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LA VERDAD RESTAURADA

La Perspectiva de una Mujer Sobre Sacerdocio.

La Perspectiva de una Mujer Sobre Sacerdocio.

El presidente Spencer W. Kimball dijo en un discurso de una charla fogonera para las mujeres de la Iglesia: "Disfrutábamos de plena igualdad como hijos espirituales de la Deidad". Luego prosiguió diciendo que "a pesar de esta gran certeza, nuestros papeles y asignaciones eran diferentes" (Liahona, enero de 1980).

Creo que cada uno de nosotros tiene que cumplir una misión específica en la tierra. "Para cada hombre [y cada mujer] hay una hora señalada, de acuerdo con sus obras" (D&C 121:25). "Porque no a todos se da cada uno de los dones; pues hay muchos dones, y a todo hombre le es dado un don por el Espíritu de Dios. A algunos les es dado uno y a otros otro, para que así todos se beneficien" (D&C 46:11-12).

Creo que hicimos promesas sagradas en los concilios premortales con relación a nuestro papel en la edificación del reino de Dios en la tierra. A cambio se nos prometieron los dones y los poderes necesarios para cumplir con estas responsabilidades tan especiales. Me gustaría volver a citar al presidente Kimball: "Recuerden, en el mundo anterior a éste las mujeres fieles recibieron ciertas asignaciones mientras que los hombres fieles fueron preordenados a ciertas tareas del sacerdocio... ¡Son responsables por las cosas que tiempo atrás se esperaba de ustedes, tal como lo son aquéllos a quienes sostenemos como profetas y apóstoles! (Véase Liahona, enero de 1980). Creo además que esas asignaciones y papeles difieren mucho entre una mujer y otra, tanto como hay diferencias entre un hombre y una mujer.

A todos se nos ha enseñado que es bueno tener modelos, alguien a quien emular. Sin embargo, hay un gran peligro en querer ser demasiado como otra persona, pues tendremos celos competitivos y nos sentiremos abatidos. No hay dos personas iguales. A algunas mujeres se les concede tener familias numerosas, a otras pequeñas y otras no tienen familia. Muchas esposas ejercen sus dones y talentos para sostener a sus maridos en sus trabajos como líderes comunitarios, líderes de los negocios, presidentes de estaca, obispos o Autoridades Generales, y contribuyen al desarrollo de sus hijos. Otras mujeres aplican sus dones y talentos directamente como líderes por derecho propio. Existe también otro tipo de mujeres que combinan tanto el papel de apoyo como el de líder en el ejercicio de sus dones y sirven de este modo de dos maneras simultáneas. Por ejemplo, todos sabemos que había grandes diferencias entre las asignaciones de Mary Fielding Smith y las de Eliza R. Snow; no obstante ambas buscaron con entusiasmo la voluntad del Señor, ambas buscaron el matrimonio y el tener hijos, y ambas dieron al reino todo lo que tenían.

Resulta evidente que nuestro mayor desafío es el de vivir lo suficientemente dignos de conocer paso a paso la voluntad del Señor en lo que concierne a nosotros, recordando que, de vez en cuando, lo que tal vez queramos hacer hoy a causa de las modas y de las vanidades del mundo puede que no sea lo que hayamos acordado hacer tiempo atrás. Deberíamos estar dispuestos a vivir y a orar igual que María, la madre de Jesús, cuando le dijo al ángel que acababa de darle su asignación: "Hágase conmigo conforme a tu palabra"(Lucas 1:38).

Permítanme emplear un ejemplo personal por un instante. La hermana Ardeth Kapp, una de mis queridas amigas, es una de las mujeres más puras, dulces y fuertes que conozco. Su esposo, Heber, es un gran pilar y sirvió como presidente de nuestra estaca en Bountiful, Utah. Los Kapp no han sido bendecidos con hijos. Joan Quinn es otra amiga querida y también una de las mujeres más puras, dulces y fuertes que conozco. Su esposo, Ed, es un hombre brillante y capaz, otra influencia estable e inspiradora en nuestra vida. Los Quinn han sido bendecidos con doce hijos. Mi esposo y yo estamos haciendo lo que podemos en el reino y hemos sido bendecidos con tres hijos.

Algunas mujeres que conozco no han sido bendecidas todavía con un compañero ni con el matrimonio, pero aun así están edificando el reino cada día y bendiciéndome personalmente a través de nuestra amistad. Seis ejemplos muy diferentes son Maren Mouritsen y Marilyn Arnold, a quienes considero mis queridas amigas de la Universidad Brigham Young; Caroíyn Rasmus, con quien he trabajado en las Mujeres Jóvenes; y otras tres que han trabajado como secretarias muy eficaces de mi esposo, Randi Greene, Janet Calder y Jan Nelson, cuyas contribuciones a nuestra vida son tanto de carácter personal como profesional. Obviamente la lista de mujeres que me bendicen y que bendicen a la Iglesia podría continuar, pero lo que quiero resaltar es que Ardeth, Joan, Carolyn, Maren, Marilyn, Randi, Janet y Jan son todas muy diferentes. En realidad, todas tenemos papeles diferentes en la vida. Quizás estos papeles cambien para cada una de nosotras en los años venideros, pero aun así nos amamos mucho las unas a las otras y siempre hemos amado a los hombres de nuestra vida: padres, hermanos, amigos, esposos e hijos. Amamos al sacerdocio. Cada una de nosotras desea lo correcto, debe anhelar lo correcto y debe dar todo lo que tiene al reino con la mira puesta únicamente en la gloría de Dios y en los convenios que hemos hecho. Como el presidente David O. McKay solía decir con frecuencia: "Sea lo que seas, haz bien tu papel".Descargar y seguir leyendo

1 comentario

TAMARA VALENCIA -

Realemente este mensaje, llega al corazón y particulamente me hace reflexionar...a trabajar con la mira puesta únicamente en el Reino de Dios, desafios hay siempre, sin embargo uno hace que el dia a dia sea feliz al tomar decisiones lo mejor posible. A seguir adelante, eso es perseverar. NO TE DEJES VENCER...