¨La Perfeccion-La Calidad"
Quienes pretendemos ser fieles y dignos seguidores de Cristo en esta vida, o en otras palabras quienes deseamos ser Sus discípulos, debemos hacernos varias preguntas a lo largo de nuestra existencia terrenal. Algunas de ellas, cuanto antes las hagamos, mejor para nosotros mismos ya que muchas veces descubrimos que es necesario modificar algunas prácticas en nuestro estilo o forma de hacer las cosas.
Déjenme poner un ejemplo muy real. ¿Soy un buen Maestro Orientador o Maestra Visitante? Sólo la persona involucrada será capaz de responder a la pregunta, luego de contestar verídicamente algunas preguntas como: a) ¿hago las visitas cada mes?; b) ¿las hago con amor y con el verdadero espíritu?; c) ¿dejo siempre un mensaje cuyo objetivo es reforzar la importancia de ‘seguir a Cristo’; d) ¿me siento feliz al hacerlas?; e) si es necesario y dadas las circunstancias, ¿les visito más de una vez en el mes?; f) ¿doy mi informe cada mes a mi líder en el Sacerdocio o Sociedad de Socorro?; g) ¿es necesario que mis líderes me persigan para cumplir mi mayordomía?
Para finalizar la introducción al tema de este artículo, quisiera hacer un muy breve análisis doctrinal que avala la preocupación por el concepto de Calidad, orientado a las cosas de Dios, es decir con una óptica teológica (que en realidad son nuestras cosas):
Sed pues vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48) – Está muy claro el deseo de nuestro Padre respecto a cómo desea Él que seamos nosotros, Sus hijos.
“Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven y sígueme” (Mateo 19:21) – Él nos habla aquí con tremenda claridad…y nuevamente nos queda claro la forma en que Él ve la perfección.
“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13) – está demasiado claro Su pensamiento de lo que Él espera que lleguemos a ser.
“Sí, venid a Cristo, y perfeccionaos en Él, y absteneos de toda impiedad, y si os abstenéis de toda impiedad, y amáis a Dios con toda vuestra alma, mente y fuerza, entonces su gracia os es suficiente, para que por su gracia seáis perfectos en Cristo; y si por la gracia de Dios sois perfectos en Cristo, de ningún modo podréis negar el poder de Dios” (Moroni 10:32) – no hay duda que es a través de nuestra cercanía al Maestro que logramos la perfección y la salvación.
Hay una infinidad de escrituras en nuestros libros canónicos que hablan acerca de la perfección y cuan preciada es dicha virtud por el Padre y Jesucristo.
El élder Bruce McConkie escribió en su libro Mormon Doctrine: “Hay dos clases de perfección – finita o mortal, e infinita y eterna.”
La ‘perfección finita’ puede ser ganada por los santos rectos en esta vida. Consiste en vivir temerosos de Dios, una vida de devoción a la verdad, de caminar en completa sumisión a los deseos del Señor, y en poner primero en la vida de uno las cosas del reino de Dios.
La ‘perfección infinita’ es reservada a aquellos que vencen todas las cosas y heredan la plenitud del Padre en las mansiones del más allá. Consiste en ganar la vida eterna, la clase de vida que Dios tiene en el cielo más alto dentro del mundo celestial. Descargar articulo completo en PDF
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