El Concilio de Los Cielos
El 3 de octubre de 1918, pocos meses después de la muerte de Hyrum, el presidente Smith se hallaba sentado en su habitación "meditando sobre las escrituras" (D&C 138:1 ) cuando recibió una maravillosa visión. El presidente Smith tuvo la singular oportunidad de mirar más allá del velo y de ver algo de lo que aconteció en el mundo de los espíritus antes de esta vida, así como lo que va a suceder en la existencia que nos aguarda en el más allá.
Lo que él aprendió durante esa experiencia tan singular fue extraordinario. Por ejemplo, llegó a entender este importante concepto en cuanto a los primeros líderes de la Iglesia tales como su padre y su tío, Hyrum y José Smith, así como Brigham Young, John Taylor, Wilford Woodruff y otros: "Aun antes de nacer, ellos, con muchos otros, recibieron sus primeras lecciones en el mundo de los espíritus, y fueron preparados para venir en el debido tiempo del Señor a obrar en su viña en bien de la salvación de las almas de los hombres" (D&C 138:56).
Una de las lecciones principales que nuestro Padre Celestial nos enseñó en ese "mundo de los espíritus" fue la relacionada con la importante función de los consejos y de aconsejarnos mutuamente en el contexto del gobierno del Evangelio. Desde el principio mismo, Dios llevó a cabo Su obra por medio de un sistema de consejos.
El primer consejo del que tenemos referencia ocurrió antes de que fuera creado el mundo en el cual vivimos, y se verificó en un lugar en el que todos nosotros hemos estado pero que no podemos recordar. Dios, nuestro Padre Celestial, fue la autoridad presidente en esa reunión tan significativa. A Su lado estaba Su primogénito, Jehová, a quien ahora conocemos como Jesucristo.
No sabemos exactamente cómo fue dirigido este Concilio de los Cielos, ni el proceso que se siguió. Aun cuando nos referimos al Concilio de los Cielos como un consejo único, es posible que se hayan efectuado varias reuniones en las que se enseñó el Evangelio, se preordenó a profetas y a otros, y se hicieron asignaciones a varias personas.
Claro que no tenemos conocimiento de todo cuanto aconteció durante ese consejo premortal, pero si nos basamos en lo que sí conocemos, la manera en que nuestro Padre Celestial administró el Concilio de los Cielos ilustra detalladamente varios principios clave en cuanto a la forma de tomar decisiones por medio de los consejos.
EL LÍDER EFICIENTE TIENE VISIÓN
Ante todo, como líder del consejo, Dios se presentó con un plan. A pesar de que es cierto que nuestros consejos terrenales se pueden usar eficazmente para trazar planes de acción, también es verdad que el líder debe presentarse ante el consejo con, por lo menos, una cierta visión.
No es necesario que esa visión ofrezca cada detalle de lo que queremos hacer. Pero si el consejo ha de adoptar decisiones relevantes, el líder tiene que saber en qué dirección tenemos que encaminarnos y qué es lo que queremos que suceda. Sin ese liderazgo y sin esa visión clara, ¿cómo sabrá el consejo si se ha tomado o no una decisión apropiada?
Cuando un líder en la Iglesia inspira a los miembros de un consejo con visión, les ayuda a concentrarse en su verdadera misión a fin de que ayuden a la gente en vez de limitarse a administrar programas.
EL LÍDER EFICIENTE ESTIMULA A LA LIBRE EXPRESIÓN
Segundo, el Concilio de los Cielos permitió que se presentaran diferentes planes. Lo que Satanás propuso a los allí reunidos era muy diferente del plan de nuestro Padre Celestial. Obviamente los argumentos esgrimidos por Satanás fueron persuasivos ya que muchos de nuestros hermanos y hermanas en el espíritu escogieron seguirle. Del mismo modo, nuestros consejos deben siempre dedicar tiempo a tratar y a considerar diferentes puntos de vista. No siempre estaremos de acuerdo con lo que digan otras personas, pero todos nos beneficiaremos con la oportunidad de expresar nuestro parecer y de considerar opiniones o enfoques sobre un determinado problema, que tal vez sean diferentes del nuestro.
EL LÍDER EFICIENTE DA INSTRUCCIONES CLARAS Y PRECISAS
Extendido el llamamiento a una nueva presidenta de la Primaria, quien estaba en ese momento considerando los nombres de sus posibles consejeras.
El presidente de la estaca quedó atónito. "Yo no quería que se relevara a la presidenta de la Primaria", dijo. "¡Simplemente consideré que era un buen momento para cambiar a sus consejeras y tal vez a algunas otras hermanas miembros de la mesa directiva! ".
Si tan sólo se hubiese comunicado claramente con su consejero, ese buen presidente de estaca habría evitado una situación extraordinariamente incómoda. Lo que es más, el segundo consejero tendría que haber aclarado su asignación ante su líder en vez de sacar conclusiones propias de lo que debía hacer en ese caso. Por lo menos en ese asunto, la comunicación entre los miembros de esa presidencia de estaca dejó bastante que desear.
EL LÍDER EFICIENTE TRABAJA EN ETAPAS
El relato de la Creación ofrece importantes lecciones a quienes sirven en obispados y en otros consejos de presidencia. A oficiales tales como presidentes y obispos, la Creación bosqueja tres elementos de liderazgo a ser logrados por medio de un consejo. Primero, adviértase cómo nuestro Padre Celestial dio instrucciones claras y precisas. Envió a Sus representantes escogidos con una expectativa bien definida y después les permitió escoger la mejor manera de encargarse de los detalles.
La segunda lección en liderazgo que la Creación enseña a presidentes, obispos, líderes de grupo y padres, tiene que ver con la naturaleza detallada de las instrucciones dadas por Dios. Él no dijo a los miembros de Su consejo: "Id y cread un mundo". Aun cuando tenía una visión completa de lo que quería que se lograra, llevó a Su consejo por el proceso paso a paso, dándole amplia oportunidad de informar, de asesorarse y de poner en práctica las instrucciones recibidas.
EL LÍDER EFICIENTE DELEGA
La tercera lección que presidentes, obispos, líderes de grupo y padres pueden aprender del consejo de la Creación es que nuestro Padre Celestial no hizo todo Él solo aun cuando bien habría podido hacerlo. En su condición de Dios, tenía toda la autoridad y el poder necesarios para crear el mundo, y sin duda Él era quien tenía la visión completa del proyecto. Pese a ello, decidió delegar responsabilidades, pidiendo informes regulares para asegurarse de que todo se estaba haciendo debidamente.
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