangelio y están fielmente viviendo sus principios.

A veces tenemos la idea de que Dios ama más a los fieles Santos de los Últimos Días que los católicos, Bautistas, metodistas, o Bautistas. Sin embargo, tal no es el caso. Jacob en el Libro de Mormón registra; ‘‘Y ahora, hermanos míos, os he hablado acerca del orgullo; y aquellos de vosotros que habéis afligido a vuestro prójimo, y lo habéis perseguido a causa del orgullo de vuestros corazones por las cosas que Dios os dio, que tenéis que decir de esto? No creéis que tales cosas sean abominables para aquel que creó toda carne?. Y en su vista un ser es tan precioso como el otro. Y toda carne viene del polvo; y con el mismo fin El los ha creado: para que guarden sus mandamientos y lo glorifiquen para siempre.’’ (Jacob 2:20-21)  DESCARGAR

LOS FUNERALES EN LA IGLESIA

LOS FUNERALES EN LA IGLESIA

Un vecino me contó una vez que hace muchos años, en la época en que él era misionero, iba con su compañero un día por la cresta de una montaña cuando vieron a un grupo de gente reunida cerca de una cabaña que había en la falda del cerro. Los vecinos se habían reunido para un funeral; un niñito se había ahogado y sus padres mandaron buscar a un predicador para que hablara. El ministro, que recorría a caballo la región, raramente visitaba a aquellas familias aisladas. Pero, si surgían problemas, ellos lo mandaban buscar. Iban a enterrar al pequeño en una tumba que habían abierto cerca de la cabana. Los élderes se quedaron detrás de todos, mientras el ministro se aprestaba a comenzar su sermón para los dolientes.

Si los padres esperaban recibir algún consuelo de aquel religioso, les aguardaba una ingrata sorpresa. El los reprendió porque el niño no había sido bautizado, y les dijo crudamente que su hijito estaba perdido en un tormento sin fin y que ellos tenían la culpa.

Una vez que cubrieron la tumba y después que los vecinos se fueron, los élderes se acercaron a los apesadumbrados padres. "Somos siervos del Señor", le dijeron a la madre, que sollozaba, "y tenemos un mensaje para ustedes".

Mientras los afligidos esposos escuchaban, los élderes les explicaron el plan de redención citando esto del Libro de Mormón: "Los niños pequeños no necesitan el arrepentimiento, ni tampoco el bautismo" (Moroni 8:11). Y después les expresaron su testimonio de la restauración del evangelio.

Me inspira lástima aquel predicador ambulante, porque hizo lo mejor que pudo con la luz y el conocimiento que poseía. Pero hay mucho más de lo que él tenía para dar. ¡Cuán grande es el consuelo que nos da la verdad en tiempos de pesar! 

Puesto que la muerte siempre nos acompaña, el conocimiento de lo esencial que es ese paso en el plan de salvación es de un valor inmenso y práctico. Cada uno de nosotros debe saber cómo y por qué tuvo su origen.

La muerte vino al mundo en el momento de la Caída. Me resulta más fácil comprender esa palabra, Caída, en las Escrituras si la relaciono tanto con un lugar como con una condición. Caer quiere decir descender a un lugar más bajo.

La caída del hombre fue un cambio de la presencia de Dios a la vida mortal en la tierra. Tuvo, que sufrir ese cambio a un lugar más bajo como consecuencia de haber desobedecido una ley.

Caída también puede describir un cambio en la condición. Por ejemplo, la fama o la prominencia de una persona puede caer. Esta palabra describe lo que pasó cuando Adán y Eva fueron expulsados del Jardín; sus cuerpos sufrieron una transformación.

Los cuerpos de carne y huesos se convirtieron en cuerpos temporales. Temporal es lo mismo que temporario. Las Escrituras dicen: "Porque la vida de toda carne, es su sangre..." (Levítico 17:14; véase también Deuteronomio 12:23; Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 241,456.)

El presidente Kimball explicó lo siguiente: "La sangre, el elemento que da vida a nuestro cuerpo, reemplazó a la substancia más

refinada que circulaba por los cuerpos de ellos hasta ese momento. Así, ellos y nosotros nos volvimos mortales, sujetos a la enfermedad, el dolor, e incluso la desintegración física a la que llamamos muerte" (Ensign, sept. 1978, págs. 5-6).

Después del cambio de la Caída, los cuerpos de carne y huesos con sangre (al contrario de nuestro cuerpo espiritual) no podían perdurar. La sangre trajo consigo un límite para la vida; fue como si se hubiera puesto un reloj y se hubiera marcado una hora. A partir de entonces, todo se movió inexorablemente hacia la muerte. Repito, temporal quiere decir temporario.La muerte es la realidad de la vida. Cuando se presentan ciertas condiciones debido a la edad, una enfermedad o un accidente, el espíritu se separa del cuerpo. La muerte puede ser trágica cuando el que muere es alguien de quien depende la felicidad de otras personas, pues muchos mueren demasiado jóvenes. Otras veces es lenta en llegar a quien la espera ansioso por reunirse con los seres queridos que se han ido antes. Algunos pasan dulcemente del sueño a la otra vida, mientras que otros tienen que soportar un largo sufrimiento. También sabemos que la muerte puede ser terrible y violenta.Amenazar con quitar la vida, o quitarla, aun la propia en el suicidio, es ofender a Dios porque El "lo ha prohibido. . . desde el principio del hombre" (Éter 8:19).Tengo la convicción de que en el mundo espiritual, antes del nacimiento, esperamos ansiosos el momento de entrar en la vida mortal. También creo que estábamos dispuestos a aceptar cualquier condición que se nos presentara en esta vida; quizás supiéramos que la naturaleza impondría límites a la mente, el cuerpo y la vida misma. Estoy seguro de que, de todos modos, esperamos ansiosamente nuestro turno.Descargar y seguir leyendo

NUESTRAS HERMANAS DESDE EL PRINCIPIO

NUESTRAS HERMANAS DESDE EL PRINCIPIO

Hermana Barbara B. Smith.  

A todas las madres en Israel, las hijas en Sión: 

Siento una gran humildad ante esta oportunidad de dirigirme a vosotras; me siento honrado, y, al mismo tiempo, deseo someterme al Espíritu Santo para recibir de El guía y elocuencia, a fin de que lo que diga sea lo que el Señor desea. Quiero hablar de lo que han sido nuestras hermanas, desde el principio de los tiempos, y he tomado mi tema de las siguientes palabras de Alma:

"Y El comunicas u palabra .a los hombres por medio de ángeles; sí, no sólo a los hombres, sino a las mujeres también. Y esto no es todo; muchas veces les son dadas palabras a los niños que confunden al sabio y al instruido." (Al. 32:23. )

En todas las cosas espirituales, en todo lo relativo a los dones del Espíritu, en lo relacionado con la revelación, la obtención de un testimonio y las visiones, en todo lo concerniente a la santidad y a lo divino como resultado de una conducta recta y justa, hombres y mujeres ocupan una posición de absoluta igualdad ante el Señor. El no hace acepción de personas o de sexo, sino que bendice a todos los hombres y mujeres que lo busquen, lo sirvan y guarden Sus mandamientos.

El Señor es misericordioso e imparte de Su gracia a todos aquellos que lo aman, y se deleita en honrar a los que le sirven en justicia hasta el fin, sean hombres o mujeres. A ellos les ha prometido revelarles todos los misterios de Su reino; la comprensión de éstos irá más allá del velo, y a ellos El les revelará cosas que el ojo mortal no ha visto, ni el oído ha escuchado, ni han entrado en el corazón del hombre. (Véase D. y C. 76:5 10.) Y a( hablar así, me refiero tanto a hombres como a mujeres; desde luego, no vacilo en afirmar que desde el principio, éstas han poseído grandes talentos espirituales.

El Señor, en su infinita bondad y sabiduría, siempre ha estimado altamente a la mujer, la ha honrado y dignificado en Su reino terrenal y en Sus tratos con el hombre en una forma que algunos de nosotros quizás no podamos siquiera imaginar.

Desearía ahora invitaron a repasar conmigo algunas escenas que muestran a nuestras hermanas, en el presente, el pasado y el futuro, escenas que se encuentran o se encontrarán registradas en las Escrituras o en nuestra historia.

María, la virgen bendecida

Encontramos a María en Nazaret de Galilea, una joven de alrededor de dieciséis años, que recibe la visitación del ángel Gabriel, el ministro angélico que sigue a Miguel en importancia en la jerarquía celestial. Gabriel ha venido para anunciarle:

"...concebirás... y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.

...será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre.

El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra... será llamado Hijo de Dios." (Lu. 1:30 35.)

En mi opinión, María es una de las mujeres más grandiosas que haya vivido sobre la tierra, la hija espiritual de Dios, nuestro Padre. Ella fue escogida para proveer un cuerpo para su Hijo, que debía nacer en la carne como cualquier otro mortal.

Vemos a María trasladándose de Nazaret de Galilea a Belén de Judea, a fin de estar en el lugar donde, de acuerdo con la profecía, había de nacer el Hijo de Dios.

"Instruye al niño en su camino…” (Proverbios 22:6.)

"¿Se dará cuenta ella de que siempre veo su

ejemplo y trato de imitarla en todo lo que hace?"

"Alarga su mano al pobre." (Proverbios 31:20.)

"Aprenderemos algunas de nuestras más grandes

experiencias mientras damos de nosotras mismas con amor."

Hermana Barbara B. Smith.

"Y también han de enseñar a sus hijos a orar y

a andar rectamente delante del Señor." (D. y C. 68:28.)

"El espíritu de los hijos de Dios llega la unidad

familiar investido de mortalidad por sus padres

terrenales, con todo el derecho de pensar que

tendrá un lugar lleno de amor en el cual crecer hasta

llegar a la madurez. Quizás no haya en el mundo un

laboratorio mayor para expresar el amor de Cristo

como el que existe en la familia."

Hermana Barbara B. Smith.

