Blogia
LA VERDAD RESTAURADA

Quorum de Elderes

La obra misional que llamamos orientación familiar

La obra misional que llamamos orientación familiar

“Mi quórum consta de mucha gente maravillosa”, dijo el presidente del quórum de élderes; “Sin embargo, la Iglesia no parece ser muy importante para ellos”. Y moviendo la cabeza pensativo, agregó: “Me gustaría encontrar una forma de poder influir en ellos”.

La preocupación de este líder hace eco en toda la Iglesia; todos los barrios y todas las ramas tienen sus miembros menos activos, y todos los barrios y ramas tienen líderes que quisieran saber la forma de lograr un cambio en la vida de sus hermanos y hermanas inactivos.

Esta no es una preocupación moderna. Jesús habló de la oveja perdida, de la moneda de plata perdida, del hijo pródigo, todos los cuales habían sido parte del rebaño, del bolso, de la familia, y después se habían perdido.

Junto con estas parábolas, el Salvador dio una amonestación en forma de pregunta:

“¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?

“¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?” (Lucas 15:4,8)

Nuestra asignación es clara, y con ella, el Señor nos ha dado los medios para cumplirla: la orientación familiar.

Como dijo el Pte. Harold B. Lee: “La obra misional no es otra cosa que brindar la orientación familiar a aquellos que todavía no son miembros de la Iglesia, y la orientación familiar no es ni más ni menos que la obra misional entre los que son miembros de la Iglesia” (Conf. Gral. octubre 1964)

En un discurso sobresaliente sobre la “obra de reactivación”, el élder Neal A. Maxwell, del Quórum de los Doce declaró que “la activación requiere conversión”, tanto como la obra misional lo requiere de las personas que no son miembros de la Iglesia.

Luego hace hincapié en que hay otras formas de enseñar a la gente además de las clases regulares de los quórumes y de la Escuela Dominical. “Hemos visto en los estudios realizados al respecto, que el treinta por ciento de aquellos a quienes se invita a las reuniones concurren a ellas. En cuanto al resto, la experiencia ha demostrado que si se les trata debidamente, ocho de cada diez permitirán que los líderes del sacerdocio vayan a sus hogares a enseñarles, Hermanos, ante hechos tan evidentes, ¿qué es lo que tememos? Estas estadísticas demuestran lo importante que es el no ser únicamente preocupados espectadores, porque francamente, la razón por la que se logra tan poco es que estamos haciendo muy poco.

En una ocasión alguien le preguntó a un experto tallador de madera cómo podría llegar a ser como él, a lo cual, el experto, sin vacilación alguna, le contestó: “Sencillamente, comience a tallar la madera”. Hermanos, ¡comencemos a tallar nuestra madera!” (Liahona julio 1982, pág. 77)

 

¡Comencemos a tallar

nuestra madera!

 

La encomienda es grande, pero algunos líderes, junto con sus maestros orientadores, ¡están realmente tallando la madera! Al aumentar sus esfuerzos para con los miembros que tienen a su cargo, están haciendo progreso en una forma que jamás habrían pensado que era posible.En un área que comprende varias estacas, los líderes del sacerdocio y los maestros orientadores visitaron más de 500 hogares de miembros menos activos, la mayoría de los cuales anteriormente habían rehusado una invitación para asistir las clases de preparación para entrar al templo.

“¿Permitiría que estos buenos maestros orientadores vinieran a su hogar una vez a la semana para enseñarles el evangelio?”, fue la solicitud de los líderes. “No queremos presionarle ni pedirle que haga nada. Solamente explicaremos los principios del evangelio, y tanto como usted como su familia pueden tomar su propia decisión.”

¿La respuesta? En el 80 por ciento de los hogares, las familias aceptaron la proposición, o sea, ¡400 familias que ahora reciben los beneficios del aspecto misional de la orientación familiar! Y los casos como los siguientes fueron numerosos: Los asuntos de negocios de un élder inactivo lo obligaban a viajar fuera de su ciudad seis noches a la semana. Generalmente sólo estaban en casa el sábado a la noche y durante el día domingo; sin embargo, cuando sele preguntó si aceptaría clases semanales en su hogar, aceptó. Después de la primera clase el sábado por la noche, decidió asistir a la Iglesia a la mañana siguiente; ahora sirve en la presidencia del quórum de élderes.

En otra familia, el padre era alcohólico. Aceptó a los maestros orientadores en su hogar semanalmente, y en forma gradual su esposa e hijos se activaron. Aun cuando el hombre todavía es un futuro élder, ha hecho grandes progresos. ¡Y su hijo mayor, reactivado por medio del programa de orientación familiar, es ahora un misionero regular!

Una joven pareja reconocía que debían asistir al templo, pero todavía no tenían deseos de asistir al curso de preparación para el templo; sin embargo, permitieron que sus maestros orientadores vinieran a su hogar a enseñarles una vez a la semana. Ahora el joven esposo dice: “No es que yo fuera rebelde; simplemente no entendía el evangelio”.

En cierta oportunidad comentó a sus maestros orientadores: “Sé que tienen familias y están ocupados, pero apreciamos sus visitas. Necesitamos sus enseñanzas”.

Podemos encontrar un elemento común en todos estos casos, como en otros cientos (o quizás miles) que se podrían contar. La idea básica es que no enseñamos a las familias todo lo que nosotros queremos que escuchen; más bien, empezamos por enseñarles lo que están preparados y capacitados para escuchar.

La diferencia es crítica. Si enseñamos más allá de lo que la familia está capacitada para aceptar, podemos fácilmente crear una situación negativa. La familia se puede poner a la defensiva, pueden hacer caso omiso de lo que decimos, o pueden pedirnos que detengamos las enseñanzas. No se comunica el mensaje, el Espíritu no tiene la posibilidad de testificar al corazón de la gente, y se ha perdido la oportunidad.

