La sabia decisión de ser felices
Investigaciones realizadas muestran que la gente feliz es más saludable, más exitosa y más creativa. También obtienen el dinero necesario para sus necesidades personales y familiares, se casan y permanecen casados, atraen más amigos, son más productivos en sus trabajos y siempre abundan en proyectos. Por ello debe ser que todos deseamos ser felices y entonces surge la pregunta: ¿Cómo puedo ser una de esas personas felices?
Tomando algunas decisiones en base a unos pocos consejos de algunos expertos y aplicando los conocimientos del evangelio, nos daremos cuenta que es más fácil de lo que muchas veces pensamos. Pequeñas cosas pueden hacer una gran diferencia.
1. Decida ser feliz
Además de generarnos satisfacción, ser felices es el objetivo del hombre. La felicidad no se logra por casualidad, ni por genética, sino que se cultiva y se cuida. Es el resultado de desear hacer las cosas correctas, de disfrutar al hacerlas, de no perder la visión de nuestros objetivos y de mantener una actitud positiva ante los obstáculos que se presenten en el camino.
Decidirnos a ser felices y adoptar una actitud positiva es una de las claves. La actitud es fundamental. En un mismo hecho podemos encontrar cosas negativas o cosas positivas, según los lentes conque nuestra actitud nos haga mirar.
2. No pierda de vista sus bendiciones
Las investigaciones muestran que una de las mejores maneras de mantener una actitud positiva es tener presente las bendiciones. Podemos estar sufriendo momentos tremendos en nuestra vida y aún así, esos momentos serán insignificantes al compararlos con las bendiciones recibidas. La gratitud nos ayudará a pensar en todo lo que podemos aprender de la adversidad, o a ver las cosas que tal vez debemos cambiar; nos dará la fuerza para seguir adelante, manteniendo la actitud positiva y la decisión de ser felices.
3. Pase tiempo con sus familiares y amigos
Nuestras relaciones con nuestros familiares y amigos tienen una gran incidencia en las causas de nuestra felicidad. Por tal motivo, cultivar las relaciones con nuestro entorno afectivo es de suma importancia para cumplir nuestro objetivo de ser felices.
Al mantener una actitud positiva y al ser amigables, crearemos un campo magnético alrededor nuestro que hará que las personas deseen acercarse a nosotros. No sólo disfrutarán al estar a nuestro lado, sino que también aprenderán por el simple de hecho de compartir tiempos juntos. La relación creará una unidad que multiplicará los momentos felices y aligerará el peso de las cargas.
4. Compre algo de felicidad
La relación entre el dinero y la felicidad es por demás complicada. Muchos piensan que cuanto más dinero, mayor es la felicidad, pero los estudios demuestran que cuando una persona tiene el dinero para sus necesidades básicas, más dinero no necesariamente significa mayor felicidad. Por el contrario, corremos el riesgo de hacernos superficiales y sufrir la tragedia del materialismo, que destruye nuestra naturaleza creativa y nuestros valores.
No es malo tener dinero extra a nuestras necesidades. Uno es feliz al ayudar a otros. La gente que da es más rica, más feliz y más saludable.
Abundan las buenas causas a las que podemos contribuir. De hecho, en la Iglesia tenemos el Fondo Perpetuo para la Educación, Servicios Humanitarios, Construcción de Templos y otros. También podemos ayudar a jóvenes en sus misiones regulares, a nuestros hijos y nietos en sus estudios y hay muchas fundaciones que siempre necesitan de donaciones para cumplir con sus objetivos de servicio.
Ayudar económicamente, cuando tenemos dinero extra, sin importar que sea mucho o poco, nos hace sentir bien, seguramente por estar cumpliendo con el consejo del Señor : “Y después de haber logrado una esperanza en Cristo obtendréis riquezas si las buscáis; y las buscaréis con el fin de hacer bien: para vestir al desnudo, alimentar al hambriento, libertar al cautivo y suministrar auxilio al enfermo y al afligido.” (Jacob 2:19)
5. Servicio
Prestar servicio voluntario, en la Iglesia, en la familia o en la sociedad, también conduce a la felicidad. Las personas que prestan servicio son parte del grupo más feliz de una nación. La decisión de servir no depende de un llamamiento o del dinero que tengamos. Sobran a nuestro alrededor las oportunidades para prestar servicio en cantidad y variedad. La actitud de servir en forma permanente y no casual o temporal, es determinante para nuestro objetivo de ser felices.