"La exaltación, y finalmente la divinidad, no son

posibles a menos que un hombre y una mujer sean

unidos y se presenten ante el Señor como si fueran

uno, . ..porque la gran obra creativa de la

exaltación necesita tanto al hombre como a la

mujer... Un buen matrimonio requiere que cada

uno dé al otro lo mejor de lo que es, y lo mejor de lo

que puede llegar a ser." 

Hermana Barbara B. Smith.  

La vemos llegar con el vientre hinchado y fatigada después de la larga jornada, y dirigirse a la posada, que consiste de un gran patio central para los animales, rodeado de cuartos donde duermen los viajeros. Todas las habitaciones están ocupadas, y la vemos ir con José a acostarse en un pesebre. Esa noche, Dios envía a su Hijo al mundo, y se oye cantar a los coros celestiales y a los ángeles rendir alabanzas.

La vemos después atravesar un largo período de dificultades, pruebas y agitación; viaja a Egipto con José y el Niño, y, sin duda, se quedan allí con parientes o amigos. La vemos de regreso en Nazaret en su papel de madre que influye en los años de desarrollo del Hijo de Dios, que le enseña a caminar, a hablar, a aprender el credo principal del judaísmo y todos los demás requisitos religiosos que prevalecían entre los judíos. La vemos en Caná de Galilea, ejerciendo cierta influencia en una fiesta de bodas, e invitando a su hijo a hacer algo que daría comienzo a su ministerio de milagros.

Finalmente, la vemos de pie frente a la cruz, cuando su hijo le dice señalando a Juan, el discípulo amado: "He ahí tu hijo", y a él, señalando a María: "He ahí tu madre" (Juan 19:26, 27). Desde aquel instante, Juan la lleva a su propio hogar.

Creo que en la conducta de María podemos ver un modelo de devoción y sumisión a la voluntad del Señor, que es ejemplo perfecto para todas las mujeres. Descargar discurso completo

EL PAPEL DE LA MUJER

EL PAPEL DE LA MUJER
Hoy me gustaría hablar sobre el papel de la mujer en esta Iglesia, en donde tenemos un incomparable grupo de maravillosas esposas, madres y mujeres solteras, comprometidas en la obra del Señor, y al servicio de sus compañeros. Están afiliadas a la Sociedad de Socorro, la principal organización femenina; a la Primaria, en donde se instruye a nuestros hijos; a la Escuela Dominical, donde se enseña a todos el evangelio del Señor; a la Asociación de Mejoramiento Mutuo y la de Miras Mutuas, que proporcionan actividades físicas y sociales a jóvenes y adultos; y sirven con dedicación y destreza en otras actividades.
Después de discutir con algunos hombres sobre diferentes asuntos de negocios, la conversación se volvió más informal cuando uno de ellos dijo: "Yo tengo a la esposa más maravillosa del mundo."
Otro dijo: "Eso es lo que crees. Yo pienso que soy yo quien tiene a la mejor." El tercero dijo: " ¡Qué bendición tan grande es tener una esposa a la que se ama, que lo ama a uno, que es una buena ama de casa y madre, con grandes ideales, que cree en Dios y quiere ayudar a su familia a aceptar y vivir las enseñanzas del evangelio de Jesucristo! "
¿Qué mujer desearía una gloria o tributo mayor que el proveniente de un esposo comprensivo y amoroso? El aplauso y homenaje del mundo se minimizan cuando se comparan con el apoyo de Dios y las exposiciones de amor y aprecio que nacen en los labios y corazones de aquellos que la rodean y la aprecian. 

LA MUJER ES ESPECIAL 

Dios ha puesto en claro desde el principio, que la mujer es muy especial y ha aclarado también su posición, obligaciones y destino en el plan divino.

Pablo dijo que el varón es imagen y gloria de Dios, y que la mujer es la gloria del varón; también que con el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón. (Ver 1 Cor. 11:7, 11.) Notaréis que se menciona a Dios significativamente en relación con esta gran asociación y no debemos olvidar que uno de los mayores privilegios, bendiciones y oportunidades es que la mujer pueda ser compañera de Dios en la tarea de traer al mundo a sus hijos espirituales.

Este glorioso concepto es de una importancia tal que Satanás y sus legiones están usando argumentos científicos y propaganda nefasta para engañarlas, haciéndolas que se alejen de sus responsabilidades primordiales como esposas, madres y amas de casa. Se habla de emancipación, independencia,    liberación sexual, control de la natalidad, abortos y demás propaganda insidiosa que rebaja el papel de la mujer; todo lo cual no es sino los medios que Satanás emplea para destruir a la mujer, el hogar y la familia, la unidad básica de la sociedad. 

MEDIOS QUE UTILIZA SATANÁS 

Algunos de los medios más eficaces incluyen la radio, la televisión y las revistas donde abunda la pornografía, rebajando a la mujer y usándola como símbolo sexual —explotación sexual— como la llaman algunos. La ropa inmodesta, las drogas y el alcohol destruyen la castidad, la virtud y aun la vida misma. Con la comunicación y transporte modernos, un mayor número de personas se entera de muchas cosas, que de no contar con estos avances, sería muy difícil enterarse. Debido a esto, se están sintiendo muchas influencias y efectos degradantes.

Sí, tanto los jóvenes como los adultos pueden obtener pornografía, drogas y alcohol en cantidades alarmantes que están destruyendo los valores morales y deteriorando las mentes y los procesos del razonamiento de aquellos que sucumben ante estos engaños demoniacos. 

CONTAMINADORES DE LA MENTE 

El presidente Dallin Oaks, de la Universidad de Brigham Young, dijo recientemente al cuerpo estudiantil:

"Estamos rodeados de ejemplos que fomentan  las relaciones sexuales ilícitas, tales como publicaciones, revistas y aun las pantallas de cine .Las historietas y películas pornográficas y eróticas son peores que una comida inmunda o descompuesta.

Nuestro organismo tiene defensas que lo protegen de una comida dañina; pero la mente no puede desembarazarse de la inmundicia. Una vez que se ha grabado, siempre permanecerá en la mente proyectando sus pervertidas imágenes y alejándonos de las cosas edificantes de la vida".

Es muy importante que nuestras jóvenes se mantengan alejadas de esa clase de contaminación. Las jóvenes de hoy son las mujeres del mañana, y es necesario que se preparen para desarrollar ese papel. ¿Se imaginan la clase de mundo que tendremos en el futuro si las jóvenes de hoy se debilitan moralmente a tal grado que no enseñen la virtud en sus hogares, y si sus hijos, si es que los tienen, no son criados en hogares santificados por las leyes del matrimonio? Discurso completo

CORAZÓN DE MADRE

CORAZÓN DE MADRE

JULIE B. BECK
Primera Consejera

de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

 

Al cultivar un “corazón de madre”, cada niña y cada mujer se prepara para su misión divina y eterna de maternidad.A menudo he oído a mi padre describir a mi madre como una mujer con “corazón de madre”, lo cual es cierto. Su influencia maternal la han sentido muchos centenares, o quizás miles, de personas, dado que ella ha refinado su función de madre en grado superlativo. Su testimonio del Evangelio restaurado de Jesucristo y la clara percepción de su identidad y propósito han guiado su vida.

Ella tardó más que la mayoría de las mujeres en conocer al que sería su marido, pero antes de casarse, dedicó su vida a progresar. Aunque era poco común en su tiempo, prosiguió estudios universitarios y era una destacada profesional. Después de casarse, los hijos llegaron en rápida sucesión, y dentro de unos años, era madre de una familia numerosa. Todo el conocimiento que había adquirido, todas sus facultades y dones naturales, y toda su preparación, ella los invirtió en una organización que no tenía límites terrenales. Como hija de Dios fiel a sus convenios, se había preparado toda la vida para la maternidad.

¿Qué es tener “corazón de madre” y cómo se logra tenerlo? Se aprenden algunas de esas cualidades en las Escrituras. Parafrasearé Proverbios: “Mujer… [con corazón de madre]… ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas… con voluntad trabaja con sus manos… y planta viña del fruto de sus manos… Alarga su mano al pobre… Fuerza y honor son su vestidura… Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua. Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde” (Proverbios 31:10,13, 16, 20, 25–27). La mujer con “corazón de madre” tiene un testimonio del Evangelio restaurado y enseña los principios del Evangelio con convicción; guarda los convenios sagrados que ha hecho en los santos templos; comparte sus talentos y sus conocimientos con generosidad; adquiere toda la instrucción que sus circunstancias le permiten, elevando su intelecto y su espíritu con el deseo de enseñar lo que aprenda a las generaciones que la siguen.

Si tiene hijos, es una “buena madre” (véase 1 Nefi 1:1) que observa y enseña las normas de conducta en absoluta conformidad con las enseñanzas de los profetas vivientes. Enseña “a sus hijos a orar y a andar rectamente delante del Señor” (D. y C. 68:28). En lugar de prestar oídos a las opiniones y a las verdades parciales del mundo, sabe que las normas del Evangelio se basan en verdades eternas e invariables; cree que la “responsabilidad primordial de… criar a [sus] hijos” es una “responsabilidad sagrada”, fundamental y digna (véase La familia: Una proclamación para el mundo). Alimentarlos físicamente es tan honroso como alimentarlos espiritualmente. Ella “no [se cansa] de hacer lo bueno” y se deleita en servir a su familia, puesto que sabe que “de las cosas pequeñas proceden las grandes” (D. y C. 64:33).

Cuánto anhelo que toda niña y toda mujer tengan un testimonio de su potencial eterno de ser madres si guardan sus convenios terrenales. “Cada una es… una amada hija espiritual de padres celestiales y, como tal, cada una tiene… un destino divino” (La familia: Una proclamación para el mundo). Como hijas espirituales de Dios, las mujeres “recibieron sus primeras lecciones en el mundo de los espíritus, y fueron preparad[as] para venir” (D. y C. 138:56) a la tierra; “se hallaban entre los nobles y grandes” (D. y C. 138:55) que “se regocijaban” (Job 38:7) por la creación de la tierra porque se les daría un cuerpo físico junto con la oportunidad de ser “probados” en una esfera mortal (véase Abraham 3:25).

