Buscando a los honrados y sabios
“Yo, Dios el Señor, os hago libres; por consiguiente, sois verdaderamente libres; y la ley también os hace libres. “Sin embargo, cuando los inicuos gobiernan, el pueblo se lamenta. “Por lo tanto debe buscarse diligentemente a hombres honrados y sabios, y a hombres buenos y sabios debéis esforzaros por apoyar; de lo contrario, lo que sea menos que esto del mal procede.” (DyC 98:8-10) Una frase de estos versículos tiene un tono particularmente solemne: “Sin embargo, cuando los inicuos gobiernan, el pueblo se lamenta.” En el siguiente versículo se nos dice directamente que tenemos la responsabilidad de buscar y apoyar a aquellos líderes que son “honrados”, “buenos” y “sabios”. Aquellos que somos ciudadanos de países donde tenemos el privilegio de escoger a nuestros líderes debiéramos sentir el peso de la responsabilidad individual que se refleja en el versículo de Doctrina y Convenios antes citado. Estas son algunas de las preguntas que nos podríamos hacer al respecto: 1. ¿Estudio los temas en discusión antes de votar? 2. ¿Voto realmente por el candidato que verdaderamente me representa o doy mi voto a mi amigo, vecino, colega o a otras personas que me hayan sugerido? 3. ¿Voy a votar o no estoy interesado en la política o siento que estoy demasiado ocupado como para ir a votar durante las elecciones? 4. ¿Asisto a reuniones donde pueda informarme de los temas en discusión y opinar sobre tales asuntos? ¿Asisto a las reuniones de apoderados cuando se tratarán importantes asuntos que afectarán a mis hijos o a otros en mi comunidad? 5. ¿Acudo a la oración como parte de mi decisión para escoger al candidato por quien voy a votar? Después del término de las elecciones ¿oro por aquellos candidatos que han sido escogidos por la mayoría aun cuando no fueron de mi gusto? Se podrán hacer muchas otras preguntas más. Pero el punto principal es que la ciudadanía va de la mano con la responsabilidad. Hace algunos años, el presidente David O. McKay recurrió a las escrituras para enfatizar el privilegio de la ciudadanía: “Cuando el apóstol Pablo estaba siendo atado con correas para ser azotado, el le dijo al centurión que estaba cerca suyo, ‘¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenando?. ‘Entonces vino el tribuno y le preguntó a Pablo, ¿Eres tú ciudadano romano?’ a lo cual Pablo respondió que sí. El tribuno entonces añadió, “Yo con gran suma adquirí esta ciudadanía.” “Me imagino que Pablo debe haberse erguido cuando dijo: “¡Pero yo nací libre!” (Traducción libre de Hechos 22:25-28 de la Biblia del Rey Santiago en Inglés). “Me pregunto si los que hemos nacido libres apreciamos lo significa tener el derecho a votar y expresar por medio de nuestro voto la elección de aquellos que gobernarán sobre nosotros. No -gracias a Dios- para regir sobre nosotros sino para SERVIRNOS desde el gobierno. Porque Ustedes, el electorado, son los rigen esta gran república. Pienso que aquellos que se han vistos desprovistos de su ciudadanía la aprecian mucho más que algunos de nosotros que la han recibido por nacimiento.” (Conferencia General, Octubre 1956). El presidente Ezra Taft Benson, al aconsejar a los miembros que pongan mayor atención a sus deberes cívicos, dijo: “Nadie puede delegar su deber de preservar su libertad porque el precio de la libertad es aún una vigilancia eterna… un gramo de energía en la preservación de la libertad vale más que una tonelada de esfuerzos para restaurarla una vez que se ha perdido.” (Conferencia General, Abril de 1967). A través de los años los líderes de la Iglesia nos han exhortado a cumplir con nuestro deber cívico y asumir las responsabilidades que tenemos como ciudadanos individuales. Una y otra vez se nos ha instado a hacer nuestra parte en nuestras ciudades y las comunidades. Los líderes de la Iglesia no nos dicen cómo votar sino por qué debemos votar. Tenemos serios problemas que enfrentar. Como seres mortales no siempre tenemos las respuestas correctas a todas las preguntas. No siempre encontramos las soluciones correctas a los problemas que afectan a nuestros vecindarios, ciudades, regiones, provincias o naciones. Pero el Señor tiene todas las respuestas y conoce todas las soluciones. Al decidir por quienes votar o en qué perspectiva tener de los problemas, no debemos confiarnos únicamente en la sabiduría que proviene del mundo. “Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios”, les dice Pablo a los miembros de la Iglesia de Corinto (1º Corintios 3:19). Tenemos el privilegio de pedir la guía del Señor al tomar nuestras decisiones. UN PENSAMIENTO DE LAS ESCRITURAS “Ahora bien, no es cosa común que la voz del pueblo desee algo que sea contrario a lo que es justo; pero sí es común que la parte menor del pueblo desee lo que no es justo; por tanto, esto observaréis y tendréis por ley: trataréis vuestros asuntos según la voz del pueblo. “Y si llega la ocasión en que el pueblo escoge la iniquidad, entonces es cuando los juicios de Dios descenderán sobre vosotros; sí, entonces es cuando El os visitará con gran destrucción , sí, como hasta aquí la ha mandado sobre esta tierra.” (Mosíah 29:26-27). En la conferencia general de abril de 1976, el presidente Marion G. Romney, quien era entonces el segundo consejero de la Primera Presidencia, recordó el incidente registrado en 1º Samuel cuando los israelitas decidieron tener un rey en lugar de jueces gobernantes. “Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz de este pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino que a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.” (1º Samuel 8:7). “De esta manera Israel despreció la forma de gobierno libre que Dios les había dado. Se les permitió tener un rey, tal como lo querían y entonces, décadas después, los israelitas fueron llevados cautivos. La esclavitud que llega por medio de nuestra propia libre elección no es menos esclavitud que aquella impuesta por la fuerza.”
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