He aquí algunos pasos básicos para hacer que la orientación familiar tenga éxito al realizarse entre miembros menos activos: Descargar articulo completo

Los Oficios del Sacerdocio

Los Oficios del Sacerdocio

por el élder Bruce R. McConkie

del Consejo de los Doce


Sesión del Sacerdocio

Mis hermanos del sacerdocio, os saludo con amor y hermandad. Esta es una vista maravillosa, supongo que hay más hermanos del sacerdocio juntos aquí, que los que se hayan reunido en toda el área de Perú desde los días de los nefitas y lamanitas. Vosotros, hermanos, sois los representantes del Señor, sois sus agentes, tenéis su poder y su autoridad; y la congregación que formáis acá es solamente el principio de lo que será en esta parte de la viña del Señor. Vosotros sois la levadura que va a hacer crecer todo este sector acá en Perú. El Señor os bendecirá mientras sirváis y también bendecirá toda la nación peruana, por causa vuestra. Ahora deseo hablaros con mucha claridad acerca del glorioso acontecimiento que ha ocurrido en nuestros días; me refiero a la restauración del evangelio y del Sagrado Sacerdocio.

Me es imposible expresar el profundo agradecimiento que siento porque el Señor ha restaurado en éstos, los últimos días, la plenitud del evangelio sempiterno, y nos ha dado el poder y la autoridad de su Sagrado Sacerdocio. El evangelio es el plan de salvación, y consta de todas las leyes, verdades y ordenanzas que nos permitirán lograr la vida eterna en el Reino Celestial. Y este evangelio se encuentra únicamente en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y son ambos administrados por el Santo Sacerdocio.

Nosotros hemos recibido el evangelio y nos hemos unido a la Iglesia para ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor (Véase Filip. 2:12). Se nos ha dado el Santo Sacerdocio a fin de que podamos recibir las ordenanzas de salvación y exaltación en el reino del Señor y también a fin de habilitarnos para administrar el evangelio y todas sus ordenanzas. Y esto lo hacemos en beneficio y para bendición de todos los hijos de Dios.

Este sacerdocio es el poder más grande en toda la tierra, es la única autoridad que puede atar en la tierra y sellar eternamente en los cielos; es el único poder que puede soltar en la tierra y ratificar y aprobar en los cielos. No hay otro poder en la tierra ni en los cielos que pueda comparársele.

Consideremos este sacerdocio, aprendamos de qué se trata, qué tenemos que hacer para magnificar nuestros llamamientos como poseedores del mismo, y las bendiciones que recibiremos si hacemos esto.

El sacerdocio es el poder de Dios, es el poder por el cual los mundos fueron, hechos, es el poder por el cual todas las cosas son preservadas y mantenidas, es el poder que gobierna sobre todo él universo; es literalmente el poder de Dios En lo que se refiere a nosotros, el sacerdocio es el poder y la autoridad de Dios delegados al hombre, en la tierra para actuar en todas las cosas por la salvación del hombre. Los que lo poseemos, somos los agentes y representantes de Dios; ocupamos su lugar en la tierra; tenemos el deber de hacer las cosas que El quiere que hagamos, las cosas que El haría si estuviera aquí en la tierra. Sabemos todo lo que el Señor hizo durante su ministerio mortal, y aunque ahora no está administrando sus asuntos personalmente acá, nos ha mandado a nosotros que lo hagamos y nos ha dado el poder y la autoridad para hacerlo.

¿Por qué vino Jesucristo a la tierra? Vino para obtener un cuerpo mortal, para pasar por las experiencias mortales que todos pasamos, para que después de la muerte; pudiera levantarse en inmortalidad y obtuviera la vida eterna. . . Por estas mismas razones, nosotros salimos de la presencia de Dios, para venir a este mundo.

Jesús también vino para llevar a cabo la eterna e infinita expiación, vino para rescatar al hombre de la muerte temporal y espiritual que trajo la caída de Adán; vino para morir en la cruz a fin de que todos los hombres pudieran levantarse en inmortalidad, y para que aquellas personas que crean y obedezcan, también puedan alcanzar la vida eterna. Esta obra de rescate, sólo El podía hacerla, porque es el Hijo de Dios.

Pero mientras estuvo acá en la tierra El estableció, para nosotros un modelo e hizo algunas cosas que también nosotros podemos hacer; por ejemplo:

Uno: Jesús guardó todos los mandamientos; era obediente, era fiel; era digno de .toda confianza. Vino para cumplir la voluntad del Padre que está en los cielos, y en esta forma oró: "Padre, mío... no sea como yo quiero, sino como tú" (Mat. 26:39). Por haber guardado todo mandamiento de todo el evangelio, pudo decir a la humanidad: "El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también." (Juan 14: 12.)

  • Y á sus doce discípulos nefitas les dijo:

... ¿qué clase de hombres debéis de ser? En verdad os digo, debéis de ser así como yo soy." (3 Nefi 27:27.)

El es el perfecto ejemplar, el prototipo de todo ser salvo, y todos debemos sentir el deseo de vivir como El vivía, a fin de merecer ir adonde El está, y heredar la gloria y la honra con El, en el reino de su Padre.

Dos: Jesucristo predicó el evangelio. Después que fue bautizado, comenzó a enseñar a la gente; la escritura dice:

"... Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio." (Marc. 1:14 15.)

De acuerdo con la escritura, Jesucristo nos dijo lo que debemos hacer para salvarnos: tener fe en El; arrepentirnos de nuestros pecados; ser bautizados por alguien que tenga la autoridad; recibir el don del Espíritu Santo; guardar los mandamientos de Dios después del bautismo. El nos exhortó a todos a unirnos a la Iglesia verdadera y guardar los mandamientos. Lo mismo que hizo Cristo, tenemos, que hacer nosotros. Después de recibir el bautismo quedamos bajo convenio de predicar el evangelio y tenemos que ser testigos de Cristo en todas las cosas, en todos los lugares y bajo todas las circunstancias, aun a riesgo de nuestra propia vida. (Véase Mosíah 18:10.)

Después de recibir el sacerdocio y de ser investidos con poder de las alturas se espera que invitemos a todos nuestros semejantes a venir a Cristo, abandonar las cosas del mundo, unirse a la Iglesia verdadera, y vivir como santos.

Tres: Jesucristo llenó a cabo las ordenanzas del evangelio, bendijo a los niños pequeños, bautizó en el agua para la remisión de los pecados, confirió el don del Espíritu Santo, administró a los enfermos, y ordenó a los hombres a los oficios del sacerdocio. El poseía el poder y la autoridad de Dios, su Padre, e hizo uso de ellos para bendecir a sus semejantes. Este es el mismo curso que nosotros debemos seguir mientras estamos trabajando en su viña.

