PROTEJÁMONOS CONTRA EL PECADO
Debemos tener constante cuidado con nuestros pensamientos. Los pecados graves casi siempre empiezan con pensamientos indignos. Hace algunos años, bajo la dirección de la Primera Presidencia, entrevisté a un hombre con miras a que se le restauraran la autoridad del sacerdocio y las bendiciones del templo. Se le había excomulgado mientras servía en un importante llamamiento en su barrio. En el curso de nuestra conversación, le pregunté: "¿Cómo fue que sucedió todo esto?".
En un tono de voz serio me contestó: "Todo empezó cuando decidí hojear una revista pornográfica.
Ese insignificante incidente me llevó a cosas cada vez más inmorales incluyendo películas y videos eróticos hasta que cometí adulterio con una prostituta".
El hombre continuó diciendo: "Al pensar en todo eso, me cuesta creer que fui capaz de hacer cosas tan horribles. Pero las hice y todo empezó con una revista pornográfica. Hermano , hágale saber a los santos que deben tener cuidado con lo que miran y lo que ven en la televisión, en películas y en videos".
Otro joven que cayó en más o menos las mismas circunstancias, más tarde atribuyó su retorno a la Iglesia a la influencia de varios amigos y miembros del barrio que lo pusieron bajo sus alas y le ayudaron a reconocer que era un alma digna de salvar. El presidente del quórum de élderes, en particular, y su familia, ofrecieron su amistad a ese joven y a su esposa. Les hicieron sentirse amados, necesitados, valorados y bienvenidos en la Iglesia.
Una hermana a quien, tras años de fiel y abnegado servicio a la Iglesia, se le tuvo que disciplinar, dijo: "No tenía idea de que fuera capaz de cometer una transgresión tan grave. Había dado por sentado que si sabía que algo estaba mal, nunca lo haría. Cuán poco entendí la extraña dinámica de la conducta humana, o aquello de lo que yo era capaz".
No debemos nunca olvidar que Satanás es real y que tiene el poder de "prender" a los seres mortales "con sus sempiternas cadenas . . . y los conduce astutamente al infierno" (2 Nefi 28:19, 21). Los consejos disciplinarios de barrio y de estaca son una parte importante del plan de Dios de redimir a Sus hijos de las cadenas del pecado. Todos los que sirven en esos consejos o que tratan de influir positivamente en la vida de seres queridos que han sido disciplinados, deben tener presente la importancia de amar sin juzgar; ser sensibles y considerados sin entrometerse; ser afectuosos sin condescendencia; perdonar y olvidar. Por sobre todo lo demás, tenemos que recordar lo que dijo el Señor: "He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más" (D&C 58:42).
Siendo que todos, en mayor o menor grado, somos espiritualmente impuros a causa del pecado y que, por consiguiente, tenemos necesidad del sacrificio. expiatorio del Señor Jesucristo, ¿podemos encontrar justificativo para no obrar de esa manera?
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