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LA VERDAD RESTAURADA

EL PECADO INVOLUNTARIO DEL REY BENJAMIN

EL PECADO INVOLUNTARIO DEL REY BENJAMIN

Al explicar la expiación de Jesucristo, el rey Benjamín señala con claridad que además de expiar la caída de Adán, "su sangre expía los pecados de aquellos ... que han muerto sin saber la voluntad de Dios concerniente a ellos, o que han pecado por ignorancia" (Mosíah 3:11). Para el lector moderno, la noción de pecar sin intención puede resultar ilógica. ¿No consiste un pecado en una violación consciente de un mandamiento de Dios? Si alguien transgrede una ley de Dios en ignorancia, ¿existe alguna culpa o culpabilidad que requiera el arrepentimiento?.

Aunque la mente moderna tiende a ver el pecado principalmente como una mala elección o una mala intención, la mente antigua incluía otras muchas dimensiones en su concepto de pecado, tales como la profanación, el accidente, el error, o el juicio equivocado. La impureza podía ser consecuencia, por ejemplo, de cualquier contacto directo o indirecto con un cadáver, incluso aunque la persona no fuera consciente de dicho contacto (Números 19: 14). De igual modo, era incorrecto tocar el arca del convenio por error, incluso aunque la persona tuviera buenas intenciones (2 Samuel 6: 6-7). En los tiempos del Antiguo Testamento, el concepto de pecado abarcaba muchos matices de cosas tales como las equivocaciones, los fallos, las dobleces, la rebelión, el extraviarse, el vagabundeo, o el ser hallado en algún otro tipo de falta, ya fuera consciente o no.

En Números 15: 27-29, la ley de Moisés prescribe lo que se debería hacer "si una persona pecare por yerro". El transgresor debe traer una cabra para realizar una ofrenda por el pecado y "el sacerdote hará expiación por la persona que haya pecado por yerro" (v. 28). A modo de contraste, si una persona que "despreciando la palabra del Señor" peca "con presunción", esa persona será "cortada" (Números 15: 30-31). De hecho, la inadvertencia era "un criterio clave en todo sacrificio expiatorio, [pues] el que peca con descaro deliberado es excluido del santuario".

Sabiendo esto, podemos comprender mejor por qué Benjamín aseguró, de manera tan expresa, que el sacrificio de Jesucristo expiaría los pecados de los que "pecaron por ignorancia". El pueblo de Benjamín se habría preguntado con toda naturalidad, mientras éste describía en qué consistía la expiación prometida, si su eficacia alcanzaría toda categoría de pecado o sólo ciertas clases de transgresión. Se les dijo que la expiación de Cristo cubriría automáticamente la caída de Adán y los pecados cometidos en ignorancia. Aunque las teologías modernas considerarían que los pecados no intencionados son únicamente significativos de forma marginal, éstos constituían una parte esencial de los conceptos de expiación y de sacrificio expiatorio en el antiguo sistema de sacrificios. A la vez, Benjamín también pronunció un clamoroso lamento eterno sobre los impenitentes que transgreden la ley de Dios a propósito, los que se declaran "en rebelión manifiesta contra Dios" (Mosíah 2: 33, 37; 3:12). El perdón por una mala conducta intencionada depende de un íntegro cambio de corazón.

Además, Mosíah 3 reconoce dos tipos de pecados por ignorancia: (1) algunas personas viven y mueren ignorando la voluntad de Dios concerniente a ellos (v. 11) tal como se revela en la ley escrita de Moisés (v. 14) y por tanto transgreden la ley, mientras que (2) otras personas presuntamente conocen la ley de Dios en cierta medida, pero aun así pecan fortuitamente o por desconocer el auténtico significado y aplicación de la ley.

Es interesante señalar que hubo otro pueblo antiguo que, de forma similar, habló de varios tipos de pecados por ignorancia. Los Rollos del Mar Muerto castigaban "un único pecado no intencionado" con una pequeña sanción (1QS 9:1-2); pero parece ser que el error repetido se toleraba. El descuido se podía deber a falta de cuidado o al mal juicio, pero también podía provenir del desconocimiento de los "asuntos ocultos" del seno de la Ley de Moisés, que sólo eran conocidos por la secta de Qumrán. Por supuesto, quien se "rebelaba" abiertamente contra las porciones reveladas de le ley que eran obvias a todo el mundo era castigado de forma muy severa (1QS 8: 17-18; 4Q159 2-3).

El pecado involuntario preocupaba mucho más a los antiguos que a nosotros hoy en día. Aunque nos preocupamos muy poco por tales pecados, esto se debe únicamente a que sabemos que el sacrificio infinito de Cristo los ha expiado. Incluso aunque ahora nos mostramos menos preocupados por los pecados no intencionados, las palabras de Benjamín nos recuerdan que no debemos permanecer ignorantes de este aspecto del sacrificio expiatorio de Cristo, ni debemos dejar de mostrar nuestro agradecimiento por el mismo.

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