Desearon trabajar codo a codo con hombres justos a fin de alcanzar las metas eternas que ni ellas ni ellos podrían alcanzar cada uno por su lado.

La función de la mujer no comenzó en la tierra y no termina aquí. La mujer que valora la maternidad en la tierra valorará la maternidad en el mundo venidero, y “donde esté [su] tesoro, allí estará también [su] corazón” (Mateo 6:21). Al cultivar un “corazón de madre”, cada niña y cada mujer se prepara para su misión divina y eterna de maternidad. “Cualquier principio de inteligencia que [logre] en esta vida se levantará con [ella] en la resurrección; y si en esta vida una persona adquiere más conocimiento e inteligencia que otra, por medio de su diligencia y obediencia, hasta ese grado le llevará la ventaja en el mundo venidero” (D. y C. 130:18–19).

He visto en la vida que algunos de los más auténticos “corazones de madre” laten en el pecho de mujeres que no criarán a hijos propios en esta tierra, pero ellas saben que “todas las cosas tienen que acontecer en su hora” y que están “poniendo los cimientos de una gran obra” (D. y C. 64:32–33). Al guardar sus convenios, están invirtiendo en un gran y prestigioso futuro porque saben que “a quienes guarden su segundo estado, les será aumentada gloria sobre su cabeza para siempre jamás” (Abraham 3:26).

Hace poco estuve en un parque donde conocí a un grupo de mujeres con “corazón de madre”. Son mujeres jóvenes y fieles a sus convenios, inteligentes y con licenciaturas de respetadas universidades. Dedicaban sus muchos dones a proyectar la cena para aquel día y a compartir ideas sobre el gobierno de una casa. Enseñaban a pequeños de dos años a ser bondadosos unos con otros, calmaban a los bebés, consolaban a los chiquitines que se quejaban de algo y les enjugaban las lágrimas. Pregunté a una de esas madres cómo pudo trasladar sus talentos de tan buen grado a la función de madre. Ella me respondió: “Sé quién soy y lo que debo hacer. Todo lo demás deriva de eso”. Esa joven madre edificará la fe y el carácter en la próxima generación con una oración familiar a la vez, una sesión de estudio de las Escrituras, un libro leído en voz alta, una canción, una comida familiar tras otra. Se ha embarcado en una gran obra y sabe que “herencia de Jehová son los hijos… [y]… [bienaventurada la mujer] que llenó su aljaba de ellos” (Salmos 127:3, 5). Ella sabe que la influencia de una madre recta y concienzuda que persevera día tras día es mucho más perdurable, mucho más poderosa y mucho más prestigiosa que cualquier puesto o institución terrenales inventados por el hombre. Entiende que, si es digna, tiene el potencial de ser bendecida como Rebeca de antaño de llegar a ser “madre de millares de millares” (Génesis 24:60).

Las mujeres fieles a sus convenios que tienen corazón de madre saben que, ya sea que la maternidad llegue temprano o tarde, ya sea que sean bendecidas con “su aljaba” llena de hijos aquí en la vida terrenal o no, ya sea que sean solteras, casadas o que hayan quedado solas a cargo de sus hijos, en los santos templos son “[investidas] con poder de lo alto” (D. y C. 38:32) y que, con esa investidura, reciben las bendiciones prometidas y “las creen y las [aceptan]” (véase Hebreos 11:13).

Toda niña y toda mujer que hace y guarda convenios sagrados puede tener “corazón de madre”. No hay límite para lo que una mujer con “corazón de madre” puede llevar a cabo. Las mujeres justas han cambiado el rumbo de la historia y continuarán haciéndolo, y su influencia se extenderá y crecerá a un ritmo cada vez más rápido a lo largo de las eternidades. Cuán agradecida estoy al Señor por confiar a las mujeres la divina misión de la maternidad. Al igual que la madre Eva, “me regocijo” (véase Moisés 5:11) por saber esto. En el nombre de Jesucristo. Amén.

AMOR VERSUS LUJURIA

AMOR VERSUS LUJURIA

Aunque esta es una responsabilidad bien seria y no fácil de cumplir, estoy deseoso de discutir con Uds. algunos asuntos de gran importancia. Yo amo a los jóvenes, me regocijo con ellos cuando crecen limpios, fornidos y altos. Yo sufro con ellos cuando tienen remordimientos, desventura y problemas En medio del océano han ocurrido numerosos desastres por el choque de barcos, algunas veces con icebergs, y muchísima gente ha ido a parar a las sepulturas profundas del mar. Muy pronto tales cosas no sucederán, porque iodos los barcos serán equipados con radar, el cual alertará a los oficiales del barco, que una colisión es inminente. Una grabación será activada automáticamente, repitiendo desde la obscuridad? "Está es una alerta. El barco se está aproximando a un objeto. Esta es una alerta. El barco se está aproximando a un objeto", y la voz no será acallada hasta que el encargado vaya a la sala de radar y corte la grabación. Esto va a permitir que los barcos alteren sus cursos y salven vidas.

Yo creo que nuestros jóvenes son completamente y básicamente buenos y sanos: pero ellos también se encuentran viajando en océanos, los cuales para ellos son por lo menos parcialmente conocidos; donde existen bancos de arena, donde grandes desastres pueden ocurrir, a menos que se ponga atención a las amonestaciones.

Ayer, a medida que mi avión se encumbraba ganando altura, la voz de la azafata se escuchó claramente en el parlante: "Nos aproximamos a un área donde hay tormentas. Vinos a bordear el peligro, pero va a haber un poco de turbulencia. Vean que sus cinturones se encuentren abrochados en forma segura"

Y como líder de la Iglesia, y en una medida siendo responsable por los jóvenes y por su bienestar, levanto mi voz para decirles a los jóvenes; "Uds. se encuentran en tiempos y áreas, peligrosas. Abrochen sus cinturones, aguanten y podrán salvar la turbulencia"

Entrevisto a miles de jóvenes y muchos parecen tropezar. Algunos dan excusas por sus errores y se entregan a racionalizaciones no justificadas. Hoy día espero ser capaz de clarificar, por lo menos en parte, la posición del Dio del Cielo y su Iglesias, en algunos temas vitales.

Me gustaría hablar primeramente de palabras y relacionarlas con mi tema. Existe magia a usar las palabras en forma apropiada. Algunas personas las usan en forma exacta, mientras que otras lo hacen descuidadamente.

Las palabras son medios de comunicación, y signo - mal usados dan mala impresión. Desorden y malos encendidos con el resultado de esto. Las palabras son las que sustentan nuestra vida por completo, son las herramientas para nuestros negocios, las expresiones de nuestro cariño y los registros de nuestro progreso. Las palabras hacen que el corazón palpite y broten lágrimas de simpatía. Las palabras pueden ser sinceras o hipócritas. Muchos de nosotros nos encontramos desprovistos de palabras y somos consecuentemente torpes con nuestra forma de hablar, algunas veces esto llega a ser solamente un balbuceo y murmullo. Pablo dijo:

 

"Si por la alengua no diereis palabra bien comprensible, ¿Cómo se entenderá lo que decís?, porque hablareis al aire. (l Corintios l4:9).

Y entonces Pedro habla de Pabló y dice en sus epístolas:

 

"Entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las oirás escrituras para su propia perdición. (2 Pedro 3:l6)

Al viajar por tierras extranjeras uno llega a darse cuenta de su completa impotencia, al carecer de símbolos y palabras comprensibles.

Los obreros encargados de construir la Torre de Babel eran artesanos diestros en su trabajo Quítenles sus herramientas: ellos las reemplazarán. Quíteles su destreza: aprenderán una nueva. Pero quíteles sus medios para comunicarse con otros, y entonces la construcción de la torre debe ser abandonad!. (Poyal Bank of Ganada Letter).

Las palabras que confunden al que escucha o al que lee son peores que aquellas que no tienen valor Un vocabulario razonable de palabras bien escogidas nos da un matiz significativo, que nos permitirá hablar en forma refinada en vez de una forma burda.

Las palabras que son sinónimos poseen mucho en común, pero todavía tienen una aplicación peculiar, tal como, "niño y chiquillo", "mano y puno", "relato inexacto y mentira", atora vean la diferencia en estas cuatro frases: "Juan miró a María", "Juan dio un vistazo a María", "Juan Miró fijamente a María", "Juan miró con fiereza a María".

Una buena definición para el estilo es, "Palabras adecuadas en lugares adecuados, con pensamiento en orden adecuado".

La manera correcta de escribir encierra un gran arte. A medida que Ud.. evita la pomposidad, ambigüedad y complejidad. Ud. logra simplicidad, la cual es una de las más grandes habilidades. Esta transfiere significados adecuados a las mentes do otros en forma inmediata, sin ningún esfuerzo por parte de ellos. Ellos logran un sentimiento de sinceridad e integridad. ¿Quién podría sospechar de los motivos de uno que habla claramente y plenamente? "Las notas agrias no llegan a ser dulces porque el músico esta vez ido con una corbata blanca y smoking"  Descargar discurso completo

MATRIMONIO Y DIVORCIO

MATRIMONIO Y DIVORCIO

Presidente SPENCER W. KIMBALL   Universidad Brigham Young 7 de Septiembre, 1976

 

MIS AMADOS HERMANOS Y HERMANAS:

Esta es una situación sobrecogedora. Nací en Lago Salado, pero crecí en Thatcher, Arizona, en un lugar grande e importante del cual pocos saben. Muchas cosas ocurrieron en ese pequeño pueblito. Tuvimos las experiencias normales y usuales. Celebrábamos el cuatro de julio, teníamos competencias, actividades del colegio y todas las cosas que puede tener un pueblito de esa medida.

Era una vida gloriosa. Muchos maravillosos jóvenes eran mis compañeros o Siempre estuve orgulloso del pueblo y estaba contento de vivir allí. Por algo de cuarenta años fue mi hogar y entonces lo cambié por la ciudad de Lago Salado.

