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LA VERDAD RESTAURADA

“Y Los dos serán una sola carne

“Y Los dos serán una sola carne

Hace muchos años, cuando era una joven misionero y me acababan de asignar un nuevo compañero, conocimos a un ministro protestante que nos invitó a pasar a su casa para que no nos congeláramos afuera en la calle. Después de intercambiar algunas ideas sobre diferentes temas, nos hizo esta pregunta: “¿Y qué piensan los mormones en cuanto a lo sexual?”

Ante la pregunta tan inesperada, me atraganté con el chocolate caliente que estaba tomando, y no pude decir nada. “Y bien”, repuso el ministro después de un rato de silencio, “¿me pueden explicar cuál es la filosofía del mormonismo con respecto a la sexualidad?”

En vista de que yo no profería palabra, mi compañero se dio cuenta de que no tenía respuesta y replicó: “Creemos en ella, señor”.

Han pasado ya más de veinte años desde aquel incidente. En mi carrera como consejero matrimonial y catedrático universitario, muchos estudiantes, amigos, profesionales, miembros de la Iglesia y otros me han hecho la misma pregunta, para la cual no he encontrado mejor respuesta que aquella que dio mi joven compañero de misión: “Creemos en ella”.

Así es efectivamente, creemos en ella y sabemos acerca del dolor que acarrea su uso incorrecto fuera de los vínculos del matrimonio. Estamos totalmente conscientes de las advertencias que al respecto han dado los profetas, tanto del pasado como del presente.

Concerniente al asunto, el profeta Alma declaró a su hijo Coriantón: “La maldad nunca fue felicidad”. (Alma 41:10.)

No obstante, conocemos también el resultado beneficioso de las relaciones apropiadas dentro del matrimonio.

Estamos plenamente conscientes del gozo y sentido de unión de que disfruta una pareja casada cuando ambos nutren este aspecto de su matrimonio. Pero a pesar de las grandes posibilidades de gozo que traen las relaciones sexuales en el matrimonio, muchas parejas consideran frustrante su relación sexual y hasta la convierten en motivo de contención.En efecto, la incapacidad de llevar una buena relación íntima es una de las principales causas del divorcio.

El presidente Spencer W. Kimball señaló en uno de sus libros lo que sucede aun en nuestra Iglesia: “Si se analizan los divorcios, tal como lo hemos tenido que hacer en estos últimos años, se advierte que han existido una, dos, tres y hasta cuatro razones para consumarlos; el sexo ha sido generalmente la razón número uno. Muchas parejas han recurrido al divorcio debido a que no se han llevado bien en este aspecto.

Cuando esas son las circunstancias, es probable que ni mencionen esto ante el tribunal, y que ni siquiera se lo digan a sus abogados, pero esa es la razón esencial”. (The Teachings of Spencer W. Kimball, ed. Edward L. Kimball, Salt Lake City: Bookcraft, 1982, pág. 312.)

 

Ideas erradas con respecto a las relaciones sexuales

 

¿Cómo es posible que algo tan bello pueda ser la causa de tantos problemas? Parte de la dificultad yace en las ideas erradas que prevalecen en nuestro medio. Algunas personas piensan que las relaciones sexuales son un mal necesario para poder tener hijos. Es posible que sus padres hayan sentido vergüenza de hablar con ellos sobre este tema. Es probable que hayan temido tanto que sus hijos quebrantaran la ley de castidad, que por ello solamente les enseñaron las consecuencias negativas de la sexualidad.

Algunas ideas equivocadas provienen de la mala interpretación de ciertos versículos bíblicos. Por ejemplo, en Efesios 5:22 se les dice a las esposas que estén “sujetas” a sus maridos. Algunos han interpretado erróneamente esta escritura, diciendo que significa que las mujeres deben ceder ante los deseos de sus esposos aun cuando no tengan la disposición de hacerlo. Por supuesto que en condiciones tales, las expresiones íntimas de afecto no pueden dar lugar a la unidad marital desde ningún punto de vista.

 

Un bello poder

 

La sexualidad es en realidad un bello poder dado por Dios a la humanidad. El presidente Kimball señaló en uno de sus discursos: “La Biblia aprueba la función sexual y su uso debido, y la presenta como algo creado, ordenado y bendecido por Dios. Aclara que Dios mismo implantó la atracción física entre los sexos por dos motivos: para la propagación de la raza humana y para la expresión de esta clase de amor entre el hombre y la mujer, que constituye la verdadera unidad. Su mandamiento a la primera pareja de ser ‘una sola carne’ fue tan importante como su precepto de ‘fructificad y multiplicaos’ “. (Cita de Billy Graham [un conocido evangelista norteamericano], usada por Spencer W. Kimball en “Pautas para efectuar la obra de Dios con pureza”, Liahona, ago. de 1974, pág. 36.)

Es interesante notar que en las Escrituras no aparecen las palabras sexo ni sexualidad. En su lugar, se utiliza la palabra conocer para referirse a la relación íntima entre el hombre y la mujer. El “conocerse” o “familiarizarse” constituye un aspecto satisfactorio del amor conyugal. Un buen matrimonio puede sobrevivir sin la relación sexual, como en aquellos casos en los que uno de los consortes se encuentra enfermo o incapacitado físicamente. Pero este aspecto íntimo de “conocerse” el uno al otro contribuye al carácter integral de la relación matrimonial.    Descargar articulo completo en PDF

2 comentarios

nike shox saya -

Patience is most bitter, yet most sweet the fruit it birth

jorge Castor -

Muy bueno su tema, es de gran ayuda, para muchos que nos acabamos de casar y que tenemos dudas de como llevar una relacion intima, muchas gracias su mensaje me disipa algunas dudas, aunque sigo tiniendo otras, espero y si puede ponerse en contacto conmigo para si me las puede aclarar... saludos