ENCONTRAR PAZ EN EL ESPEJO
Mucha infelicidad resulta de desesperarnos por nuestra apariencia física. Pero si fuéramos capaces de ver la divinidad inherente a nuestros maravillosos cuerpos mortales, podemos encontrar una serenidad y paz que escapa a los que se encuentran atrapados en la obsesión del mundo con el llamado cuerpo ideal.
La obsesión de la sociedad con el cuerpo ideal es evidente en el mundo que nos rodea. Las revistas populares, la televisión, Internet y vallas publicitarias, todos celebran la belleza del cuerpo humano ideal. Y la imagen corporal ideal representada es tan atractiva y seductora que queremos creer el mensaje: el lucir como esos modelos es necesario para la aceptación, el éxito y la felicidad.
La realidad es que a excepción de las relativamente pocas personas que lucen así “naturalmente”, el resto queda corta en algún grado. Y sin tener que gastar enormes cantidades de tiempo y dinero para lograr ese cuerpo, o sin someterse a extensas cirugías estéticas, nunca van a tener lo que el mundo define como un cuerpo ideal. La mayoría de personas tendrían que renunciar a tanto en otros ámbitos de nuestras vidas para lograr la apariencia ideal, que nuestras vidas literalmente se desmoronarían.
Pero eso no quiere decir que no debemos usar tiempo y esfuerzo para asegurar un estilo de vida saludable. Hay aspectos de nuestra apariencia que podemos y debemos tratar de cambiar. Mucha de la información proporcionada por fuentes bien informadas pueden ser útiles, pero si sólo prestamos atención a lo que el mundo dice, es fácil distraerse por una búsqueda poco práctica e inútil. El centrarse en los logros y aceptación mundanos no ha sido nunca el camino para la verdadera felicidad, y un descontento obsesivo con nuestra apariencia física puede llevarnos a la infelicidad y desesperación.
Uno de los maratones más difíciles de la vida de las mujeres–jóvenes y no tan jóvenes– es el de formar una imagen saludable del cuerpo espiritual e intelectualmente y luego físicamente lograr un cuerpo que concuerde con ello. Al igual que sucede con las maratones reales, esta maratón puede ser a veces desmoralizante y otras, estimulante. Para muchas de estas, esta maratón se trata en sí de hacer cambios, cambios de perspectiva, actitud y comportamiento.
“La verdad es que amarse a sí mismo -y al propio cuerpo- es una disciplina propia. Esto significa desafiar a las imágenes que la industria de la moda ha impuesto sobre nosotros. Esto significa ignorar las voces que nos dicen que el estar saludable está a un segundo de distancia de ser delgada/o” .
Por qué hacemos lo que hacemos
A menudo, los desafíos en nuestro camino parecen insuperables. No nos gusta lo que estamos enfrentando. No nos gusta el tiempo y el esfuerzo requeridos para hacer cambios necesarios. Al buscar el consuelo o tal vez al tener un poco “el control”, a menudo nos vemos tentados a recurrir a cualquier cosa que nos haga sentir mejor. En tiempos de desesperación o ansiedad, ¿a dónde acudimos? Especialmente cuando queremos sentirnos mejor ¡ahora mismo! ¿Nos rendimos a la conducta adictiva? ¿Nos extralimitamos en nuestros hábitos alimenticios? ¿Dependemos de medicamentos con receta? ¿Giramos cheques físicos o emocionales que nuestro cuerpo simplemente no puede hacer efectivos? Por otro lado, tal vez pasamos demasiado tiempo y esfuerzo esculpiendo nuestros cuerpos. ¿Son estas formas de conductas adictivas de tratar de capturar una felicidad artificial que constantemente se nos escapa?
Debemos estar dispuestos a dejar ir todo lo que nos lleva a iniciar el camino de la autodestrucción antes de que podamos seguir adelante.
