Todo esta bien en Sión-La mejor excusa para no hacer nada
Cuando leemos en las escrituras el consejo del Señor de cuidarnos de las lisonjeras palabras que se escucharán en los últimos días, pensamos que no se refieren a nosotros.
“Todo va bien en Sión; sí, Sión prospera, todo va bien…” (2Nefi 28:21) nos recuerda Nefi al citar a Isaías. Creemos que nunca caeríamos tan bajo de pensar que no hace falta nada más. Sin embargo, sin darnos cuenta, contraemos “pereza gravis”, una enfermedad espiritual que nos lleva tiempo reconocer como tal. Entre los síntomas más comunes encontramos:
Satisfacción al hacer sólo lo suficiente: Como recibimos mandamientos que podemos cumplir, caemos en la creencia de que no hay que exagerar. Nos decimos:“Ya dejé un mensaje en el teléfono, no voy a ir a su casa para ver qué le pasa”, y tranquilizamos nuestra conciencia.
Creer que sólo hacemos los que podemos hacer: Mientras recordamos la escritura de no correr más de lo que nuestras fuerzas nos permitan. Sin importar que hay otra que nos invita a recorrer la segunda milla.
Considerar innecesarias las reuniones de liderazgo o presidencia: Porque ya sabemos todo, hacemos referencia a que leímos tanto las escrituras y leímos tantos manuales que las soluciones o respuestas vendrán a nuestra mente cuando las necesitemos. Ponemos cara de fastidio en las reuniones o comenzamos a ‘dar cátedra’ al maestro de turno.
Minimizar el uso de metas: Pues consideramos que las cosas se hacen cómo y cuándo se pueden de la manera que se nos ocurra, creyendo que eso es inspiración.
Tomarnos licencia por “cansancio”: Dejamos de asistir algunos domingos sólo porque estamos cansados físicamente o porque creemos que quedarnos en casa le dará un respiro a nuestra mente de tantas cosas que pensamos cuando cumplimos con nuestras asignaciones o llamamientos.
Sostener que el Señor jamás nos abandonará: Recordamos esa parte de la escritura y olvidamos la más importante de que nosotros no debemos abandonarlo a Él por medio del servicio que prestamos a sus hijos en la iglesia.
Hacer volar nuestro juicio: Cuando con nuestra imaginación creemos que sabemos por qué las personas actúan como actúan y con ese juicio previo decidimos que no vale la pena esforzarnos por ellas. Nos justificamos en nuestra comodidad sosteniendo que su albedrío les da derecho a elegir y ello restringe nuestra acción.
“¡Ay del reposado en Sión!” (2Nefi 28:24) termina advirtiendo Isaías, a aquel que padece de ‘pereza gravis’.
La actitud de sentirnos completos, de que no es necesario hacer nada más, nubla nuestro buen juicio y nuestra capacidad de percibir por medio del espíritu. Actuamos de manera egoísta, alimentando nuestras necesidades sin dar del pan de Vida a quienes lo necesitan. Creemos que con cuidar nuestra casa es suficiente. Descargar articulo completo
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