Es un real placer estar con Uds. hoy. Vengo humildemente ante Uds. para decirles algunas palabras. No les voy a dar ningún sermón espectacular, pero espero llamar vuestra atención a algunas de las cosas que nos perturban, algunos de los problemas que encaramos. No me disculpo, por lo tanto, por discutir el tema que he venido a discutir. No he venido, para entretenerles, sino que estoy aquí con una misión muy seria. Deseo hablarles de asuntos que ciento son de extrema importancia para Uds., para la gente, para el mundo y para la Iglesia.

La persona que entretiene a la gente les da lo que desean, el líder verdadero entrega a la gente lo que estos necesitan. Como Pablo, soy presionado por el Espíritu para advertirles, exhortarles y fortalecerles. Que pueda tener las bendiciones de Nuestro Padre Celestial para así hablarles.

Me doy cuenta que muchos de Uds. son casados, algunos están considerando el matrimonio y es probable que se casen los próximos años.

En otros discursos que he dado a este cuerpo estudiantil en ocasiones previas, he advertido a la juventud de Sión en contra de los pecados y vicios que tanto prevalecen en nuestra sociedad, aquellos de la impureza sexual y todos sus horribles enfoques. He hablado de la falta de modestia en los vestidos y acciones como de un proceso de ablandamiento por parte de Lucífero Aquí deseo expresar aprecio a todos aquellos que han respondido cuidadosamente a esas exhortaciones y readvierto a aquellos que las han ignorado.

Hablé claramente, advirtiendo a la juventud de las trampas que hay en acariciarse y de todas las otras perversiones en que los jóvenes y señoritas caen algunas veces o Intenté, también dar esperanza a aquellos que puedan haber traspasado los límites de la propiedad y les delinié el camino del arrepentimiento total que les traerá al perdón.

He advertido a la juventud en contra de los riesgos que hay en un matrimonio entre personas de distinta religión, y con todo el poder que poseo advertí a los jóvenes a evitar las tristezas y desilusiones que viene de casarse fuera de la Iglesia y las situaciones infelices que casi invariablemente resultan cuando un creyente se une a un no creyente.

Destaqué las exigencias que hay en los lazos espirituales que se estrechan después del matrimonio y cuando llegan los hijos, los antagonismos que naturalmente siguen a tal mal emparejamiento, el hecho de que esta y muchas otras razones arguyen elocuentemente por el matrimonio entre miembros dentro de la Iglesia, donde el esposo y la esposa tienen un fondo común, ideales y normas comunes, objetivos, esperanzas y creencias. Y sobre todo donde el matrimonio pueda ser eternalizado por medio de una entrada correcta al santo templo.

Hoy día, es mi esperanza seguir con una discusión de la vida familiar. Este no es un tópico nuevo ni espectacular, sino que vital. El matrimonio es relevante en cada vida y la vida familiar es la base de nuestra existencia.

El horrible dragón del divorcio ha entrado en nuestra vida social. Poco conocido para nuestros abuelos y ni siquiera común entre nuestros padres, este cáncer ha llegado a ser tan común en nuestra época que casi todas las familias han sido maldecidas por sus maquinaciones destructivas. DESCARGAR DISCURSO COMPLETO

LA ORGANIZACIÓN FAMILIAR CELESTIAL

LA ORGANIZACIÓN FAMILIAR CELESTIAL

Por Parley P. Pratt(Tomado de the Improvement Era)

 

El siguiente artículo apareció en 1845 en la revista "The Prophet" (El Profeta) que el hermano Pratt publicaba en la ciudad de Nueva York.

 

EL hombre es un ser eterno, así en lo que concierne a su organización material como en lo que toca a su mente y afectos. La resurrección de la muerte lo restablece a la vida con todos sus poderes, facultades corporales y mentales, y (si es vivificado por la gloria celestial) consiguientemente, lo une a su familia, amigos y parientes, para formar uno de los eslabones necesarios en la cadena que estrecha a la gran y real familia de los cielos y de la tierra en un lazo eterno de cariño y asociación consanguíneos. El orden del gobierno de Dios, tanto en lo que se mide por el tiempo como en la eternidad, es patriarcal; es decir, es un gobierno paternal. Todo padre que es levantado de los muertos y es hecho partícipe de la gloria celestial en su plenitud tendrá jurisdicción legítima en sus propios hijos y en todas las familias que de ellos nazcan por todas las generaciones para siempre jamás. 

En esta época hablamos de que los niños llegan a ser mayores de edad, como se dice, y estimamos que cuando son mayores de edad quedan libres de la autoridad de su padre. Pero no se conoce tal regla en la ley y organizaciones celestiales, ni en esta vida ni en la venidera. Según esta ley, el hijo está sujeto a su padre para siempre jamás, por los siglos de los siglos. También tenemos una regla, establecida hoy en la tierra, según la cual una mujer llega a ser la esposa de un hombre, y está sujeta a él por ley hasta que la muerte los separa. Pero en el orden celestial no es así, por la más sencilla de todas las razones, a saber, que el orden celestial es un orden de vida eterna; no reconoce la muerte y, por consiguiente, nada ha dispuesto para tal eventualidad. Por tanto, todos sus convenios y con¬tratos son eternos en cuanto a su duración y tienen por objeto enlazar a los varios miembros de la familia en una unión eterna. 

Nuestro venerable padre Adán, tomó a nuestra madre Eva por esposa cuando la familia humana y el mundo en que vivían se hallaban tan libres de la muerte como Dios y su trono. Quisiéramos preguntar, ¿qué clase de contrato celebraron, y por cuánto tiempo iba a durar? ¿Iba a efectuarse de acuerdo con el poder y unión de una vida sin fin; o era sólo para cumplir un objeto momentáneo, hasta que la muerte hiciera la separación? La respuesta es obvia. Este contrato matrimonial debe haber sido eterno, o de lo contrario, estaba comprendido en él la pecaminosa así como cruel idea de un divorcio y separación final durante sus vidas; porque debe tenerse presente que ningún concepto tenían de la muerte ni de que estarían sujetos a ella ni aun por un momento, el día en que hicieron el convenio. 

Por otra parte, el apóstol Pablo nos plantea un misterio cuando dice que no todos dormiremos en el polvo, sino los que vivan en cierta época serán cambiados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, y serán arrebatados para recibir al Señor y estar siempre con El. (1Corintios 15:51 en adelante) Como algunos de ellos indudablemente serán marido y mujer, quisiéramos preguntar ¿cuándo se cumplirá su contrato y llegará a su fin su pacto matrimonial? Convinieron en ser el uno del otro hasta que la muerte los separase (es decir, si se casaron de acuerdo con las ceremonias acostumbradas que hoy existen). Mas he aquí, la muerte no podrá separarlos; porque el cambio del estado mortal al inmortal será instantáneo. 

Además, Cristo vino para "librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre." (Hebreos 2:15) Por tanto, después de la resurrección los hombres vivirán; y vivirán para siempre, como si nunca hubiera habido muerte. En vista de ello, Dios declara que El es el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, los cuales han muerto ya; mas con todo, afirma que no es Dios de los muertos, sino de los vivos. 

Pablo propone también otro misterio, a saber, que los mandos amen "a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la Iglesia". (Efesios 5:25) Deseamos preguntar si este amor y la unión consiguiente de Cristo y su Iglesia van a terminar con la muerte y se efectuará una separación final en el mundo venidero. O si, por otro lado, la unión será más perfecta y completa en la otra vida que en ésta. Todos están de acuerdo en que el amor y la unión de Cristo y la Iglesia son eternos, y que no sólo continuarían en el otro mundo, sino que allá se harán más perfectos. De ser así, llegamos a la conclusión irrefutable de que el amor y unión de un hombre y su esposa deben continuar hasta la eternidad, y serán aun más perfectos entonces. De lo contrario, Pablo se equivocó grandemente cuando dijo que todo hombre debe amar a su mujer así como Cristo ama la Iglesia. 

Habiendo establecido el hecho o principio de la unión eterna entre el hombre y su mujer, ahora trataremos de establecer la relación eterna y autoridad, por una parte, y la obediencia que existirá entre los padres y los hijos, por otra. 

Para ilustrar este principio tenemos un precedente hermoso y sencillo. Jesucristo y su Padre continúan siendo uno en cuanto a su cariño y unión desde que Jesús se levantó de los muertos; y el Salvador sigue rindiendo obediencia a los mandatos de su Padre y también ha revelado que continuará haciéndolo hasta que haya subyugado la muerte y todo dominio, autoridad y poder. "Entonces también el Hijo mismo se sujetará a Dios." (1Corintios 15:28). Nada indica en todo esto que Jesucristo llegará a ser mayor de edad y quedará libre de toda obligación de obedecer a su Padre; por el contrario, claramente se revela que siempre le estará sujeto. Pues bien, como lo testifica el apóstol Juan, este mismo Jesús oró a su Padre que sus discípulos y aquellos que creyesen en las palabras de ellos pudieran ser uno, así como Cristo y su Padre son uno; no solamente uno con Dios y con Cristo, sino también uno entre sí, en la misma manera y con el mismo significado que ellos lo son. (Juan 17:11) Supongamos que, cumpliéndose esta oración, un hombre y sus hijos fueran discípulos de Jesús; y por último, en el mundo eterno llegan a ser uno, precisamente en el mismo modo que Cristo y su Padre son uno. ¿No estarían sujetos estos hijos a su padre en la misma manera en que Cristo está sujeto a su Padre? Por supuesto que sí.DESCARGAR DISCURSO COMPLETO

LA SOLEDAD DEL LIDERAZGO

LA SOLEDAD DEL LIDERAZGO

Un discurso dado al cuerpo de estudiantes de la Universidad de Brigham Young

4 de noviembre de 1969.

 

 

Aprecio mucho la música de la banda [la Banda sinfónica de BYU, dirigida por Richard Ballot]. Todos ustedes están ahora bien despiertos después de eso, así que haré lo que pueda para regresarlos a su estado anterior.  

He venido aquí hoy sin un discurso escrito. Tenía uno, pero lo descarté. Me desperté a las cinco de la mañana pensando en algo más, pero cuando termine supongo que ustedes dirán “debería haber seguido durmiendo”. 

