Un Buen Maestro, un Buen Alumno.
Como líderes estamos preocupados en nuestro rol de dirigir y enseñar a un grupo y buscamos la manera eficaz de aprender y aplicar estrategias que nos permitan lograr nuestro objetivo de comunicar, enseñar y motivar.
Pero a veces no tenemos en cuenta nuestro papel como alumnos, y podemos llegar a perder la capacidad de aprender eficazmente. Aduciendo los años que tenemos como miembros de la iglesia o la cantidad de llamamientos que hemos tenido, creemos que no tenemos nada más que aprender. Perdemos la capacidad de ser enseñables y de desarrollar mejor nuestras habilidades y talentos en la enseñanza.
Hace unos años atrás el élder Russell M. Nelson, del Consejo de los Doce Apóstoles, enseñó sobre cuatro pasos que facilitan el proceso de un aprendizaje eficaz.
Primer Paso
“El primer paso es tener un gran deseo de saber la verdad. He sido profesor de cirugía por muchos años y he observado que las personas aprenden de diferentes formas. Por ejemplo, antes de operar, uno se lava bien las manos. Durante ese tiempo algunos estudiantes de medicina permanecen callados o conversan trivialidades. Pero los que tienen el deseo de aprender los aprovechan para hacer preguntas.
También he observado que los estudiantes que verdaderamente tienen el deseo de aprender, saben que no saben ciertas cosas y se esfuerzan por aprenderlas”1
Como maestros nosotros también necesitamos aprender y según nuestro deseo y esfuerzo entonces podremos actuar de diversas maneras.
De acuerdo a nuestro interés en el aprendizaje personal mostraremos diferentes niveles de interés por enseñar: podemos sólo repetir el mensaje para que llegue a destino; también podemos aprovechar las oportunidades que surjan en la relación para aplicar lo que deseamos enseñar, o mejor aún, propiciaremos oportunidades de enseñanza formal e informal.
Un indicador de nuestro deseo de aprender podría encontrarse en la respuesta a la siguiente pregunta:¿Cuándo preparamos la clase de la Escuela Dominical?
Mientras más tiempo dedique al estudio de una clase, más oportunidades le estaré dando al Espíritu de que me enseñe a mí cómo o qué debo enseñar. Descargar articulo completo
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