COMO LLEGAR A SER MIEMBROS DE LA FAMILIA DE CRISTO
A los fieles se les tiene reservada una relación familiar especial. "Permítaseme hablar de la relación familiar especial de que gozan quienes, por la manera en que viven, llegan a ser un pueblo especial. De ellos está escrito: 'Sois hijos del Dios viviente' (Oseas 1:10). Es decir, quienes alcanzan el elevado estado de un pueblo especial pasan a formar parte de la familia del Señor Jehová. Llegan a ser sus hijos e hijas y El es su Padre. La mejor cita del principio que estamos analizando se encuentra en estas palabras del rey Benjamín: " 'Ahora pues, a causa del convenio que habéis hecho [en las aguas del bautismo], seréis llamados progenie de Cristo, hijos e hijas de él, porque he aquí, hoy él os ha engendrado espiritualmente; pues decís que vuestros corazones han cambiado por medio de la fe en su nombre; por tanto, habéis nacido de él y habéis llegado a ser sus hijos y sus hijas' [Mosíah 5:7]. "Esta es una relación familiar especial reservada para los fieles, que es distinta y separada de la que disfrutan todos los hijos espirituales del Padre Eterno, y es superior a ella. "El rey Benjamín continúa diciendo: " 'Y bajo este título sois librados, y no hay otro título por medio del cual podéis ser librados. No hay otro nombre dado por el cual viene la salvación; por tanto, quisiera que tomaseis sobre vosotros el nombre de Cristo, todos vosotros que habéis hecho convenio con Dios de ser obedientes hasta el fin de vuestras vidas. " 'Y sucederá que quien hiciere esto, se hallará a la diestra de Dios, porque sabrá el nombre por el cual es llamado; pues será llamado por el nombre de Cristo.' [Mosíah 5:8-9.] "Ese es un principio glorioso y maravilloso. Somos hijos e hijas del Dios viviente, hijos del gran Jehová, fruto adoptivo del Señor Jesucristo. Llevamos el nombre de Cristo; somos miembros de su familia; El es nuestro Padre. Bien, ¿cómo obtenemos tal relación personal con el que nos compró con su sangre? El dice: " 'Mas a cuantos me recibieron, di el poder de llegar a ser mis hijos; y en igual manera, a cuantos me recibieren, daré poder para llegar a ser mis hijos. " 'Y de cierto, de cierto te digo, que el que recibe mi evangelio, me recibe a mí; y quien no recibe mi evangelio, tampoco me recibe a mí. " 'Y éste es mi evangelio: Arrepentimiento y bautismo en el agua, tras lo cual viene el bautismo de fuego y del Espíritu Santo, sí, el Consolador, el cual manifiesta todas las cosas y enseña las cosas apacibles del reino' (D. y C. 39:4-6)." (Bruce R. McConkie, "The Ten Commandments of a Peculiar People", en Speeches of the Year, 1975, págs. 29-30.) Llegamos a ser sus hijos cuando hacemos y honramos nuestros convenios con El. "Es mediante la expiación de Jesucristo que recibimos la vida eterna, por medio de la resurrección de los muertos y por la obediencia a los principios del evangelio. "El Salvador llega a ser nuestro Padre, en cuyo sentido el término se usa en las Escrituras, porque nos ofrece la vida eterna mediante la expiación que efectuó por nosotros . . . "De manera que llegamos a ser la progenie, hijos e hijas, de Jesucristo mediante nuestros convenios de obediencia que hacemos con El. Por causa de su divina autoridad y de su sacrificio sobre la cruz, nos tornamos hijos e hijas engendrados espiritualmente y El es nuestro Padre." (Smith, Doctrina de Salvación, tomo I, págs. 26, 27.) ¿Cómo es posible lograr una relación personal con el Salvador? "No hace mucho, se entrevistó a un excelente grupo de misioneros de América del Sur, y se les hizo la siguiente pregunta: '¿Cuál es la mayor necesidad en el mundo actual?' Uno de ellos respondió sabiamente: 'Creo que cada persona en el mundo debería tener una relación íntima, diaria y constante con el