No estoy aquí para predicar, y no les quiero predicar a ustedes. Es fácil predicar y lo hacemos bastante a la gente joven. Simplemente quiero hablar con ustedes. Creo que valen el tiempo que pase con ustedes. Creo que valen que razonemos juntos. 

Este es un servicio devocional. Tengo solo un deseo y es compartir algunos pensamientos en una manera muy informal, con la esperanza y ruego de que pueda traer alguna pequeña medida de inspiración hacia ustedes que los inspire. Pienso que lo necesitan, que todos lo necesitamos. Oré esta mañana para poder ser capaz de hacerlo, para ser guiado por el Santo Espíritu, y espero que sus oraciones acompañen a la mía.

 

Presidente Nixon

 

Supongo que muchos de ustedes al igual que yo, miraron anoche al Presidente Nixon dirigirse a la nación y ser escuchado por el mundo. Lo observé con mucho interés. Lo observé al limpiar el sudor de su rostro, dándome cuenta, estoy seguro, de la importancia de lo que decía. Al verlo así pensé en la terrible soledad del liderazgo.

 

La soledad del Liderazgo

 

Es verdad que el tiene consejeros. Los tiene a su disposición y puede llamar a cuantos hombre pueda para consultar, pero cuando todas las astillas han caído, tiene que enfrentarse solo al mundo, como debe ser. Los consejeros no enfrentan el fuego de cañón de la opinión pública. Eso recae en el líder. 

Al sentir yo la soledad del liderazgo por observarlo vinieron a mi mente palabras atribuidas a la Reina Victoria: “Sin calma descansa la cabeza del que lleva la corona”.

 

La guerra de Vietnam

 

Si el Señor me inspira querría hablar brevemente sobre eso. Se me preguntó cuando alguien supo que iba a hablar aquí, que dijera algo sobre la guerra de Vietnam. Estoy no muy bien dispuesto a hacerlo, pero pensando en términos del tema en general expresaré algunos pensamientos. Tengo muchos sentimientos en cuanto a este conflicto. He estado en Vietnam del Sur un número de veces. He presenciado el crecimiento de nuestras fuerzas de ser un puñado la primera vez que fui en 1961 a los 540.000 que había la última vez. Tengo un poco de sentimientos amargos sobre los aspectos del conflicto. En conversaciones privadas he hablado calmadamente, nunca en público, con cierto criticismo incisivo por algunas cosas que observé. He estado en situaciones en donde traté de consolar a aquellos que dolían sobre la pérdida de hijos escogidos. He llorado al retirarme de la cama de aquellos que han sido mutilados de por vida. Pienso haber sentido muy agudamente los sentimientos de muchos de nuestros jóvenes concerniente a este terrible conflicto en el que estamos embarcados, pero estoy seguro que estamos allí por causa de un gran espíritu humanitario en los corazones de esta nación. Estamos ahí en el espíritu de ser guardas de nuestros hermanos. Tengo confianza en que hemos sido motivados por consideraciones de este tipo más allá de las actitudes sobre la conducta de la guerra, de nuestros sentimientos sobre la diplomacia de nuestra nación, y debemos vivir con nuestra conciencia por aquellos cuya libertad hemos luchado por preservar. Estamos allí, y nos encontramos en una posición muy solitaria como líderes en el mundo, criticados tanto en el hogar como en el extranjero.

 

Vivir con nosotros mismos

 

Hay una gran soledad en el liderazgo, pero repito, tenemos que vivir con nosotros mismos. Un hombre tiene que vivir con su conciencia. Un hombre tiene vivir a la altura de sus sentimientos profundos, como lo hace una nación, y debemos enfrentar la situación. Se de pocas alternativas, si hay algunas, con las que tenemos que vivir más allá de la alternativa con la que nos vemos inmediatamente enfrentados. Pienso que es eso de lo que quiero hablar hoy. 

Hay soledad en cada aspecto del liderazgo. Pienso que de alguna manera lo sentimos en esta Universidad. BYU está en boca de discusión en toda la nación hoy en día por algunas de nuestras prácticas y políticas, y por nuestros procedimientos, pero quiero ofrecer el pensamiento de que ninguna institución ni ningún hombre jamás ha vivido en paz consigo mismo en un espíritu de compromiso. Debemos mantenernos por las políticas que hemos adoptado. Podremos preguntarnos [maravillarnos o cuestionarnos] en nuestros corazones, pero debemos mantener esa posición establecida ante nosotros por aquel que nos guía, nuestro profeta.

 

El Salvador caminó solo

 

Siempre ha sido así. El precio del liderazgo es soledad. El precio de adherirse a la conciencia es soledad. El precio de seguir principios es soledad. Pienso que es ineludible. El Salvador del mundo fue un hombre que caminó en soledad. No conozco de cualquier otra declaración que remarque más este hecho que esta patética [triste] oración: DESCARGAR DISCURSO COMPLETO

La Expiación Infinita

La Expiación Infinita

La caída de Adán trajo la muerte temporal del mundo. La muerte espiritual es estar desterrado de la presencia del Señor (2 Nefi 9:6) y morir tocante a las cosas relacionadas con la justicia, o en otras palabras, las cosas del Espíritu. (Helamán 14:15 18). La muerte temporal o natural es la separación del cuerpo y del espíritu, en la cual el cuerpo regresa al polvo del cual fue creado y el espíritu a un mundo de espíritus que esperan el día de la resurrección.

Expiar es rescatar, reconciliar, redimir, recobrar, absolver, conciliar, compensar, pagar el castigo. De esta manera la expiación de Cristo tiene la intención de rescatar a los hombres de los efectos de la caída de Adán con lo cual, se conquista tanto la muerte espiritual como temporal, nulificando su efecto permanente. La muerte espiritual por la caída se ve reemplazada por la vida espiritual de la Expiación, en el sentido de que todos los que creen y obedecen la ley del evangelio obtienen vida espiritual o eterna; vida en la presencia de Dios en donde aquellos que la disfrutan están vivos a las cosas de justicia o cosas del Espíritu. La muerte temporal de la caída se ve reemplazada por el estado de inmortalidad... en una conexión inseparable que nunca más permitirá que el cuerpo mortal vea la corrupción. (Alma 11:37 45; 12 16 18.) La inmortalidad viene como un don gratuito, por la gracia de Dios solamente, sin obras de justicia. La vida eterna es la recompensa por la "obediencia a las leyes y ordenanzas del evangelio" (3er Artículo de Fe).

"Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo", dijo Lehi. "Y el Mesías vendrá en la plenitud de los tiempos, para redimir a los hijos de los hombres de la caída" (2 Nefi 2: 25, 26). "La expiación", explica el rey Benjamín, "fue preparada desde el principio del mundo para todo el género humano que ha existido desde la caída de Adán, o que existe, o que jamás existirá hasta el fin del mundo" (Mosíah 4:7).

Y Moroni enseñó que Dios "Creó a Adán, y por Adán vino la caída del hombre. Y por causa de la caída del hombre, vino Jesucristo, sí, el Padre y el Hijo; y por Jesucristo vino la redención del hombre. Y a causa de la redención del hombre, que vino por Jesucristo, son llevados de vuelta a la presencia del Señor; sí, en esto son redimidos todos los hombres, porque la muerte de Cristo efectúa la resurrección, por medio de la cual viene una redención de un sueño eterno, del que todos los hombres despertarán, por el poder de Dios, cuando suene la trompeta; y saldrán, grandes así como pequeños, y se presentarán ante su tribunal, redimidos y libres de esta eterna cadena de la muerte, que es una muerte temporal. Entonces se pronunciará el juicio del Santo sobre ellos; y entonces será cuando el que es impuro continuará en su impureza, y el que es justo continuará en su justicia; el que es feliz permanecerá feliz, y el que es miserable continuará en su miseria" (Mormón 9:12 14).

Y de esta manera el Señor dice que gracias a la Expiación, y después de la "muerte natural" el hombre "pudiera ser levantado en inmortalidad para vida eterna, aun cuantos creyeren. Y los que no creyeren, a la condenación eterna; porque no pueden ser redimidos de su caída espiritual, porque no se arrepienten" (D. y C. 29:43 44). Si no hubiera habido expiación de Cristo (después de haber sucedido la caída de Adán) entonces todo el plan y propósito conectado con la creación del hombre se habría malogrado. Si no hubiera habido expiación, la muerte temporal hubiera permanecido para siempre, y jamás habría habido resurrección. El cuerpo habría permanecido para siempre en la tumba, y el espíritu habría permanecido en una prisión espiritual por toda la eternidad. Si no hubiera habido expiación, jamás habría habido una vida espiritual o eterna para ninguna persona. Ni los mortales ni los espíritus habrían sido limpios de los pecados, y todas las huestes espirituales del cielo habrían terminado como diablos, ángeles de un diablo, o sea, como hijos de perdición. 

Jacob, hermano del justo Nefi, nos ha dejado estas palabras inspiradas: "Porque como la muerte ha pasado a todo hombre para cumplir el misericordioso designio del Gran Creador, también es necesario que haya un poder de resurrección, y la resurrección debe venir al hombre por motivo de la caída; y la caída vino a causa de la transgresión; y por haber caído el hombre, fue desterrado de la presencia del Señor. Por tanto, deberá ser una expiación infinita, porque si no fuera infinita, esta corrupción no podría revestirse de incorrupción. De modo que el primer juicio que cayó sobre el hombre habría durado eternamente. Y siendo así, esta carne tendría que pudrirse y desmenuzarse en su madre tierra, para no levantarse jamás. ¡Oh la sabiduría de Dios! ¡Su misericordia y gracia! Porque he aquí, si la carne no se levantara más, nuestros espíritus quedarían sujetos a aquel ángel que cayó de la presencia del Dios Eterno, y se convirtió en diablo, para no levantarse más. Y nuestros espíritus habrían llegado a ser como él, y nosotros seríamos diablos, ángeles de un diablo, separados de la presencia de nuestro Dios para quedar con el padre de las mentiras, en miseria como él, sí, semejantes a aquel ser que engañó a nuestros primeros padres, quien se hace aparecer como un ángel de luz, e incita a los hijos de los hombres a combinaciones secretas de asesinatos y a toda especie de obras secretas de tinieblas" (2 Nefi 9:6 9; D. y C. 29:39 41).