Cuatro: Jesús hizo milagros. Por la fe, todas las cosas se hacen posibles; por fe se puede sanar a los enfermos, por fe los ciegos pueden ver, los mudos pueden oír y los cojos pueden saltar; nada es demasiado difícil para el Señor, y si nosotros guardamos todos los mandamientos que El obedeció, tenemos la promesa de hacer lo mismo que El hizo:

"El que en mí cree, las obras que yo hago él las hará también; y aún mayores hará..." (Juan 14:12.)

El sacerdocio es el poder para bendecir, nosotros lo poseemos y por lo tanto, deberíamos hacer mucho más de lo que hacemos por bendecir a nuestros hermanos.

Quisiera ahora hablar más particularmente de la forma en que se debe ejercer el sacerdocio, de cómo debemos usarlo en beneficio .de nuestros hermanos. Como sabéis hay dos órdenes en el sacerdocio: el Sacerdocio de Melquisedec que maneja los asuntos espirituales; y el Aarónico o Sacerdocio Levítico, que tiene que ver con los asuntos temporales.

En el Sacerdocio Aarónico hay cuatro oficios que son: diácono, maestro, presbítero y obispos, (aunque éstos deben poseer el Sacerdocio Mayor para dicho cargo). En el Sacerdocio de Melquisedec hay cinco oficios: élderes, setentas, sumos sacerdotes, patriarcas y el de profeta. La razón porque hay oficios en el sacerdocio es para que los hermanos puedan ser llamados para realizar la labor correspondiente a cada uno de éstos. El Sacerdocio se confiere a los hombres fieles de la Iglesia, que después son ordenados a los diferentes oficios.

Cuando Juan el Bautista visitó a José Smith y a Oliverio Cowdery, les dijo: "Sobre vosotros, mis consiervos... confiero el Sacerdocio de Aarón... (D. y C. 131). Cuando Pedro, Santiago y Juan vinieron, les confirieron el Sacerdocio de Melquisedec y después que éste fue organizado el Señor mandó que los hombres fueran ordenados a los respectivos oficios del mismo, a fin de que pudieran comprender mejor los deberes que corresponden a cada uno.

Hablemos ahora de los aspectos administrativos concernientes a cada oficio. Los diáconos tienen que vigilar la Iglesia y ayudar en todos sus asuntos. Deben asistir a los maestros en todos sus deberes; deben amonestar, predicar, exhortar, y enseñar, e invitar a todos a .venir a Cristo. Es práctica dentro de la Iglesia asignarles la tarea de repartir la Santa Cena, cumplir tareas de mensajero, ayudar como acomodadores, salir como maestros orientadores, y cumplir con todas las funciones que el obispado pueda confiarles.

A los maestros se les asigna vigilar la Iglesia; ellos deben hacer todas las cosas que hacen los diáconos, y también pueden supervisar la marcha de la Iglesia, fortalecerla continuamente asegurándose de que no haya iniquidad entre sus miembros, ni tampoco brusquedad del uno con el otro, ni mentiras, ni rezongos, ni habladurías. "Pero... no tienen la autoridad para bautizar, administrar la Santa Cena o imponer las manos" (Véase D. y C. 20:53 59). Creo que una de las mejores maneras en que podéis hacer esto es llevarlo a cabo en vuestra propia vida. También dice que los "maestros... se dediquen con su fuerza... a preparar y acabar las cosas que he mandado" (D. y C. 38:40). Que deben ser diligentes, obrar fielmente y enseñar los principios del evangelio que se encuentran en las Escrituras. (Véase D. y C. 42: 12.)

La orientación familiar es una de sus obligaciones que los habilita para cumplir con las funciones que les han sido divinamente asignadas. También pueden llevar a cabo todos los deberes del diácono.

El presbítero tiene poder de lo alto para "predicar, enseñar, exponer, exhortar, bautizar y administrar la Santa Cena; visitar las casas de todos los miembros, exhortándolos a orar vocalmente y en secreto, y a cumplir con todos los deberes familiares. Y puede ordenar a otros presbíteros, maestros y diáconos. Y ha de hacerse cargo de las reuniones cuando no esté presente ningún élder." (Véase D. y C. 20:46 49.)

El obispo ha sido llamado para dirigir y presidir en todos los asuntos de los barrios dentro de la Iglesia. El obispo es el presidente del Sacerdocio Aarónico de su barrio y también del quórum de presbíteros. (Véase D. y C. 107:87 88.) Este oficio es una dependencia del Sacerdocio Aarónico. (Véase D. y C. 84:29.) Además, tiene que ver con los asuntos temporales y en su calidad de sumo sacerdote presidente del barrio, dirige todas las actividades del barrio. El es un juez en Israel, y tiene el derecho al don de discernimiento, o sea el poder de discernir todos los dones del Espíritu, "no sea que haya entre vosotros alguno que profesare tenerlos sin ser de Dios" (D. y C. 46:27).

Hablemos ahora de los oficios del Sacerdocio de Melquisedec. Los élderes son ministros de Cristo, y son llamados a administrar en los asuntos espirituales (D. y C. 107:12). "Y confirmar a la Iglesia por la imposición de manos y la investidura del Espíritu Santo... han de conducir los servicios conforme sean dirigidos por el Espíritu Santo, de acuerdo con los mandamientos y revelaciones de Dios." (D. y C. 20:43, 45.) Deben enseñar el evangelio, administrar a los enfermos, formar parte de los tribunales de la Iglesia y llevar a cabo cualquiera de los deberes pertinentes al Sacerdocio Menor. (Véase D. y C. 53:3; 42:12, 43 52, 80; 20:38 67.)

Los élderes deben perfeccionar a los santos, apacentar el rebaño de Dios, trabajar en las organizaciones de la Iglesia, conducir a las personas a la vida eterna en el reino de nuestro Padre. Todos los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec son élderes. El Presidente es el Elder presidente de la Iglesia; los apóstoles 'son élderes, y también lo son los setentas, los sumos sacerdotes y los patriarcas.

Nunca será demasiada la importancia que se le dé al oficio de élder, y nos regocijamos en este llamamiento.

