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LA VERDAD RESTAURADA

"Tengo que"

"Tengo que"

En una sección rural del Sur de California murió una señora de descendencia mexicana, dejando una familia de ocho hijos. La hija mayor, que aún no cumplía los 17 años de edad, era una joven de estatura pequeña sobre cuyos débiles hombros cayó la carga de cuidar de la familia. Sus vecinos la vieron emprender la tarea con valor y habilidad. Procuraba que los demás niños se conservaran limpios, los alimentaba y los enviaba a la escuela. Desempeñaba su cargo con competencia extraordinaria.
Un día, una de sus vecinas la felicitó por los que estaba logrando. La joven contestó: “No merezco ningún elogio por algo que tengo que hacer.”
Su amiga le dijo: “Pero no tienes necesidad de hacerlo. Nadie te lo está exigiendo.”
La joven pensó por un momento y entonces le respondió: “Tal vez usted tenga razón, pero ¿qué hago con el ‘tengo que’ que está dentro de mí?”

En la afirmación de esta joven mexicana se encierra uno de los aspectos más importantes del éxito para dirigir. Se compone de un “impulso interior de responsabilidad”. Es algo que insta a obrar debidamente. Fue lo que causó que Sócrates dijese: “No importa cuál sea el deber que me impongas, preferiré morir mil veces que desatenderlo.”
Hay personas que desarrollan un alto grado de este potente sentido de determinación voluntaria de cumplir con su deber. Esta virtud es mucho más que meramente iniciativa. Es una combinación del empeño y la conciencia en su perfección. Estos dos preciosos rasgos de carácter se unen para formar un notable poder espiritual interno.
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