Los niños y quienes no han llegado a la edad de responsabilidad son automáticamente salvos en el reino celestial por virtud de la expiación. "Los niños pequeños son puros, porque son incapaces de pecar", dice el Señor, así pues, "la maldición de Adán les ha sido quitada en mí, de modo que no tiene poder sobre ellos" (Moroni 8:8; D. y C. 29:46 50; Mosíah 15:25; Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 107). La maldición de Adán incluye tanto la muerte temporal como la espiritual, y respectivamente, ninguna de estas tiene poder sobre los niños y aquellos que "no tienen entendimiento" (D. y C. 29:50), o sea, aquellos que no son responsables. Todos estos se levantarán en la inmortalidad y a la vida eterna. Descargar Completo

Carta para un Ex Misionero

Carta para un Ex Misionero

(Por el élder Charles A. Didier del Primer Quórum de los Setenta Conferencia General de Octubre 1977)

 

Mis queridos hermanos, quisiera dedicar las siguientes palabras a cierta categoría de hombres y mujeres en la Iglesia- usualmente no hablamos mucho de ellos, tal vez porque ellos no dicen mucho; es posible que hoy, mañana o cada día veamos a algunos; están entre nosotros. En realidad, todos nosotros nos preocupamos por los integrantes de ese grupo: les llamamos ex misioneros. Aquí tengo una carta que iba a mandar a uno de ellos. Permitidme compartirla con vosotros como un tributo al trabajo misional y especialmente para recordar la responsabilidad que tenemos hacia nuestros ex misioneros. Antes de leerla, debéis saber que ni las personas en esta carta ni los caracteres que representa, son imaginarios.

 

Querido élder:

Espero que no le importe si todavía lo llamo élder. Ese es el nombre por el cual lo conocí y en mi mente siempre asociaré ese nombre con usted. ¿Se acuerda? Era una tarde calurosa de verano, y ustedes pedaleaban sus bicicletas calle arriba hacia nuestra casa; nos admiró ver cómo podían tolerar el calor vestidos con camisa blanca y corbata. Por dos o tres días habíamos notado cómo casi volaban cuesta abajo, y cuando llamaron a nuestra puerta, todos nosotros, los cuatro hilos, nos abalanzamos hacia la puerta para saber quiénes eran esos extranjeros y qué hacían en el vecindario. Ustedes entraron y cuando les ofrecimos un té helado, lo rehusaron cortésmente diciendo que no tenían sed.

Cuando después supe quiénes eran ustedes y el propósito de su visita, me di cuenta de que había sido no excusa. Nos tomó un tiempo entender de qué hablaban. Primero el fuerte acento extranjero, y después, lo que nos mostraron para, comenzar: láminas de indios, de ruinas en Sudamérica, y hasta unas planchas de bronce hechas a mano y sujetas con tres anillos. Nos sentimos casi como Cristóbal Colón cuando descubrió el Nuevo Mundo. Un descubrimiento extraño, pero interesante.

A medida que sus visitas se hicieron mas frecuentes, nos hicimos buenos amigos. Ustedes nos predicaban el mensaje de la restauración del evangelio... y nosotros aprendíamos inglés. Ambos teníamos motivos personales. No les fue difícil enseñarnos también un poco de inglés y especialmente mostrarnos cariño. Usted y su compañero fueron ejemplo vivo y aprendimos a amarlos.

Un día supimos que se iba de la ciudad. A esto le llamaban una "transferencia de misioneros. " Y así era; porque tuvimos que transferir nuestro amor a otro misionero. Pronto pudimos seguir sus enseñanzas y su ejemplo, pero usted fue el primero, y así permaneció en nuestra mente. También supimos que su misión era por dos años, y por supuesto, cuanto terminó la misión prometió mandarnos noticias.

Efectivamente, dos meses después recibimos una carta muy corta; había un retrato en ella. Todo parecía bien pero tardamos un poco en reconocerlo, no por el caballo en el que estaba montado, que contrastaba con la bicicleta que usaba en la misión; ni por la ropa diferente; sino por las patillas y el largo de su cabello. Nos reímos, porque pensamos

que tal vez estuviera tratando de evocar la leyenda de Buffalo Bill. No sabíamos que el dejar el campo misional, quería decir que también abandonaría ciertas características que lo hicieron muy especial ante nosotros, y por las cuales lo recibimos en nuestro hogar.

¡Usted era tan diferente del mundo! ¿Por qué le fue tan difícil permanecer así?

Con ansiedad esperamos más cartas. Progresamos en la iglesia, nos bautizamos y pronto aprendimos la importancia del matrimonio en el templo. Mientras tanto, algunos de sus compañeros enviaron participación de casamiento, y nos regocijamos al ver sus fotografías y saber de su felicidad. Pero la suya nunca llegó. Y no nos atrevimos a preguntar el porque.

El tiempo pasó y llegó mi primera oportunidad de visitar Salt Lake City. ¡Al fin iba a ver las cosas de las que usted nos había hablado y de las cuales hasta se "jactaba"! (Incluso esa palabra la aprendí de usted.) ¿Me creería si le dijera que no me sorprendí al ver la ciudad? Usted nos había hablado con tanto entusiasmo del valle, del Tabernáculo, del Templo y de los miembros, al grado que yo ya la había visto en mi imaginación. Hasta me parecía ver a Brigham Young diciendo: "Este es el lugar". Lo imaginado se hizo realidad, igual que cuando usted nos explicó la primera visión de José Smith, y su profundo significado para el mundo.

Por supuesto, quisimos visitarlo. Guardábamos todavía el recuerdo de su sonrisa, testificando con lágrimas en los ojos: "Yo sé que lo que digo es verdad, porque lo he preguntado a mi Padre Celestial y he recibido una respuesta personal. Ya no hay duda y mi mente está en paz. Sé que Jesús es el Cristo, que José Smith es un Profeta y que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la única Iglesia verdadera sobre toda la tierra". Yo no pude resistir ni negar su testimonio, a causa del Libro de Mormón; usted me había hablado al corazón, por el poder del Espíritu Santo. Nunca le dije cómo me sentí ese día; de esas cosas a veces no queremos hablar porque son muy sagradas para nosotros; pero que el principio de una vida nueva para mí, con nuevos propósitos y un conocimiento seguro de la Iglesia y de la verdad.

Si, ese día que llegamos a Salt Lake City queríamos decirle que nosotros también sabíamos lo que usted sabía. Queríamos decirle: "Gracias élder, gracias porque su testimonio cambió nuestra vida. Usted preparó la senda para el Señor; usted enderezó el camino. Ahora el evangelio avanza en las ciudades de su antigua misión; Sión se establece. Bien, buen siervo y fiel. Compartamos este gozo juntos." Encontramos primero a uno de sus compañeros y le preguntamos por usted. Su voz titubeó y parecía avergonzado, pero al fin nos informó que usted trabajaba en una estación de servicio y que probablemente no vendría a las conferencias... o tal vez ni las escucharía. Como se dice en la Iglesia, usted no estaba "activo", es decir que ya no estaba viviendo los principios que nos había predicado años atrás. Inmediatamente quisimos verlo. Pasamos por la estación de servicio, nos detuvimos y lo buscamos; al vernos, y sabiendo quienes éramos, usted titubeó. Vi el pánico en su cara y sonreí tristemente al ver que usted trataba desesperadamente de ocultar un cigarrillo que ya le quemaba los dedos. Nos dimos la mano, preguntamos por su esposa, sus hijos, su vida y su futuro. Algo andaba mal... usted lo sabía y nosotros también. Nos separamos. Dimos una última mirada y un último adiós. Hoy estoy otra vez en Salt Lake City y escribo esta carta con la esperanza de alcanzarlo. No sé dónde está usted. Pasé por la estación de servicio pero ya no estaba allí. Hermano mío, ¿dónde estás? Espero que no se moleste si he recordado algunos de los momentos que, según usted decía, eran los mejores de su vida. ¿Por qué no lo son ahora? ¿Por qué los mejores tienen que ser siempre los del pasado, en lugar de los del futuro? El Evangelio de Jesucristo no se compone de recuerdos; es un evangelio que al vivirlo hoy, sabemos dónde estaremos mañana. Alma lo dijo con estas palabras:

"Porque he aquí, esta vida es cuando el hombre debe prepararse para comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día en que el hombre debe ejecutar su obra. Y como os dije antes, ya que habéis tenido tantos testimonios, os ruego, por tanto, que no demoréis el día de vuestro arrepentimiento hasta el fin, porque después de este día de vida, que se nos da para prepararnos para la eternidad, he aquí que si no mejoramos nuestro tiempo durante esta vida, entonces viene la noche de tinieblas en la cual no se puede hacer nada. “(Alma 34:32-33.)

Querido élder, usted dijo en una conferencia que las madres dan cuerpos a los espíritus, pero que los misioneros pueden dar la oportunidad de vida eterna a la gente; ese día yo anoté eso en mi libro, junto con su testimonio. Las palabras del Salvador también están anotadas para que no olvidemos que por su sacrificio podemos arrepentirnos de nuestros errores. ¿No lo dijo El a los nefitas? "He aquí; yo soy la ley y la luz. Mirad hacia mí, perseverad hasta el fin, y viviréis; porque al que perseverare hasta el fin, le daré la vida eterna.

He aquí; os he dado los mandamientos; guardad, pues, mis mandamientos. Y ésta es la ley y los profetas, porque ellos en verdad testificaron de mí."(3 Nefi 15:9-10.) Usted les ha abierto la puerta a muchos, ¿por qué la cierra para sí mismo?  Me permite poner mi pie en su puerta como usted lo hizo en la mía? Alargue su mano mientras hay tiempo y permítanos decirle que lo amamos. Su obispo lo espera, sus maestros orientadores lo pueden ayudar, sus compañeros de misión no lo olvidan; pero, más que eso, nosotros lo necesitamos. Venga a vernos; lo esperamos con los brazos abiertos.

