EL GRAN MANDAMIENTO
Élder Joseph B. Wirthlin
Del Quórum de los Doce Apóstoles
Cuando ayudamos al más pequeño de los hijos de nuestro Padre Celestial, lo ayudamos a Él.
Hermanos y hermanas, quisiera hacer una pregunta muy importante. ¿Qué cualidad nos define mejor como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días?
Hoy deseo hablar acerca de la respuesta a esa pregunta.
En el siglo I a. de C., los miembros de la creciente Iglesia en Corinto estaban entusiasmados con el Evangelio. Casi todos eran conversos recientes a la Iglesia; muchos habían llegado atraídos por la predicación del apóstol Pablo y de otras personas.
Sin embargo, los santos de Corinto también eran contenciosos y discutían entre ellos. Algunos se sentían superiores a los demás, y se llevaban a juicio los unos a los otros.
Cuando Pablo se enteró de eso, con un sentimiento de frustración les escribió una epístola suplicándoles que estuvieran más unidos. Les respondió muchas de las preguntas por las que habían estado discutiendo y al final de su misiva les dijo que deseaba mostrarles “un camino aún más excelente”1.
¿Recuerdan las palabras que escribió después?
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe”2.
El mensaje de Pablo a este nuevo grupo de santos fue simple y directo: nada de lo que hagan tendrá gran influencia si no tienen caridad. Pueden hablar en lenguas, tener el don de profecía, entender todos los misterios y poseer toda ciencia, y aun cuando tengan la fe para mover montañas, si no tienen amor, de nada les sirve3.
“La caridad es el amor puro de Cristo”4. El Salvador ejemplificó ese amor y lo enseñó aún mientras lo atormentaban aquellos que lo odiaban y lo despreciaban. Leer mas ....
http://www.lds.org/conference/talk/display/0,5232,89-3-777-10,00.html
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