Toda la labor que hacemos por nuestros muertos en los templos, a fin de hacerles posible la salvación y la exaltación, la hacemos basados en el hecho de que a nuestros antepasados varones se les ordene élderes, haciendo nosotros la ordenanza en su beneficio. Cada élder hace el convenio de la exaltación y el Señor le promete:

... por tanto, todo lo que mi Padre tiene le será dado. Y esto va de acuerdo con e! juramento y e! convenio que corresponden a este sacerdocio." (Véase D. y C. 84:34 39. Cursiva agregada.)

Los setentas también son élderes, pero tienen un llamamiento muy especial, son llamados "para predicar el evangelio, y ser testigos especiales a los gentiles y por todo el mundo" (D. y C. 107:25). Son ministros viajantes, lo cual quiere decir que deben llevar el evangelio a los otros hijos de nuestro Padre Celestial. Su llamamiento es un llamamiento misional. Los sumos sacerdotes son élderes con un llamamiento especial para perfeccionar a los santos, para presidir sobre las organizaciones de la Iglesia, para guiar el destino de los hijos de Dios en cualquier parte.

Quienes sirven como miembros de los sumos consejos o en los obispados, o en la presidencia de las estacas son todos sumos sacerdotes.

Los patriarcas también son sumos sacerdotes apartados y ordenados especialmente para bendecir a los miembros. En la bendición patriarcal, ellos revelan el linaje y hacen declaraciones proféticas para guía de la persona que la recibe.

Aquellos que reciben un llamamiento, ya sea en el Sacerdocio Aarónico, o el de Melquisedec, hacen un convenio con el Señor de que han de magnificar dicho llamamiento. Esto significa que se debe magnificar la importancia del mismo, cumpliendo con él al pie de la letra.

Un convenio es un contrato, establecido entre Dios, el Padre Eterno y sus hijos en la tierra; todos los oficios en el Sacerdocio de Melquisedec se reciben con un convenio y un juramento. El convenio es triple; en él, el que recibe el llamamiento promete que:

1. Recibe el Santo Sacerdocio para convertirlo en una parte de su vida y de su ser, y que lo honrará como lo que es: un poder y una autoridad sagrados.

2. Magnificará su llamamiento en el sacerdocio; o sea, que llevará a cabo todos los deberes pertinentes a ese oficio y todo el trabajo que le sea asignado con el mismo.

3. Vivirá "con cada palabra que sale de la boca de Dios" (D. y C. 84:44); o sea, que guardará todos los mandamientos y vivirá con rectitud.

La parte del convenio que corresponde a Dios es que El ha de dar a los fieles todo lo que El tiene. En otras palabras, dará vida eterna a todo aquel que sea fiel a los convenios.

He mencionado un convenio y un juramento en lo que concierne al Sacerdocio de Melquisedéc. El juramento consiste en una solemne promesa del Señor, de que todos aquellos que sean fieles al convenio del sacerdocio, obtendrán también la exaltación. Esto quiere decir que el Señor hace juramento de que sus hijos obedientes, serán para siempre sumos sacerdotes según el orden de Melquisedec, y coherederos con su Hijo Unigénito, nuestro Señor Jesucristo.

Mis hermanos, no habría forma en que pudiéramos exagerar la importancia, la gloria y la maravilla del Sacerdocio de Dios. Cuando trabajáis por él, recordad que estáis actuando en nombre del Señor Jesucristo, que estáis cumpliendo su voluntad, que estáis haciendo lo mismo que El haría si estuviera aquí.

Si guardáis los mandamientos tendréis el Espíritu del Señor; y en esta forma también tendréis su guía en todo lo que hagáis como poseedores del sacerdocio.

Esta es la obra del Señor, mis hermanos. Vosotros sois sus agentes y representantes en la tierra, y El os dará la paz aquí y la vida eterna en su reino, si cumplís con vuestro deber en los llamamientos del sacerdocio. Que Dios os bendiga en esta obra tan extremadamente importante. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Solamente un ELDER

Solamente un ELDER

por el élder Bruce R. McConkie


Discurso pronunciado en el Seminario de Representantes Regionales en octubre de 1974

Hermanos, ¿qué pensáis del oficio de élder? A veces, cuando alguien pregunta: "¿Qué oficio tiene usted en el sacerdocio?" se puede oír la respuesta: "Soy solamente élder."

¡Solamente un élder! Solamente un título del que se enorgullece cada uno de los miembros del Consejo de los Doce, y que honra al Presidente de la Iglesia, quien es designado por revelación como el Primer Elder (véase en Doc. y Con. 20:2, 5.); sólo el oficio al cual son ordenados millones de hombres en las ordenanzas vicarias de los sagrados templos.

¡Solamente un élder! Tan sólo el oficio que permite al hombre entrar en el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio y tener a su esposa e hijos unidos a él eternamente; el oficio que lo prepara para ser el patriarca de su posteridad y mantener eterno dominio en la Casa de Israel; que se requiere para recibir la plenitud de las bendiciones en la Casa del Señor; sólo el oficio que abre las puertas a la exaltación eterna en el más alto grado del mundo celestial, donde el hombre (lega a ser como Dios es.

¡Solamente un élder! Sólo una persona que ha sido ordenada para predicar el evangelio, edificar el reino y perfeccionar a los Santos; un ministro cuya sola palabra es escritura; un poseedor del oficio que tiene el privilegio de recibir los misterios del reino de los cielos, de tener los cielos abiertos, de estar en comunión con la asamblea general y la Iglesia del Primogénito, y de disfrutar de la comunión y la presencia de Dios el Padre y Jesucristo, el mediador del nuevo convenio. (Véase Doc. y Con. 107:19.)

¡Solamente un élder!, Cada élder de la Iglesia posee el mismo Sacerdocio que su Presidente. Ningún apóstol puede elevarse ni se elevará más en la eternidad, de lo que lo pueda hacer un fiel élder que viva la plenitud de la ley del evangelio.

¿Qué es un élder? Un élder es un ministro del Señor Jesucristo. Es un poseedor del sagrado Sacerdocio de Melquisedec. Está comisionado para actuar en nombre del Maestro que es el principal de los élderes en el ministerio entre sus semejantes. El es el agente del Señor, y tiene el llamamiento de predicar el evangelio y perfeccionar a los santos.