Es tiempo de terminar, pero debe saber que lo que usted fue, puede serlo otra vez. Que mi testimonio le ayude como el suyo me ayudó. Yo sé por el poder del Espíritu Santo que revela todo, lo sé en mi mente y en mi corazón, que Dios vive, que Jesús es el Cristo, nuestro Redentor, y que hoy tenemos un Profeta viviente, el presidente Spencer W. Kimball; y sé que siguiendo su consejo podemos acercarnos a nuestro Padre Celestial y arrepentirnos de nuestros pecados. Pido que otra vez entienda esto y que decida otra vez ser Su discípulo. En el nombre de Jesucristo. Amén.

 

"El espíritu de la época" T.H. Monson D. Navidad 2009

"El espíritu de la época" T.H. Monson D. Navidad 2009

Mis amados hermanos y hermanas, cuán agradecido me siento por estar con ustedes esta noche. Al igual que ustedes, los mensajes de los presidentes Eyring y Uchtdorf me han inspirado y edificado, al igual que la gloriosa música que nos han ofrecido el coro y la orquesta.

Hay mucha verdad en una frase de uno de nuestros himnos en inglés: “El tiempo vuela en las alas de un relámpago”. Otro año acaba de pasar volando trayéndonos una vez más a la época navideña.

Hace poco, recordando Navidades pasadas, me di cuenta de que probablemente no hay otra época del año que despierte tantos recuerdos conmovedores como la Navidad. Las Navidades que más recordamos, por lo general, tienen poco que ver con los bienes del mundo, y mucho que ver con la familia, el amor, la compasión y el cuidado. Esto da esperanza a aquellos de nosotros que tememos que el sencillo significado de esta época se diluya por el comercialismo o por la oposición de quienes tienen diferentes puntos de vista religiosos, o simplemente por la presión de estos días, que perdemos ese espíritu especial que de lo contrario podríamos disfrutar.

Para muchos, es muy común “sobrecargarse” durante esta época del año. Quizá queremos hacer demasiado para el tiempo y las energías que tenemos. Tal vez no tengamos dinero suficiente para todo aquello que sentimos que debemos comprar. A menudo, nuestras actividades en la Navidad terminan haciéndonos sentir estresados, abrumados y agotados durante una época en la que deberíamos sentir la sencilla alegría de conmemorar el nacimiento del Niño en Belén.

De todos modos, generalmente, el espíritu especial de la época de algún modo entra en nuestro corazón y en nuestra vida a pesar de las dificultades y distracciones que quizá ocupen nuestro tiempo y energía.

Hace muchos años, leí acerca de una experiencia del día de Navidad que ocurrió cuando miles de cansados viajeros estaban varados en el congestionado aeropuerto de Atlanta, Georgia. Una tormenta de hielo había retrasado terriblemente los vuelos que llevarían a esas personas a los lugares donde más deseaban estar para Navidad: muy probablemente, sus hogares.

Sucedió en diciembre de 1970. Al llegar la medianoche, pasajeros infelices se apiñaron en los mostradores de pasajes y, con ansiedad, consultaban a los empleados, cuya alegría hacía tiempo se había evaporado; ellos también querían estar en sus hogares. Unas pocas personas lograban adormecerse en asientos incómodos; otros iban a los quioscos para hojear en silencio los libros de tapa blanda.

Si había algo que compartía esa heterogénea muchedumbre era la soledad: una soledad penetrante, ineludible y sofocante. Pero el protocolo de los aeropuertos hacía que cada pasajero se mantuviese alejado de todos los demás. Mejor estar solo que asociarse con el resto, lo cual inevitablemente significaba escuchar las quejas de compañeros de viaje tristes y desanimados.

El hecho era que había más pasajeros que asientos disponibles en cualquiera de los aviones. Cuando alguno que otro avión lograba partir, eran más los pasajeros que no subían que los que lograban embarcarse. Las palabras “En espera”, “Reserva confirmada” y “Pasajero de primera clase” establecían prioridades y hablaban de dinero, poder, influencia y previsión, o bien de la falta de esas cosas.

La Puerta 67 de Atlanta era un microcosmos del enorme aeropuerto. Aunque no era más que una pequeña sala rodeada de vidrio, estaba atestada de viajeros que esperaban volar a Nueva Orleans, Dallas y otros lugares del oeste. Excepto los pocos afortunados que viajaban de a dos, había pocas conversaciones en la Puerta 67. Un vendedor miraba distraído al vacío, como resignado. Una joven madre acunaba a un bebé en sus brazos, meciéndolo con ternura en un esfuerzo vano por calmar el leve llorisqueo.

 

También había un hombre vestido con un muy buen traje de franela hecho a medida, a quien parecía no afectarle el sufrimiento colectivo. Su actitud parecía un tanto indiferente. Estaba absorto en papeles del trabajo: calculando las ganancias de fin de año de la empresa, quizá. Algún viajero crispado por los nervios, al observar a este hombre ocupado, podría haberlo comparado con Ebenezer Scrooge.

De pronto, el silencio relativo fue interrumpido por un alboroto. Un joven, de no más de 19 años, con uniforme militar, estaba teniendo una conversación un tanto fuerte con el empleado del mostrador. El joven tenía un pasaje de baja prioridad y le estaba pidiendo al empleado que lo ayudara a llegar a Nueva Orleans para poder tomar el autobús que lo llevara a la oscura aldea de Luisiana que era su hogar.

El empleado, ya cansado, le dijo que las posibilidades no eran muchas por las siguientes 24 horas o más. El joven estaba cada vez más desesperado. Inmediatamente después de Navidad, enviarían a su unidad a Vietnam ---donde estaban en guerra en ese momento--- y, si no tomaba el siguiente vuelo, quizá nunca volvería a pasar la Navidad en su casa. Hasta el hombre de negocios levantó la mirada de sus cálculos enigmáticos para mostrar un interés comedido. Era evidente que el empleado estaba conmovido, e incluso algo avergonzado. Pero sólo podía ofrecerle empatía, no esperanza. El joven se quedó en el mostrador, recorriendo ansiosamente con la mirada la abarrotada sala, como si buscara un rostro amigable.

Finalmente, el empleado anunció que el vuelo estaba listo para que embarcaran. Los viajeros, que habían estado esperando largas horas se levantaron con gran esfuerzo, recogieron sus pertenencias y se dirigieron arrastrando lo pies por el pequeño pasillo hasta el avión que esperaba: veinte, treinta, cien… hasta que no quedaron más asientos. El empleado se volvió al desesperado joven soldado y se encogió de hombros.

Inexplicablemente, el hombre de negocios se había quedado rezagado. Dio un paso al frente. “Yo tengo un pasaje confirmado”, le dijo en voz baja al empleado. “Me gustaría darle mi asiento a este joven”. El empleado se quedó mirándolo, sin poder creerlo, y le hizo una seña al soldado. Sin poder pronunciar palabra y con lágrimas corriéndole por las mejillas, el jovencito de uniforme militar le dio un apretón de manos al hombre de traje de franela gris, quien sencillamente dijo entre dientes: “Buena suerte. Que pases una linda Navidad. Buena suerte”.

Al cerrarse la puerta del avión y aumentar el ruido de los motores, el hombre de negocios se dio vuelta, tomó su maletín y, trabajosamente, se dirigió hacia el restaurante que estaba abierto las 24 horas.

Sólo unos pocos, de los miles varados en el aeropuerto de Atlanta, presenciaron el drama de la Puerta 67. Pero, para quienes lo presenciaron, el resentimiento, la frustración y la hostilidad--- todo se convirtió en resplandor. El acto de amor y bondad entre desconocidos había llevado el espíritu de la Navidad a sus corazones.

Las luces del avión que partía centelleaban, como estrellas, mientras el avión se dirigía hacia la oscuridad. El bebé dormía en silencio sobre el regazo de la joven madre. Quizá otro vuelo saldría antes de que pasaran muchas horas más. Pero quienes habían presenciado el intercambio ya no estaban tan impacientes. De manera suave, pero que todo lo inundaba, el brillo perduraba en aquel pequeño establo de vidrio y plástico de la Puerta 672.

Mis hermanos y hermanas, el verdadero gozo de esta época no lo encontramos en las corridas ni la prisa por lograr hacer más, ni al comprar regalos obligatorios. El gozo real viene al mostrar el amor y la compasión que nos inspira el Salvador del Mundo, que dijo: “En cuanto lo hicisteis a uno de éstos… más pequeños, a mí lo hicisteis”.

En esta época gozosa, olvidemos las discordias personales y sanemos los rencores. Que el disfrutar del gozo de la época incluya el recordar a los necesitados y afligidos. Que nuestro perdón llegue a los que nos han hecho mal, tal como nosotros esperamos ser perdonados. Que nuestro corazón esté lleno de bondad y que el amor prevalezca en nuestro hogar.

Al pensar en cómo usaremos nuestro dinero para comprar regalos durante esta época festiva, planeemos también cómo usaremos nuestro tiempo a fin de ayudar a llevar el verdadero espíritu de la Navidad a la vida de otras personas.

El Salvador dio a todos libremente y sus obsequios fueron de un valor inconmensurable. Mediante Su ministerio, bendijo a los enfermos, devolvió la vista a los ciegos, hizo que los sordos pudieran oír, y que los mancos y cojos caminaran. Hizo puro lo impuro, devolvió el aliento a los que no tenían vida, dio esperanza a los que estaban desesperados e iluminó la oscuridad.

Él nos dio Su amor, Su servicio y Su vida. 

 

¿Cuál es el espíritu que sentimos en la Navidad? Es Su espíritu: el espíritu de Cristo.

 

Oh, cuán inmenso el amor que nuestro Dios mostró

Al enviar un Salvador; Su Hijo nos mandó.

Aunque Su nacimiento pasó sin atención,

Aún lo puede recibir el manso corazón.

 

Con el amor puro de Cristo, sigamos Sus pasos al acercarnos a la época en que celebramos Su nacimiento. Al hacerlo, recordemos que Él aún salva vidas y sigue siendo “la luz del mundo”, quien prometió que “el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.