“De cierto digo que los hombres deben estar anhelosamente consagrados a una causa buena, y hacer muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia;
“porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes. Y en tanto que los hombres hagan lo bueno, de ninguna manera perderán su recompensa.” (DyC 58:27-28)
6. Saber decir “Suficiente”
Generalmente hay dos tipos de personas: los satisfechos y los insatisfechos crónicos. Los primeros son aquellos que son felices una vez que alcanzan un cierto nivel de calidad aceptable. Por otro lado, los segundos son los que siempre quieren más y más; quieren el mejor auto, la mejor casa, el mejor teléfono celular.
Nunca disfrutan lo que tienen y son presa fácil del estrés que el marketing genera en el mundo. Siempre quieren ganar más y nunca están conformes con el lugar que tienen en su trabajo. Compiten permanentemente y eso hace que siempre estén estresados (y estresen a los demás).
Esto no quiere decir que no debemos buscar la excelencia y desarrollar nuestro talentos. La calidad de vida no depende de las riquezas materiales, de los títulos o puestos gerenciales, ni la felicidad de ser mejores que los demás.
Buscar la mejor educación para nuestro hijo es una cosa, pero angustiarnos por no tener el último modelo de teléfono celular, es otra muy distinta.
Nuestros mayores esfuerzos e inversiones de tiempo deben ser dedicados a las cosas realmente importantes y eternas, como fortalecer las relaciones con nuestros familiares y amigos.
7. Aparentar hasta que se logre
“Los sentimientos siguen a las acciones”, dijo Gretchen Rubins, autor del Proyecto de la Felicidad. Su investigación muestra que el simple hecho de sonreír lo hace a uno más feliz. ¿Por qué esto es efectivo? Cuando uno se siente deprimido, el cerebro envía señales a los músculos faciales, diciéndole que uno está triste.
La cara responde adoptando una expresión triste diciéndole al cerebro que uno está con un humor miserable.
Decidir conscientemente cambiar la expresión de nuestro rostro, de manera que no refleje nuestras emociones negativas es una manera de cambiar el mensaje al cerebro, que terminará cambiando nuestro humor.
Debemos aprender a reírnos de nosotros mismos, de nuestras equivocaciones, de los obstáculos que se presenten. Después de todo, aunque resulte ilógico en un principio, todo lo solucionaremos mejor con un buen humor que sintiéndonos miserables.Sonreír es oxígeno para el alma y nos permite pensar y decidir mejor. Sonreír, aún cuando en un principio no tengamos muchas ganas, hará que desarrollemos la habilidad de ver el lado positivo de las cosas.
8. Probar nuevas cosas
Dicen que los humanos generalmente son criaturas de hábito. Pero agregar nuevas actividades a nuestra rutina puede significar mucha ganancia. Lo peor que nos puede pasar es dejar de tener proyectos. Puede que hayamos cumplido una etapa, pero no significa que no podamos empezar otra. Tener cosas que lograr nos ayuda a ejercitar nuestra creatividad y requiere estudio y esfuerzo. Siempre hay cosas que aprender y áreas en las que no tenemos experiencia. Tener nuestra mente abierta a oportunidades que la vida nos presente nos dará esa riqueza que acerca a la felicidad.
La felicidad es algo que está a nuestro alcance. No depende de la suerte o de la decisión de otros. Es uno de los objetivos centrales del Plan de Salvación y es algo que ya podemos empezar a disfrutar.
Debemos decidirlo firmemente y empezar a hacer las cosas pequeñas que nos llevan a ella. Y cuando comenzamos a ser más felices, no sólo mejoramos nuestras vidas, sino también la de otros. Siendo personas felices probablemente podremos afectar más positivamente al mundo que de cualquier otra manera. La decisión está en nosotros y sólo resta saber cuando queremos empezar, si es que no lo hemos hecho ya.
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