¿Qué es un élder? Es un pastor, un pastor especial que se encuentra cuidando la majada del Buen Pastor. Así está escrito: "Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice Jehová el Señor:" (Ezequiel 34:31.) También escribió Pedro, quien fue el primer élder de su época: "Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos... (tengamos en cuenta que élder es la traducción de "anciano" al inglés). Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria" (1 Pedro 5:1 4). Sabed esto: Los élderes que sean ministros residentes en el reino de Dios, son designados para apacentar la grey de Dios, para encargarse de su vigilancia, para su ejemplo.

¿Qué es un élder? "Y ahora venid, dice el Señor, por el Espíritu, a los élderes de su Iglesia, y razonaremos para que entendáis... Por tanto, yo, el Señor, os hago esta pregunta:

¿Para qué fuisteis ordenados? Para predicar mi evangelio por el Espíritu, aun el Consolador que fue enviado para enseñar la verdad" (D. y C. 50:10, 1314). Un élder es un representante de Dios, enviado a enseñar el evangelio para la salvación del hombre.

¿Quién puede medir el infinito valor de una de las almas por las cuales Cristo dio su vida? Y aun así, ¿no es acaso el valor del alma de un élder aún mayor siendo que él es su ministro, y está encargado de llevar al Padre muchas almas que le son preciosas?

¿Apacientan todos los élderes la majada de Dios, se encargan de su vigilancia y se yerguen como buenos ejemplos para los demás de la grey? Escuchad la profética respuesta:

"Hijo del hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y diles a los pastores: Así ha dicho el Señor Jehová: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores los rebaños?

No corroborasteis las flacas, ni curasteis la enferma: no ligasteis la perniquebrada, ni tornasteis la amontada, ni buscasteis la perdida; sino que os habéis enseñoreado de ellas eón dureza y con violencia;

Así ha dicho el Señor Jehová; He aquí, yo estoy contra los pastores; y requeriré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas: ni los pastores se apacentarán más a sí mismos. . ." (Ezequiel 34:2, 4, 10)

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimas Días es el reino de Dios sobre la tierra. No se trata de una democracia, ni una república, ni una oligarquía; no es una dictadura ni ninguna otra clase de gobierno, sino un reino. Funciona desde la parte superior hacia abajo. El Señor habla y sus siervos obedecen. Los élderes actúan y se enseña al pueblo.

Nuestra gran necesidad y la responsabilidad que tenemos es: perfeccionar a los élderes para que ellos puedan apacentar las ovejas, no sea que éstas perezcan por su necesidad de la palabra de Dios. El principal problema de la actualidad en la Iglesia, es lograr que los élderes sean la fuerza activa que tome sobre sí la responsabilidad de "apacentar el rebaño de ¿Cuáles son los medios de que disponemos para salvar a los élderes de la Iglesias En realidad no existe una fórmula secreta. No podemos mover una varita mágica y recobrar así a las personas inactivas sin hacer el esfuerzo y luchar para lograrlo. Pero contamos con todo el programa de la Iglesia, y en él cada individuo que desee recibir las bendiciones del evangelio puede encontrar lo que le sea de mayor beneficio. Al enfrentarnos con este problema (así como con cualquier otro), debemos hacerlo con el claro entendimiento de que la única solución completamente aprobada, es la que opera dentro de la estructura de la correlación del sacerdocio.

¿Qué es la correlación del sacerdocio? Consiste en el sistema administrativo de la Iglesia en el que tomamos todos sus programas, los envolvemos en un solo paquete, los hacemos funcionar como una unidad e involucramos a todos los miembros de la Iglesia en esa operación. Dicho sistema requiere que operemos dentro de la estructura existente de la Iglesia. Lejano quedó el día en que, cuando descubríamos la existencia de un problema, formábamos un comité o alguna otra organización para resolverlo. En lugar de ellos ahora utilizamos la organización revelada del sacerdocio, o sea los maestros orientadores, en la forma establecida en la Sección 20 correlacionando todas las operaciones del sacerdocio y las organizaciones auxiliares, a través del Comité Ejecutivo del Sacerdocio y el Consejo de Correlación de barrio. El presidente Harold B. Lee definió la correlación del sacerdocio como, "poner al sacerdocio donde el Señor lo puso, ayudándole a la familia a funcionar del modo en que debe funcionar." (Véase: "Correlación y Genealogía del Sacerdocio", en Discursos Devocionales de Genealogía, 1968; Provo, Utah: Brigham Young University Press, 1969, Pág. 55.)

Hay tres principios básicos en la correlación del sacerdocio que nos guían en la operación de todos los programas de la Iglesia, y parten de esta declaración básica: La familia es la organización más importante, tanto en esta vida como en la eternidad. La Iglesia con todas sus organizaciones como agencias de servicio, se encuentran en situación de ayudar a la familia. Los maestros orientadores representan al Señor, al obispo y al director del sacerdocio, poniendo a disposición del padre, la familia y el individuo la ayuda de la Iglesia y de todas sus organizaciones. Los tres principios básicos de la correlación del sacerdocio son entonces:

1. Todo está centrado en la familia y el individuo. Ellos lo hacen todo en la Iglesia. Son responsables de la obra misional, de llevar a cabo su obra genealógica, de proveerse todo lo necesario para su propio bienestar. No llamamos misioneros ni nombramos comités para invalidar la responsabilidad primordial de la familia y el individuo; no es el director del grupo de los sumos sacerdotes el responsable por la genealogía del barrio; no son los misioneros regulares o de estaca los responsables por la obra misional, tanto de barrio como de estaca. En ambos casos son la familia y el individuo los que deben responsabilizarse, ayudados por los especialistas de la Iglesia.

2. La Iglesia y todas sus organizaciones, se encuentran en situación de ayudar tanto a la familia como al individuo. Misioneros, comités y distintos tipos de especialistas, son llamados para ayudar a las familias. Son los padres y no las organizaciones de la Iglesia, los responsables de criar y educar a sus propios hijos en la luz y la verdad de los principios del evangelio. Pero estas organizaciones han sido preparadas para ayudar a los padres a llevar a cabo la obra que el Señor les ha encomendado. Para ser precisos, nosotros no ayudamos a los misioneros sino que éstos nos ayudan a nosotros. Nuestra responsabilidad primordial es llevar la voz de advertencia a nuestro prójimo, y los misioneros, tanto los regulares como los de estaca, son los especialistas llamados para ayudar en el proceso de la enseñanza.