Encontrar la motivación
¿Cuánta energía desperdiciamos suponiendo que otros están pensando mal de nosotros? Pero de todas esas opiniones, sólo hay dos que realmente importan. Mientras más nos ponemos en sintonía con nuestro Padre Celestial y nuestras propias normas morales, llegamos a entender lo que tenemos que hacer para cambiar –externamente, así como en el interior. Entonces esa energía derrochada en lo que otros piensan de nosotros se puede canalizar hacia algo positivo. El trabajar en pro de dejar pasar la imagen falsa del mundo y hallar un verdadero “yo” sano, tanto física como espiritualmente, puede ser un viaje edificante.
Lo que se necesita
1. Preparación
La preparación es un factor determinante en lo que somos capaces de lograr. Diariamente nos enfrentamos a decisiones, y aunque esas decisiones puedan parecer triviales, cuentan. Podemos prepararnos para enfrentar los desafíos y tentaciones en lugar de esperar a que la crisis decida cómo vamos a reaccionar. Por ejemplo, ¿qué tan bien podemos anticiparnos a lo que vamos a comer durante el día? ¿Qué tan bien planificamos un menú saludable para nosotros y nuestra familia? ¿Con qué frecuencia planificamos actividad física, en lugar de esperar a hacerlo si tenemos la oportunidad? Aconsejamos a nuestros jóvenes a tomar decisiones antes de que realmente enfrenten la situación. ¿Hacemos lo mismo? Se dice a sí misma: “Voy a estar en el supermercado hoy, ¿qué voy a hacer cuando pase por la sección de dulces? ¿Puedo inclusive no pasar por allí?”.
Durante el tiempo en que el presidente Gordon B. Hinckley nos alentaba a leer el Libro de Mormón antes de fin de año, habían dos cosas en la parte superior de su lista de tareas de cada día: leer el Libro de Mormón y hacer ejercicio. Él sentía la responsabilidad de cuidar de sí mismo para que pudiera cuidar a los miembros de la Iglesia. E hizo tiempo para hacerlo. Ciertamente, si el presidente Hinckley hizo tiempo para leer las escrituras, así como para el ejercicio, ¡también nosotros debemos hacerlo!
2. Perseverancia
Siempre habrá piedras, rocas, y a veces muros de ladrillo que enfrentar en nuestro camino hacia el bienestar. Si somos sorprendidos por alguna circunstancia que no hayamos previsto y somos derribados, nuestro reto es levantarnos, sacudirnos el polvo y seguir adelante. A medida que perseveremos y logremos pequeñas victorias, podemos sentirnos con el poder y ganar la fuerza para seguir tomando decisiones positivas. Cuando estoy sudando en la máquina elíptica o evaluando subir la colina delante de mí en mi paseo matinal, a veces me pregunto, ¿hasta qué punto quiero esto? Me he preguntado una y otra y otra vez. Cuando persevero, siento una mayor fuerza interior y un sentido más sólido de autoestima, el cual ha sido descrito por el Dr. Steven Hawks como “un sentimiento de gozo que se experimenta cuando se descubre y se gana conciencia del potencial inherente” (Haciendo las paces con la imagen en el espejo, Bookcraft, 2001, 97).
La tarea maratonista de formar y lograr una imagen corporal que sea tanto espiritual como físicamente sana puede tomar toda una vida. Pero la búsqueda de ella ha sido tan satisfactoria para mí que estoy seguro de que es algo que nunca abandonaré. Me niego a abandonarla. He encontrado, y sé que otras personas que también han llegado a descubrir, que la conversión de una actitud de indiferencia y falta de esperanza a una de honestidad y anticipación supondrá un gran cambio que tiene en su núcleo una mayor comprensión de quiénes somos y a quién pertenecemos.
3. Proporcionar auto-cuidado compasivo
¿Realmente funciona?
¿Cómo sabemos cuando está funcionando? He encontrado que a medida que se hace más fácil el hacer tiempo para hacer ejercicio, más deseable se vuelve el comer sano y pasar tiempo leyendo las Escrituras. La paz resultante es dulce de experimentar, y ello refuerza nuestra determinación de seguir cuidando de nosotros mismos.
Cuando dejo de poner excusas y realmente anticipo a cómo me sentiré después de un entrenamiento o una comida saludable, no sólo me siento mejor física y emocionalmente, sino sé que estoy cuidando muy bien este maravilloso regalo que Dios me ha dado.
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