Cartas a Emma Smith
Carta a Emma Smith, fechada el 13 de octubre de 1832, desde la ciudad de Nueva York, Nueva York: “En este día he estado caminando por la parte más magnífica de la ciudad de Nueva York. Los edificios son verdaderamente grandiosos y extraordinarios, asombrosos para quien los contemple… Después de contemplar todo lo que tenía deseos de ver, regresé a mi cuarto para meditar y serenarme; y he aquí, mis memorias del hogar, de Emma y de Julia, acudieron a mi mente como una inundación y sentí el deseo de estar con ellas un momento. Mi pecho está lleno de todos los sentimientos y de la ternura de un padre y esposo, y si pudiera estar contigo, te diría muchas cosas… “Siento que quisiera decirte algo para reconfortarte en tu prueba particular y tu presente aflicción [Emma estaba embarazada].
Espero que Dios te dé fortaleza para que no desmayes. Le ruego a Él que ablande el corazón de los que te rodean para que sean bondadosos contigo y alivien la carga de tus hombros tanto como sea posible, y para que no te aflijan. Sufro por ti, porque conozco tu estado y otros no lo saben, pero debes consolarte sabiendo que Dios es tu Amigo en el cielo y que tienes un amigo verdadero y fiel en la tierra, tu esposo”.
Carta a Emma Smith, fechada el 12 de noviembre de 1838, desde Richmond, Misuri, donde se encontraba prisionero: “Recibí tu carta, que he leído una y otra vez, y que ha sido un regalo dulce y preciado para mí. ¡Oh!, que Dios me dé el privilegio de ver una vez más a mi encantadora familia, gozando de la bendición de la libertad y la vida social; el estrecharlos contra mi pecho y besar sus amadas mejillas me llenaría el corazón de inefable gratitud. Di a los niños que estoy vivo y que confío en que pronto podré ir y verlos. Reconfórtales el corazón todo lo que puedas, y trata de consolarte tú misma todo lo posible… “PD. Escríbeme tan seguido como puedas y, si te es posible, ven a verme y, si puedes, trae a los niños. Haz lo que esté de acuerdo con tus propios sentimientos y tu sentido común, y esfuérzate por sentir consuelo, si es posible; y confío en que todo resultará bien”.
Carta a Emma Smith, fechada el 4 de abril de 1839, desde la cárcel de Liberty, Misuri: “Mi amada Emma, pienso en ti y en los niños constantemente… Quiero ver al pequeño Frederick, a Joseph, a Julia y Alexander, a Johanna [una huérfana que vivía con los Smith], y al viejo Major [el perro de la familia]. Y en cuanto a ti, si quieres saber cuánto deseo verte, examina tus sentimientos y piensa en cuánto deseas tú verme, y juzga por ti misma. Con gusto caminaría desde aquí descalzo, con la cabeza descubierta y medio desnudo para verte, y lo consideraría un gran placer y nunca pensaría que es un sacrificio… Sobrellevo con fortaleza toda mi opresión, y también lo hacen los que me acompañan. Ninguno de nosotros ha flaqueado todavía”.
Carta a Emma Smith, fechada el 20 de enero de 1840, desde el Condado de Chester, Pensilvania: “Me siento muy ansioso por verles a todos nuevamente en este mundo. Parece demasiado largo el tiempo en que me he visto privado de su compañía, pero con la ayuda del Señor, espero que no se prolongue mucho más… Estoy lleno de ansiedad constantemente y estaré así hasta que llegue a casa. Ruego a Dios que los proteja a todos hasta ese momento. Mi amada Emma, mi corazón está enlazado con el tuyo y con esos pequeñitos. Quiero que me recuerden. Di a todos los niños que los amo y que tan pronto como pueda estaré de regreso. Tuyo en los lazos del amor, tu esposo”.
Carta a Emma Smith, fechada el 12 de noviembre de 1838, desde Richmond, Misuri, donde estaba encarcelado: “Dile al pequeño Joseph que debe ser un buen niño, que su papá lo ama con un amor perfecto; él es el mayor y no debe hacer daño a los que son más chicos que él, sino confortarlos. Dile al chiquito Frederick que papá lo quiere con todo su corazón; es un niño muy lindo. Julia es una criatura encantadora y también la amo; es una niña que promete mucho. Dile que papá quiere que lo recuerde y que sea una niña buena. Diles a los demás que pienso en ellos y oro por todos ellos… El pequeño Alexander está en mis pensamientos constantemente. Ah, mi afectuosa Emma, quiero que te acuerdes que soy por siempre un amigo verdadero y fiel para ti y los niños. Mi corazón está entrelazado con el tuyo para siempre jamás. ¡Oh!, que Dios los bendiga a todos, amén. Soy tu esposo, que está en grilletes y atribulado”.
Carta a Emma Smith, fechada el 4 de abril de 1839, desde la cárcel de Liberty, Misuri: “No quiero que permitas que los pequeñitos me olviden. Diles que papá los ama con amor perfecto, y que está haciendo todo lo posible por huir de la chusma a fin de poder volver a ellos. Enséñales [a los niños] todo lo que puedas, para que tengan una mente desarrollada. Sé tierna y bondadosa con ellos; no te irrites fácilmente, sino escucha sus deseos. Diles que papá dice que deben ser buenos y obedecer a mamá. Mi querida Emma, tienes una gran responsabilidad sobre tus hombros de mantenerte honorable y serena ante ellos, y de enseñarles las cosas buenas, a fin de formarles la mente para que desde el principio elijan caminos de rectitud y no se contaminen en su niñez viendo malos ejemplos”.
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