3. Los maestros orientadores representan al Señor, al obispo y al director del sacerdocio, poniendo a disposición de la familia y del individuo la ayuda de la Iglesia y de todas sus organizaciones. Sin lugar a dudas, el mayor de los defectos del sistema de la orientación familiar de la Iglesia, es que casi no, se utiliza. En lugar de permitirles a los maestros orientadores que lleven a cabo sus responsabilidades, a menudo interponemos un "comité lateral", para después preguntarnos el porqué de la falta de interés de aquéllos en su fundamental labor. Si tenemos la necesidad de recobrar élderes no deberíamos interponer ninguna organización especial, sino utilizar a los maestros orientadores y las organizaciones existentes de la Iglesia.

La Iglesia tiene necesidad de cada élder. Ninguno de ellos puede ni debe ser desperdiciado. La Iglesia debe perfeccionarse y enseñarse el evangelio a toda criatura. No existe ninguna forma de hacerlo sin contar con más misioneros. Necesitamos ayuda, y debemos comenzar con los inactivos y los futuros élderes.

¿Quién es el responsable de activar a un élder descarriado? Pongamos en orden nuestras prioridades. La principal y mayor de las responsabilidades descansa en el mismo élder. El fue quien llevó a cabo con su bautismo el convenio de servir al Señor; él prometió magnificar su llamamiento cuando recibió el Sacerdocio de Melquisedec. Es su salvación lo que está en juego. El es, en primer lugar, quien tiene la obligación de volver al Señor y buscar sus bendiciones.

La segunda responsabilidad descansa en su propia familia. La salvación es un asunto netamente familiar. Las mayores bendiciones que se reciben por asistir a las reuniones de la Iglesia, las disfruta la familia además del mismo individuo. La meta principal de todos esos esfuerzos es la preservación de la familia eterna. Después de la responsabilidad individual y familiar, viene la de la Iglesia. La Iglesia hace posible la salvación. Es la organización del Señor, mediante la cual se invita a todos los hombres a hacer lo que deben para ganar el derecho de existir en la Eterna Presencia de Dios. En casi todos los casos, el regreso del inactivo comienza con el acercamiento por parte de alguien que tiene una posición eclesiástica, un élder por ejemplo, que cumpla con las funciones de maestro orientador para con él. No es nuestro propósito especificar los detalles de la participación de la Iglesia en el proceso de la reactivación. Muchos son los conceptos que pueden ser empleados, y el trabajo debe basarse siempre en el espíritu de inspiración, y llevarse a cabo dentro de la estructura de la correlación del sacerdocio, utilizando las organizaciones existentes con sus programas.

En el caso de las estacas, su presidente es el responsable por la reactivación de los élderes. El es el élder presidente en la estaca y desempeña la posición de director del Comité del Sacerdocio de Melquisedec en la misma. Uno de sus consejeros es el vice director, y sobre él puede delegar la mayor responsabilidad de llevar adelante el trabajo. El presidente de estaca cuenta con la ayuda del Comité del Sacerdocio de Melquisedec, además de todos los recursos de la estaca; puede también utilizar a uno de los miembros del Sumo Consejo como ayudante para trabajar con dos o tres quórumes de élderes. Pero, en forma especial y de tremenda importancia, el presidente. de estaca utiliza a los obispos y los presidentes de los quórumes de élderes en el proceso de reactivación de estos últimos. Los miembros del Sumo Consejo de la Estaca son hombres emocionalmente estables, con sentido común y espiritualmente maduros; se trata de algunos de los líderes más capaces y competentes de la estaca. Ellos son los ojos, los oídos y la voz del presidente de estaca. Supongamos que cada miembro del Sumo Consejo de la estaca que integre el Comité del Sacerdocio de Melquisedec, tiene como principal asignación, el privilegio de brindar la guía y ayuda necesarias a dos o tres quórumes de élderes. Esta persona debe tener cuidado de no apoderarse de la dirección o funcionamiento del quórum, sino que, basándose y extrayendo el material necesario de su gran experiencia en la Iglesia, debe brindar sabios y bien fundamentados consejos.

Nada puede ser entonces más importante para el presidente de estaca que: 1) involucrarse en el entrenamiento de los quórumes de élderes; 2) reunirse en forma regular con los presidentes de los quórumes, para instruirlos y darles asignaciones; 3) llevar a cabo regularmente, él o uno de sus consejeros, entrevistas preside el barrio y es el juez común en Israel. Recibe los diezmos y las ofrendas (le los miembros; determina la dignidad de éstos al extender recomendaciones para el templo; hace recomendaciones para que los hermanos sean avanzados en el sacerdocio; y los llama a ocupar posiciones de responsabilidad en el barrio; como sumo sacerdote presidente, preside también el Comité Ejecutivo del Sacerdocio del barrio y el Consejo de Correlación del mismo, aconsejando a sus miembros, entre éstos, al presidente del quórum de élderes. El obispo recibe asimismo, las evaluaciones del sacerdocio de parte del presidente del quórum de élderes.

Pero al tratar en forma detallada la diaria operación del programa de reactivación, debemos dirigirnos al presidente del quórum de de élderes. El es quien preside sobre los miembros de su quórum. El debe "sentarse en concilio con ellos e instruirlos de acuerdo con los convenios." (D. y C. 107:89.) Tiene también la responsabilidad del bienestar temporal y espiritual de los élderes, y el importante llamamiento de guiarlos hacia la vida eterna en el reino del Padre. Y esa responsabilidad se extiende a todos los futuros élderes del barrio. Aparte del obispo, no hay otro en el barrio con una responsabilidad comparable a la suya.

Algunos presidentes de quórum consideran tan pesada la carga de reactivar a los élderes, que hasta creen inútil el esfuerzo. Uno de los motivos de este punto de vista es la creencia por parte del presidente del quórum, de que para salvar a sus hermanos debe desarrollar alguna clase de programa especial o inventar algún sistema nuevo. Los procesos de reactivación en realidad existen y se encuentran a disposición de cualquiera que los quiera utilizar. Son fáciles y tienen la gran virtud de dividir la carga de la responsabilidad entre muchos hombros, convirtiéndola así en liviana y tolerable.