A cada uno de ustedes, mis hermanos y hermanas, les extiendo mi amor y mi bendición. Que tengan una hermosa Navidad. Que haya amor, bondad y paz en su corazón y en su hogar. Que los corazones de aquellos que estén apesadumbrados se eleven con la curación que sólo viene de Él, el que consuela y brinda seguridad.

Con el espíritu de Cristo en nuestra vida, tendremos buena voluntad y amor hacia toda la humanidad, no sólo durante esta época, sino también durante todo el año.

Ruego que tengamos esos sentimientos y esa bendición, en el nombre de Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor. Amén. 

 

¿Qué Es Un Amigo?

¿Qué Es Un Amigo?

Este día yo os saludo como amigos, donde quiera que os encontréis.

Alguien ha dicho: "Un amigo es una persona que está dispuesta a aceptarme tal como soy." Aceptando esto como una definición, rápidamente puedo sugerir que somos mucho menos que un verdadero amigo si dejamos a una persona igual que como la encontramos.

Parece haber un mal entendido por parte de algunos hombres sobre lo que significa ser un amigo. Los actos de un amigo deben traer como resultado una mejoría propia', mejores actitudes, confianza en sí mismo, comodidad, consuelo, autorrespeto y más prosperidad. Ciertamente, la palabra amigo es usada equivocadamente si se identifica con una persona que contribuye a nuestra degradación, miseria y angustia. Cuando hacemos que un hombre se sienta apreciado, su actitud total cambia. Nuestra amistad es reconocida si nuestros actos y actitudes traen como resultado progreso e independencia.

Se necesita valor para ser un verdadero amigo. Algunos de nosotros ponemos en peligro la valiosa condición de amigo, por nuestra falta de voluntad para serlo bajo cualquier circunstancia. El temor nos priva de la amistad. Algunos identificamos a nuestros amigos más cercanos, como aquellos que tienen el valor de permanecer y compartirlo todo con nosotros bajo cualquier riesgo. Un amigo es una persona que ofrece lo mejor de sí mismo sin pensar en las consecuencias inmediatas. Sir Winston Churchill llegó a ser el más grande amigo de la Gran Bretaña, en las horas más amargas para su país porque él fue lo suficientemente valeroso para pedir "sangre, sudor y lágrimas", cuando algunos lo habrían aceptado más pronto como amigo, si él hubiera abogado por una rendición pasiva.

El presidente Abraham Lincoln fue una vez criticado por su actitud hacia sus enemigos:

—¿Por qué trata usted de hacer amistad con ellos —preguntó un asociado—, cuando debería tratar de destruirlos?

—¿No estoy destruyendo a mis enemigos —respondió gentilmente, — cuando los hago que sean mis amigos?

¿No tenemos el derecho, como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, de respetar a nuestro profeta, vidente y revelador, el presidente Harold B. Lee como un íntimo amigo personal, ya que él nos hace mejorar diariamente con su buena voluntad Para reprobarnos, amonestarnos, amar nos, animarnos y guiarnos de acuerdo con nuestras necesidades? El presidente Lee es nuestro amigo; yo tengo un testimonio de que lo es en el más amplio y completo sentido de la palabra, y él nos conducirá con su inspiración y valeroso carácter.

Yo os invito a ser sus amigos ¡Qué placer tan grande tuve esta mañana, al levantar mi brazo y sostener a mi amigo, el presidente Harold B. Lee! Su amistad para conmigo a través de los años, ha pasado la prueba. El siempre ha estado dispuesto aceptarme tal como soy, y me hace mejorar. ¡Qué gozo siento al unirme a él y a mis demás amigos: las Autoridades Generales y a todos vosotros, en la edificación del reino de nuestro Padre Celestial sobre la tierra! Descargar

 

La Barra de Hierro

La Barra de Hierro

Sinceramente ruego por el espíritu de esta gran conferencia durante los momentos en que estaré aquí de pie.

Hace algún tiempo apareció en el Walt Street Journal un artículo que hace reflexionar, fue escrito por un eminente teólogo de la Universidad de Columbia, bajo el título "Un antídoto para la desorientación", la cual reconocéis como una condición que prevalece en el mundo actual. Cito de este artículo escrito por el rabino Authur Herlzterg:

’La gente entra a la religión por una esencial hambre metafísica, y cuando ésta no se sacia, la religión decae... en el momento que el clérigo se vuelve más mundano, el mundo va hacia el hades más rápidamente.

"... La religión representa el acumulamiento del discernimiento intelectual del hombre durante miles de años, en preguntas tales como la naturaleza del hombre, el significado de la vida y el lugar del individuo en el universo. Esta pregunta, precisamente, es la raíz de la inquietud del hombre.

"El hombre busca algo para poner fin a su estado de confusión y vacuidad... en la locución moderna, un antídoto para la desorientación. No sabemos si las verdades de la tradición religiosa pueden interpretarse para satisfacer esta necesidad, pero estamos seguros de que aquí, no en la agitación política, se halla el sendero de la religión para lo que es de más valor."

Como respuesta a aquellos que puedan andar errantes, en busca de algo que satisfaga su necesidad y que ponga fin a su estado de confusión y vacío, quisiera introducir algunos pensamientos relatando una extraordinaria visión que recibió un antiguo Profeta que se llama Lehi, 600 años antes de Cristo. Para los fieles miembros de la Iglesia, éste será un incidente relatado a menudo, y que se encuentra registrado en el Libro de Mormón. Para aquellos que no profesen nuestra fe, si meditan seriamente, podrá ser de mucho significado a la luz de muchas inclinaciones en nuestra sociedad moderna.

En este sueño, llamado mejor una visión, el profeta Lehi fue conducido por un mensajero celestial a través de un desierto oscuro y desolado, hasta un árbol cargado de fruta deliciosa que probó ser muy satisfactoria para su alma. Cerca de ahí vio un río, a lo largo del cual se encontraba un angosto sendero que conducía hasta el árbol de fruta deliciosa. Entre la orilla del río y el sendero había una barra de hierro, quizás para proteger a los viajeros y evitar que cayeran del sendero hacia el río.

Al mirar, vio grandes grupos de gente que se esforzaban por llegar al campo espacioso donde se encontraba el árbol con la fruta. A medida que marchaban hacia adelante por el sendero, se levantó una niebla oscura, de tal densidad que muchos de los que habían entrado al sendero no pudieron encontrar el camino, se desviaron y se ahogaron en las aguas oscuras, o desaparecieron al extraviarse por caminos extraños. No obstante, hubo otros que se encontraban en el mismo peligro de perderse a causa de las oscuras tinieblas, pero se asieron a la barra de hierro y de este modo siguieron su curso a fin de que ellos también pudiesen participar de las delicias que los habían tentado a ir, pese a la peligrosa jornada. En el lado opuesto del río había multitudes que señalaban con el dedo y se burlaban de aquellos que habían llevado a cabo su jornada.

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Una Hueste Real

Una Hueste Real

El pensar en el numeroso grupo de poseedores del sacerdocio que se encuentran presentes en este edificio por toda la Iglesia, me hace apreciar más plenamente el himno "Mirad reales huestes." Somos las únicas personas en todo el mundo que poseen el Sacerdocio de Dios, el poder para hablar y actuar en su nombre. ¡Qué tremenda fuerza e influencia para el bien, si nos autodisciplinamos y magnificamos plenamente nuestro sacerdocio! ¡Qué gran privilegio y responsabilidad!

Como padres e hijos y poseedores del sacerdocio, siempre debemos ser humildes, sentir orgullo y nunca sentirnos avergonzados del sacerdocio que poseemos. Somos diferentes, una gente peculiar, y debemos permanecer de este modo en la causa de la verdad y la justicia. Nunca adoptemos la actitud de que somos mejores que otros, sino que siempre debemos vivir de acuerdo con las normas de la Iglesia y no dudar nunca.

Algunos parecen tener temor de perder su prestigio, o de ser ridiculizados. Ciertamente no necesitamos tratar de ser como el mundo y entregarnos a sus pecadores modos de vida. Estad en el mundo pero no seáis de él. La experiencia me ha mostrado sin ninguna duda que una persona nunca debe sentirse avergonzada por el sacerdocio que posee ni por magnificarlo y vivir de acuerdo con sus enseñanzas.

Apenas ayer estuve hablando con un próspero hombre de negocios, miembro fiel de esta Iglesia, que magnífica su sacerdocio. Le dije:

—¿Lo ha considerado alguna vez en su vida como un perjuicio para usted? Me respondió:

—Presidente Tanner, siempre ha sido una ventaja.

Algunas personas parecen tener la creencia de que, con la libertad y las inclinaciones en el mundo actual afectando el razonamiento de algunos de nuestros jóvenes e incluso de algunos de nuestros obispos y presidentes de estaca, somos demasiado estrictos en la enseñanza de los principios morales cuando nos damos cuenta de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. De hecho, se nos acusa de ser presumidos, lo cual para mí significa personas de estrecho criterio que asumen virtud y sabiduría superiores. Juzgados de acuerdo con los puntos de vista del mundo, probablemente seamos presumidos.

¿Vamos a perder la fe, negar la revelación moderna, modernizar nuestra manera de vida para ser como el mundo? ¿O vamos a ser una gente peculiar, honrando y magnificando nuestro sacerdocio y cumpliendo con nuestro deber?

Somos diferentes del mundo; poseemos el evangelio revelado y el sacerdocio; por lo tanto debemos ser ejemplos dondequiera que estemos.

0 somos como Isaías dijo:

"Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.

"Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios" (Juan 12:4243).

Quisiera decirles a los jóvenes que me están escuchando esta noche (quisiera poder hablarle a todo joven que posee el sacerdocio, si esto fuese eficaz), nunca debemos avergonzarnos del evangelio de Jesucristo y debemos siempre sentirnos humildemente orgullosos del sacerdocio que poseemos.

Estuve hablando con un joven que será bautizado el mes próximo, como será el único miembro de su familia que se bautizará, le pregunté:

—¿Qué fue lo que despertó su interés en la Iglesia?

Respondió: descargar articulo completo