Salvador'. Una relación así puede encender en nosotros la chispa divina, y el llegar a comprender y conocer nuestra divina relación con Dios puede lograr un cambio en nuestra vida, superior a cualquier otro cambio. "Pero no sólo debemos tratar de conocer íntimamente al Maestro, sino también de ser uno con El, tal como El nos ha invitado (véase Juan 17:21), de 'ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu' (Efesios 3:16). Quizás no nos acerquemos a El lo suficiente por pensar que está demasiado lejos de nosotros, o tal vez no nos santifiquemos tanto en nuestra relación con El por no concebirlo como un Ser real. "¿Cómo podemos sentir la bendición de la influencia divina y santificante del Maestro en nuestra propia vida? Nuestros sentimientos son sagrados para nosotros y nadie puede refutárnoslos; por lo tanto, para recibir la influencia divina del Maestro, empecemos por esa silenciosa certeza que la mayoría de nosotros recibe de vez en cuando, y que sabemos nos testifica de la verdad. Estas son cosas que no siempre podemos probar a los demás, y, sin embargo, forman parte de nuestro conocimiento. ¿Será acaso que la chispa divina que hay dentro de nosotros está tratando de identificarse con su fuente de procedencia? ¿No es como un testimonio personal de la verdad atravesando el velo que separa este mundo del otro? "¿No hay una añoranza de comprender en su mente lo que ya siente en su corazón, un sentimiento que no puede expresar con palabras porque es tan indescriptiblemente personal? El Maestro dijo que esta realidad quieta puede hablar paz a la mente en cuanto al asunto (véase D. y C. 6:23). "Quisiera sugerir cinco medidas esenciales que debemos tomar para limpiar el canal por el cual debemos recibir el 'agua viva' del manantial mismo, o sea, del Redentor. "Primero: una comunión diaria por medio de la oración. Una súplica ferviente y sincera es como una conversación franca entre dos personas; ella hace que el Espírtu del Señor fluya como un bálsamo para nuestras heridas, nuestros pesares y nuestras pruebas. "Segundo: un diario servicio generoso a los demás. Los seguidores del divino Cristo tienen que pasar la prueba en base a sus hechos y no las solemnes creencias que profesan. "Tercero: una lucha diaria por ser más obedientes y perfectos. ' . . . ¿qué clase de hombres habéis de ser? En verdad os digo, aun como yo soy', dijo el Salvador (3 Nefi 27:27). Sólo por la perfecta expiación de Jesús, el justo puede alcanzar esa perfección. (Véase D. y C. 76:69.) "Cuarto: un reconocimiento diario de la divinidad del Señor. A fin de tener esa relación personal continua con el Maestro, debemos ser sus discípulos. 'Porque ¿cómo conoce un hombre al amo a quien no ha servido, que es un extraño para él, y se halla lejos de los pensamientos y de las intenciones de su corazón?' (Mosíah 5:13.) "Quinto: un estudio diario de las Escrituras. El presidente Kimball ha dicho: 'Me he dado cuenta de que cuando mi relación con Dios es esporádica y me parece que no hay un oído divino que me escuche, ni una voz divina que me hable, soy yo quien en realidad se ha alejado. Y si me sumerjo en las Escrituras, la distancia se acorta y la espiritualidad se restablece' ("What I Hope You Will Teach My Grandchildren", discurso al cuerpo docente de Seminarios e Institutos, 11 de jul. de 1966.) . . . "Santificándonos, llegará el día en que El nos 'descubrirá su faz' (D. y C. 88:68). 'Y si vuestra mira de glorificarme es sincera, vuestro cuerpo entero será lleno de luz y no habrá tinieblas en vosotros; y el cuerpo lleno de luz comprende todas las cosas' (D. y C. 88:67)." Qames E. Faust, "Nuestra relación con el Salvador", Liahona, feb. de 1977, pág. 25; versión revisada).
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