El proceso de reactivación consiste en: 1) utilizar a los maestros orientadores. 2) utilizar a la Iglesia con todos sus programas y 3) dirigir al quórum mismo de la manera más apropiada. El mejor trabajo de reactivación es siempre el que se lleva a cabo “ de persona a persona”, en la base “familia a familia”. El contacto personal es lo que tiene más valor; es el hermanamiento. Todo esto lo hacen los maestros orientadores. ¡Utilizadlos en esta tarea de la reactivación!

La orientación familiar no tiene sustituto. No necesitamos designar comités especiales de hermanamiento, para que lleven a cabo la tarea de reactivar a los élderes y a los futuros élderes: no necesitamos emitir un llamamiento ni una asignación especial para la obra de integración. En lugar de esto, utilizamos a los orientadores familiares para que cumplan con su deber, que se ha recibido por revelación. Este programa, uno de los mejores con que contamos en la Iglesia, consiste en visitar los hogares de los miembros, vigilar y fortalecer a los santos, asegurarse de que no haya iniquidades entre ellos, tanto en forma colectiva como individual, y de que cada cual cumpla con sus responsabilidades.

Imaginemos un caso extremo, que se presente sumamente oscuro y sea desalentador para quienes traten de hacer algo por ayudar. Pero aun así, debe hacerse algo. Por algún lado hay que comenzar y la carga puede aligerarse mediante la orientación familiar. Si cada maestro orientador cumpliera con su responsabilidad de acuerdo alas bases establecidas, ¿cuántos mees pasarían antes de que hubiera por lo menos el doble de élderes activos que podrían a su vez, ser utilizados de la misma manera? Tal vez no sea fácil, pero no es imposible y puede hacerse.

Los maestros orientadores tienen un prestigio bien ganado. Sus llamamientos son oficiales. Son enviados por su presidente de quórum, por el obispo y por el Señor. Deberían visitar frecuentemente los hogares asignados. Allí deben estar para llevar a cabo lo especificado en la Sección 20 de Doctrinas y Convenios. Deben hermanar e integrar a las familias inactivas, para lo cual podrían utilizar actividades recreativas. El enfoque de la noche de llegar es también un buen recurso; la familia inactiva puede invitarse a una noche de hogar, donde puedan mezclarse el hermanamiento familiar y las enseñanzas del evangelio.

Cada miembro de quórum, ya sea activo o inactivo, debería ser invitado a participar en un comité especial o proyecto de quórum, tan pronto corno sea posible darle a cada uno de ellos ese tipo de participación activa. El servicio es esencial para la salvación. La primera presidencia aprueba los proyectos para alentar a las familias a asistir al templo. Se pueden llevar a cabo también seminarios especiales para misioneros y otras asignaciones. Además, las fiestas pueden ser de ayuda para lograr los fines del hermanamiento o integración de las familias y personas inactivas. Cada miembro del quórum, debería recibir una asignación eclesiástica; deben aprender a administrar las bendiciones necesarias a los enfermos, etc.; las actividades del quórum con características propias de hermanamiento, son ilimitadas.

Como todos sabéis, el programa de reactivación se resume de la siguiente manera: 1) identificar a cada individuo; 2) llamar a los maestros orientadores; 3) desarrollar relaciones personales; 4) hermanar a las familias; 5) tener fiestas del quórum; 6) asignar responsabilidades personales; 7) enseñar el evangelio; 8) revisar los progresos alcanzados; 9) llevar a cabo entrevistas personales. Una de las cosas más importantes que puede hacer el mismo quórum, es enseñar a todos sus miembros las doctrinas de salvación. Pablo dijo que la (e comienza escuchando, significando que la fe se genera en el corazón humano, sólo cuando se escuchan las verdades del evangelio enseñadas por los administradores legales y por el poder del Espíritu Santo.

Un quórum de élderes debe ser una escuela de profetas, un lugar en el cual tanto los élderes como los futuros élderes, deben aprender cómo pueden ellos junto con sus familias, lograr la paz en esta vida y la vida eterna en el mundo venidero.

Hemos adoptado los libros canónicos, sin modificaciones, cambios o tergiversaciones, como manuales de estudio del sacerdocio. Cada élder y futuro élder debe leer, meditar y orar acerca de todo lo que está escrito en las escrituras sagradas. Debemos aprender directamente de la misma fuente del conocimiento.

Aún así, publicamos una guía de estudio que contiene las ayudas de enseñanzas necesarias, así como los bosquejos de los pasajes que se deben leer de acuerdo a los temas que se estudian. Bajo nuestro nuevo sistema, hacemos dos cosas: 1) leer directamente los pasajes de las escrituras, del comienzo hasta el fin; 2) estudiar por temas (tanto las doctrinas como las obligaciones), con referencias tomadas de todas las escrituras sagradas. Bajo este nuevo sistema de estudio de quórum, es por lo tanto esencial e imperativo, que los miembros del quórum lleven consigo a las reuniones los libros de escrituras. Así lo desea y lo ha pedido expresamente el presidente Spencer W. Kimball. Un representante regional, el hermano Dean Larsen, nos contó que el instructor de su grupo de sumos sacerdotes preguntó en cierta oportunidad antes de comenzar con la lección: "Cuántos habéis preparado la lección y trajisteis los libros canónicos para utilizar en la clase?" Viendo que ninguno de los presentes lo había hecho, dijo: "Bueno, en este caso, no puedo enseñaros la lección, por lo cual hoy no estudiaremos la que nos corresponde." El informe concluye que desde ese día en adelante, todos los miembros de la clase comenzaron a llevar los libros de escrituras. Una breve lección que se enseña una vez por semana, no es más que una gota de agua en un océano de estudio. Nuestra nueva guía de estudio está especialmente diseñada para abrir las puertas del estudio individual de las escrituras, del mismo modo que para ayudarnos a llevar a cabo un estudio mejor y más efectivo en el seno familiar.

