Jesús: El Lider Perfecto.
Hay muchísimas cosas que uno podría decir tocante a la tremenda capacidad de liderazgo en el Salvador, mucho más de lo que podría expresarse en un discurso o en un libro, pero al menos quisiera señalar algunos de los atributos y aptitudes que El tan perfectamente demostró. Estas mismas aptitudes y cualidades resultan importantes para nosotros si es que deseamos tener éxito perdurable como líderes.
Principios concretos
Jesús sabía quién era y la razón por la que estaba en este planeta, lo cual le permitía guiar a sus seguidores basado en la certeza personal y no en la incertidumbre o en la debilidad.
Jesús actuaba en base a principios o verdades concretos en vez de simplemente ajustarse al estilo de aquellos líderes que establecen las reglas sobre la marcha. Esto quiere decir que era un líder ceñido a principios de probada eficacia, lo cual dotó al estilo de Jesús no sólo de constancia sino también de exactitud.
Quienes procuran el poder a expensas de los principios a menudo terminan por hacer cualquier cosa para perpetuarlo.
Recordarán que repetidamente dijo: “Ven, sígueme.” El Señor se regía por un método de imitación, como si dijera “Haz lo que yo hago”, en vez de “Haz lo que yo digo”. El prefería caminar y obrar junto con aquellos a quienes tenía por misión servir. El suyo no fue un liderazgo ejecutado a distancia. No les temía a las amistades estrechas ni tampoco a que la proximidad que pudiera existir con El desilusionara a sus seguidores.
La levadura del verdadero liderazgo no puede levantar a nadie a menos que acompañemos y sirvamos a aquellos a quienes dirigimos.
Jesús se mantuvo virtuoso y así, cuando quienes le rodeaban estaban tan cerca de El que podían tocar el borde de su manto, el poder de la virtud surgía de El. (Véase marcos 5:24-34) .
Comunicación
Jesús era un líder que escuchaba.
Puesto que amaba a su prójimo con un amor perfecto, escuchaba sin presunción. Nadie puede ser un gran líder a menos que sepa escuchar. Un gran líder es aquel que escucha no solamente a los demás sino también a su conciencia y a los susurros del Espíritu, ya que por medio de El, Dios se comunica nosotros, sus hijos.
Jesús era un líder paciente, persuasivo y amoroso. Cuando Pedro levantó la espada, se abalanzó contra el siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha, Jesús le dijo: “...Mete tu espada en la vaina” (Juan 18:11). El incidente no despertó en El ni enojo ni perturbación.
Por haber amado a sus seguidores, Cristo estaba en condiciones de tratar con ellos de igual a igual, de ser sincero con ellos. Hubo veces en que amonestó a Pedro precisamente porque lo amaba, y Pedro, por ser un gran hombre, maduró gracias a esas amonestaciones.
Hay un maravilloso versículo en el libro de Proverbios que todos debemos siempre recordar:
“El oído que escucha las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará..
“El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; más el que escucha la corrección tiene entendimiento. “ (Proverbios 15:31-32)
Sabio es el líder o el discípulo que sabe escuchar y hacer frente a las “amonestaciones de la vida”. Pedro pudo hacerlo, pues sabía que Jesús lo amaba y fue por eso que el Maestro lo preparó para ocupar un alto lugar de responsabilidad en el reino de su líder. Jesús jamás aprobó el pecado, pero veía en él algo que emergía del interior por necesidades insatisfechas de parte del pecador. Esta percepción le permitió condenar el pecado sin condenar el pecador. Del mismo modo podemos nosotros poner de manifiesto nuestro amor hacia otras personas aun cuando tenemos la responsabilidad de reprenderlas. Tenemos que ser capaces de ver en lo más profundo de su vida a fin de detectar las causas básicas de sus fracasos y defectos. Descargar articulo completo
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mary rosa rojas -