Tus amigos te sostienen-Karina Michalek de Salvioli
Hace unos años, a una amiga le detectaron cáncer. De pronto, para todos sus conocidos, la vida se tornó en gris. Ya no era la amiga de mamá la que estaba enferma; era alguien de mi edad y yo no sabía cómo enfrentar el problema. Casi no quería hablarle por miedo a herirla o decir algo incómodo. Pensaba muy bien las frases, a decir verdad trataba de ir por otro pasillo cuando aparecía en mi camino.
Hasta que un día me armé de valor, fui a su casa y le pregunté cómo estaba. La veía tan bien que para completar la pregunta, al "¿Cómo estás?" –le agregué-- "estás tan bien, el pelo lo tenés súper brillante!!"
Mi amiga se tentó de la risa y me dijo: "Karina, es una peluca!!"
Hubiera querido que en ese momento la tierra me tragara, que los cielos se oscurecieran y por sobre todas las cosas, quería cortarme la lengua.
Así empezamos una muy interesante conversación. Ella necesitaba hablar tranquila para contar todo lo que estaba viviendo y yo aprendí muchas cosas que desconocía sobre los diferentes tratamientos médicos. Vencí la primer barrera, la del miedo a herir, y transité uno de los caminos complicados que tenemos en esta vida poniéndome en el lugar de mi amiga, siendo una oyente activa y de esa manera una ayuda efectiva.
El trabajar en la iglesia nos brinda la oportunidad de servir de diversas maneras.
Muchas veces actuamos guiados por el Espíritu, pero si nos preparamos o nos informamos, sabremos entender mejor los susurros del Espíritu y actuaremos no sólo con amor, sino también con compasión.
Mi interés por saber ayudar de la mejor forma me motivó a hablar con otras personas, con profesionales de la salud, con quienes habían superado una enfermedad similar, con familiares que habían perdido un ser querido.
Entre las cosas que me enseñó mi amiga con su experiencia, encontré que era muy importante el compartir las vivencias, dolores, angustias e incertidumbres así como también los progresos con los tratamientos. Descargar articulo
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