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LA VERDAD RESTAURADA

NO OS UNÁIS EN YUGO DESIGUAL

NO OS UNÁIS EN YUGO DESIGUAL

Me siento muy conmovido por lo que ha sido presentado aquí por el hermano Neal A. Maxwell y el hermano Marion D. Hanks, y estoy completamente consciente de la importancia del mensaje que os estamos transmitiendo acerca de la educación. Oro, y espero que vosotros también oréis, porque continúe el mismo espíritu que hemos gozado en esta reunión.

Hace varios años el matrimonio Marriott, mi esposa Donna y un servidor, fuimos a una feria regional en New Hampshire. Era otoño, y el día estaba hermoso; además la feria se veía tan lucida como las de antaño.

El centro de atracción de la feria fue una competencia que tradicionalmente solía hacerse. Varias parejas de animales de carga con pesados yugos de madera fueron alineadas para competir. La rastra que tenían que jalar estaba cargada con bloques de cemento de 4500 kilos para comenzar. La meta era que la pareja de animales moviera la carga un metro.

Observé a una pareja bien acoplada de grandes animales de color gris azulado. Eran cruzados de razas Holstein y Durham que habían competido en la temporada pasada. Debido a su tamaño, eran los favoritos.

A cada equipo se le dieron tres oportunidades para mover la carga. Si lo hacían fácilmente, se agregaba más peso a la carga hasta que uno por uno iban siendo eliminados de la competencia. Una por una, cada pareja iba siendo enganchada a la carga. Cada dueño jalaba cuidadosamente a los animales hasta la carga; les daba una palmadita en el lomo, les sonreía, les hablaba en voz baja; y luego, los picaba, y a un mandato en voz alta empezaban a tirar de la carga.

Pero para mi sorpresa ¡los enormes animales no movieron la carga!, sino más bien un pequeño e indescriptible par de animales, que no tenían el mismo tamaño, ni aparentaban ser una buena pareja, movieron la carga las tres veces.

Me quedé sorprendido, y fascinado me dirigí al dueño —por cierto un hombre grande de edad, oriundo de Nueva Inglaterra— que se encontraba entre la multitud y le pregunté si podía explicarme cómo había podido suceder. Y luego me explicó. Físicamente hablando, los animales grises eran grandes y fuertes, la mejor pareja entre todas las demás; pero estos pequeños animales resultaron mejores en cuanto a trabajo en equipo y coordinación, porque ellos jalaron la carga exactamente al mismo tiempo y la fuerza que produjeron en equipo fue lo que movió la carga.

Uno de los grandes animales grises había jalado un segundo antes o un segundo después que el otro —algo así como un jugador de fútbol fuera de lugar— y la fuerza empleada resultó un intento inútil. La yunta se doblegó pues la carga resultó demasiado pesada.

Si hiciera de esto una moraleja, comenzaría usando el típico lenguaje del Libro de Mormón, “Y he aquí que el tamaño y la fuerza no son suficientes. También se requiere un trabajo en equipo.”

Todo lo que tengo que decir en el tiempo que se me ha asignado aquí acerca de la educación, puede ser demostrado mediante el relato anterior acerca de aquel equipo de trabajo que formaban los dos animales de carga. En la Iglesia debemos tener equipos de trabajo en la educación; no la clase de equipos que compiten en medio de una relación de rivalidad, como se ve en las competencias atléticas; sino en el equipo de trabajo como el de la pareja de animales, o sea, jalando al mismo tiempo juntos.

En la educación tenemos dos grupos. En uno están los profesionistas, empleados y maestros asalariados dirigidos por supervisores y administradores, y en el otro tenemos a los oficiales del sacerdocio que han sido ordenados y llamados para presidir. Ellos están trabajando hombro con hombro en el barrio, en la estaca y a nivel regional, y ambos están presididos por la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce, quienes son representados por el Consejo de Educación de la Iglesia.

Ahora bien, basándonos en algunas cosas que se han observado últimamente, hay razón para creer que nos encontramos en un punto en que necesitamos elevar una voz de amonestación, tal como lo hizo Pablo a los corintios y decir a nuestras fuerzas educativas por medio de vosotros: “No os unáis en yugo desigual” (2 Corintios 6:14).

Virtualmente, durante los años pasados, todas las instrucciones en cuanto a educación habían sido comunicadas a las estacas y barrios, distritos y ramas, por medio de aquellas personas empleadas como administradores, supervisores y maestros dentro de nuestro Sistema Educativo de la Iglesia.

Con excepción de breves instrucciones, nada había sido comunicado a los presidentes de estaca, a los presidentes de misión, obispos, o presidentes de rama —autoridades locales del sacerdocio— acerca de sus responsabilidades en los programas educativos.

No ha habido una conferencia trimestral de estaca destinada a la educación y hemos concedido muy poca atención a esto en los seminarios para, Representantes Regionales, como vosotros sabéis. En muchas partes parece que los directores locales del sacerdocio pueden retrasarse un poco, y cuando lo hacen, con frecuencia nos encontramos en una situación que podrá parecerse a la del ejemplo anterior, con uno de ellos rezagado sin saber exactamente qué hacer, y el gran esfuerzo que se emplee será desperdiciado en un tirón o en un forcejeo, en lugar de obtener el progreso que tanto deseamos.

Las Autoridades Generales piensan que ha llegado el momento de dar una señal clara que sea entendida tanto por los directores locales del sacerdocio, por una parte, como por los seminarios, institutos y personal docente de la Iglesia, por la otra.

Se ha acordado que esta reunión sea precisamente el lugar donde salga dicha instrucción. Por tanto, vosotros, Representantes Regionales, daréis instrucciones a los directores locales del sacerdocio acerca de lo que tienen que hacer para alcanzar el progreso en cuanto a la educación. El hermano Neal A. Maxwell, el hermano Joe J. Christensen y sus asociados darán la instrucción equivalente al personal profesional. Entre paréntesis, se pensó que la necesidad de esta instrucción era lo suficientemente importante para designar esta hora a fomentar y fortalecer la educación en la Iglesia, aunque anteriormente se había asignado al Comité del Sacerdocio de Melquisedec. DESCARGAR

1 comentario

asiel solis de lucio -

me gusta visitar las paginas por que estan bien docunentadas