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LA VERDAD RESTAURADA

El SACERDOCIO AARONICO Y EL ESCULTISMO

 

Mis queridos hermanos, como poseedores del santo sacerdocio, nos encontramos en esta tierra en tiempos difíciles. Vivimos en un mundo complejo donde imperan las actitudes de poder en todas partes. Los complots políticos arruinan la estabilidad de las naciones, los tiranos se aprovechan del poder y los diferentes segmentos de la sociedad parecen estar siempre oprimidos, privados de oportunidades y abandonados con un sentimiento de fracaso.

Algunos de ustedes han adquirido reconocimiento como médicos, dentistas, abogados, educadores u hombres de negocios. Otros son artesanos, vendedores o ingenieros capaces.

Cualesquiera que sea su ocupación, en realidad cada uno de nosotros también está comprometido en el oficio de la edificación, la edificación de jóvenes. Se los necesita a todos.

Dondequiera que haya un hombre que esté dispuesto y pueda edificar a un jovencito, hay muchos más que, por medio de la avaricia, el egoísmo y el deseo de poder, acechan en las sombras, lejos de la luz de la verdad, con tal de destruir a un joven. Hablo de aquellos que promueven la pornografía, que desdeñan la moralidad, que desobedecen la ley y que por una ganancia deshonesta venden a los jóvenes esos productos que destruyen, que colocan el pecado en un altar, que esconden la verdad, que exaltan el error, que ven en un joven inocente una mercancía para explotarla.

El sacerdocio en realidad no es tanto un don sino una comisión para servir, un privilegio para elevar y una oportunidad para bendecir la vida de los demás. Nosotros, que hemos sido ordenados al sacerdocio de Dios y que hemos sido llamados a trabajar con los hombres jóvenes, podemos hacer sentir nuestra influencia. Cuando nos hacemos acreedores de la ayuda del Señor, tenemos el privilegio de edificar a jóvenes que con el tiempo se convertirán en los líderes delmañana. Es de vital importancia que vivan de acuerdo con las normas de moralidad, integridad y valor. Tenemos un deber hacia ellos de enseñarles, elevarlos e inspirarlos, para que puedan cumplir con las responsabilidades que les aguardan. Podemos obrar milagros en Su santo servicio. Las oportunidades que tenemos son ilimitadas.

Aun cuando la tarea parezca muy grande, nos fortalece esta verdad: “La fuerza más grande del mundo hoy en día es el poder de Dios que se manifiesta por medio del hombre”. Si nos encontramos en el servicio del Señor, tenemos derecho a recibir Su ayuda.

Cuando nuestros preciados hombres jóvenes lleguen a un momento decisivo en su vida, ¿estaremos ahí para guiarlos? Me viene a la memoria las palabras del poeta.

En un cruce del camino,

con el rostro iluminado por el sol,

solo y ante lo desconocido,

permanecía listo y sin temor

para alcanzar la gloria de su destino.

Pero las sendas iban en opuesta dirección;

escogió la senda equivocada

y perdió su galardón.

Atrapado de amargura, en las garras del error,

porque nunca hubo alguien en ese cruce

que lo guiara hacia el camino mejor.

Otro día, en el mismo sitio,

otro joven anheloso

a iniciarse se hallaba presto

al camino hacia su gozo.

Pero había alguien a su lado que el camino conocía

y que compartió gustoso su dirección y su guía.

El joven no escogió el error

y obtuvo el galardón.

Él camina hoy el sendero justo

porque alguien estuvo allí, en el cruce del camino,

para mostrarle el sendero de su glorioso destino. 

Que nosotros los que tenemos una responsabilidad con los hombres jóvenes de la Iglesia estemos ahí para guiarlos en su camino. Además, es nuestro privilegio brindarles la oportunidad de aprender y de servir, recordando que: 

La mano del Maestro que toca la de un joven

Da forma al camino del futuro de un hombre,

Trabaja con alguien que es semilla humana

Y que puede ser el hombre que el mundo reclama.

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