Una de las clases de la Escuela Dominical ha sido específicamente diseñada para servir de asistencia al proceso de conversión o reactivación. Se trata de I a clase Principios Fundamentales del Evangelio (Gospel Essentials). En esta clase se presentan doce lecciones sobre temas básicos, llevadas a cabo en un ciclo periódico. Después de estudiarlas, los alumnos adultos pasan a la clase de Doctrina del Evangelio. Los maestros orientadores mantienen contacto con sus familias, y se informan de la importancia que para ellas tienen las lecciones, considerando los mismos temas en sus visitas de orientación familiar. Entre las personas que deberían asistir a un período de la clase de Principios Fundamentales del Evangelio, están: investigadores, nuevos conversos, futuros élderes y élderes inactivos.

Existe también otro asunto muy a menudo ignorado que deseamos recomendar y alentar: se trata de la norma practicada por la Iglesia, de que cada barrio tenga su propio coro. Sería muy apropiado que todos los élderes y futuros élderes que tengan talento o inclinación musical, cantaran en esos coros. Hay ocasiones especiales en las que los coros de élderes pueden intervenir en reuniones de barrio o estaca. El presidente de estaca podría requerir su participación durante las conferencias de estaca, por lo menos una vez al año. Claro que es importante mantener a los coros de barrio como la parte principal de la música de una conferencia de estaca, o de las reuniones generales de la Iglesia. Los Himnos de Sión tienen un gran poder de conversión, y el Señor ha dicho que le place escuchar el canto del corazón. "Porque mi alma se deleita en el canto del corazón; sí, la canción de los justos es una oración para mí, y será contestada con una bendición sobre sus cabezas." (Doc. y Con. 25:12.)

La conversión es siempre resultado del buen trabajo misional. Los hermanos que son ordenados élderes a los dieciocho años de edad y que tienen por delante toda la obra misional, necesitan que se les brinde una atención especial. Han estado recibiendo ayuda y aliento de su obispo por años, y es entonces que el presidente del quórum debe asegurarse de que se tomen las medidas necesarias para mantenerlos dignos y preparados, hasta que reciban el llamamiento misional. Para predicar el evangelio se necesitan élderes. El Señor desea más misioneros. Todo joven de la Iglesia debe cumplir una misión. El servicio misional bendice la vida de un joven, más que ninguna otra cosa o acontecimiento que pudiera ocurrir en esa época de su existencia. Los quórumes de élderes deberían convertirse en la agencia de la Iglesia que coronara los esfuerzos de involucrar a todos los jóvenes en la obra del Señor, predicando el evangelio y declarando su mensaje a sus otros hijos.

¿Cuáles son las obligaciones misionales del presidente del quórum de élderes? ¿Qué debe hacer el presidente del quórum de élderes para asegurarse de que cada joven se prepare para recibir su llamamiento misional? Los jóvenes pueden aprender el evangelio poniendo énfasis especial en la dignidad moral. Se les puede alentar a continuar acrecentando sus ahorros destinados a la misión, a leer el Libro de Mormón y a fortalecer su testimonio; pueden aprender las lecciones destinadas al proselitismo misional y tal vez hasta podrían tener la oportunidad de presentar algunas de ellas en la casa de algunos de sus hermanos inactivos; deberían tratar de encontrar investigadores, deberían respirar y sentir el espíritu de la obra misional; todo lo anterior, de acuerdo a la guía y el aliente del presidente del quórum de élderes.

Por primera vez se encuentra disponible en este seminario una nueva copia revisada de la edición del Manual del Sacerdocio de Melquisedec. Al estudiarla, veréis que se ha revisado y vuelto a escribir para poner más énfasis en los principios que en los aspectos de la técnica eclesiástica. Los líderes del sacerdocio tendrán más necesidad que antes de aprender correctamente los principios del evangelio. Ahora más que nunca, necesitamos la inspiración para dirigir correctamente los asuntos relacionados con los quórumes. ¡Pero todo esto encierra una recompensa!

"Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya están blancas para la siega. Y el que siega, recibe salario." (Juan 4:35 36; cursiva agregada.)

"He aquí, blanco está el campo, listo para la siega; por lo tanto, quien quisiere cosechar, meta su hoz con su fuerza y coseche mientras dure el día, a /in de atesorar liara su alma la salvación sempiterna en el reino de Dios. (Doc. y Con. 6:3; cursiva agregada.)

"Y ahora, he aquí, te digo que la cosa que te será de máximo valor será declarar el arrepentimiento a este pueblo, a /in de traer almas la mí, para que con ellas descanses en el reino de mi padre." (Doc. y Con. 15:6; cursiva agregada.)

Regresemos ahora a la médula de nuestro tema: ¡solamente un élder! Sólo el oficio que poseen los apóstoles y profetas en esta vida; sólo el que poseerán en el momento en que se levanten en gloria inmortal y eterna para entrar en su exaltación; sólo la puerta abierta para la paz en esta vida y para la corona de gloria en la vida venidera.

¡Solamente un élder! Sólo un élder por el transcurso de esta vida, y por toda la eternidad. ¿Qué debemos entender por los "veinticuatro élderes", de los cuales habló Juan? La respuesta revelada: "Entendemos que estos élderes a quienes Juan vio eran aquellos que habían sido fieles en la obra del ministerio, y habían muerto" (Doc. y Con. 77:5).

Escuchemos ahora las palabras escritas por Juan, relacionadas con aquellos que fueron élderes (o ancianos) fieles mientras se encontraban en esta vida y que son exaltados en los reinos futuros: ". . . he aquí una puerta abierta en el cielo: . . . Y luego yo fui en Espíritu: he aquí, un trono que estaba puesto en el cielo, y sobre el trono estaba uno sentado... Y alrededor del trono había veinticuatro sillas: y vi sobre las sillas veinticuatro ancianos sentados, vestirlos ele ropas blancas; y tenían sobre sus cabezas coronas ale oro" (Apocalipsis 4:1 2, 4).

¡Solamente un élder! "Tenían sobre sus cabezas coronas de oro." Así oró Moisés: ". . . ojalá que todo el pueblo de Jehová fuese profeta, que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos" (Números 11:29). Bien haríamos nosotros en orar: "Haga Dios que todos los élderes (o ancianos) del pueblo de Dios, sean fieles; que ellos apacienten las ovejas del Señor, que sean vigilantes sobre el rebaño, que sean buenos ejemplos para el rebaño; todo ello para la honra y gloria del Dios del cual son ministres." En el nombre de Jesucristo. Amén